RENIEGO - Cap.5: Lamento

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Rosa y Francisco se conocieron en una animada fiesta cerca de la Puerta del Sol, el corazón de Madrid. Desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron, sintieron una conexión especial que los unió de inmediato. El cabello pelirrojo de Rosa se convirtió en una imagen imborrable en la mente de Francisco, mientras que los chistes y la personalidad alegre de aquel joven se quedaron grabados en el corazón de Rosa.

A medida que su relación se fortalecía, decidieron formalizar su noviazgo y comenzaron a planear su futuro juntos. Pronto, tomaron la decisión de mudarse a un acogedor apartamento cerca de la elegante Calle de Serrano, donde comenzaron a construir su vida juntos.

El amor que compartían era profundo y sincero, y se apoyaban mutuamente en todo momento. Rosa trabajaba como cajera en un supermercado de confianza, donde era conocida por su amabilidad y simpatía. Por su parte, Francisco era un hábil mecánico que disfrutaba de su trabajo y se esforzaba por brindar un excelente servicio a sus clientes. En sus momentos de descanso, le apasionaba consumir una amplia variedad de vídeos en línea, siempre ávido de conocimiento y entretenimiento. Sin embargo, la vida tenía sus desafíos, y la pareja tuvo que enfrentar momentos difíciles. Primero, Rosa perdió su empleo debido a un incidente en el que se la acusó injustamente de robar algunos alimentos. Fue un golpe devastador para ambos, ya que la pérdida de ingresos afectó significativamente su economía.

Y fue justo en ese instante cuando todo cambió en sus vidas. Debido a la obsesión insana por el dinero debían de encontrar el camino fácil pero no por ello justo y humanitario para conseguir lo que les hacía falta. Comenzaron por las drogas, que en cuestión de días vieron unos grandes cambios en sus cuentas, pero por si eso no fuera suficiente, quisieron optar por la venta de menores.

Tenían que mantenerlo en secreto, pues aquello era ilegal y apenas estaban empezando en el mundo aquel. No fue hasta unos años después cuando un hombre, por voluntad propia decide vender a su hija para poder comprar botellas de alcohol. La pareja aceptó gustosamente, pero llegó la policía y el trato quedó en nada.

Se comenta que la pareja vive ahora cerca de Fuencarral, todavía vendiendo drogas y promoviendo la venta de menores para manejar el dinero como locos obsesionados.

—¿Francisco? —preguntó Rosa en un susurro, su voz temblorosa reflejando la preocupación que sentía mientras miraba a su esposo.

—Estoy aquí, tranquila. Ha tenido que ser uno de los compradores, les dije que tenía un par de niñas, pero se me atrasó y...

Antes de que Francisco pudiera terminar su explicación, una sombra emergió de la oscuridad, dejando a la pareja sorprendida y alarmada. Era una joven que nunca habían visto antes, y su presencia súbita los llenó de un profundo temor. Catalina, comenzó a notar el miedo en los ojos de la pareja, y ese temor alimentó su determinación de llevar a cabo su venganza.

La pareja se encontraba sentada frente a unas sencillas mesas de madera, rodeadas por un ambiente cargado con el persistente olor a cloroformo que aún llenaba sus fosas nasales. Se preguntaron cómo una sola persona había logrado someterlos de esa manera. Sus manos descansaban sobre la mesa, pero la vista de correas de cuero apretadas alrededor de sus muñecas les hizo comprender la verdadera naturaleza de su situación: estaban atrapados y a merced de su captora.

La angustiada voz de Rosa rompió el silencio. —¿Qué quieres? ¿Dinero?

Catalina, sin embargo, permaneció imperturbable ante las lágrimas de la mujer. —Es una mujer indefensa, Rosa. Poco puede hacer con dos personas contra ella misma.

El comentario machista encendió la ira en Catalina. Recordó su primera tortura, con el profesor, donde ella se veía más atemorizada que la propia víctima. Pero todo estaba empezando a cambiar, ella era la que tenía el poder y sabía qué hacer contra aquellos torturadores.

RehénWhere stories live. Discover now