ᰔ Capítulo 2 ᰔᩚ

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Luego de haber tenido sexo, Jaemin se ha comportado más distante, el doble de hosco que antes. Sé que es normal, y confieso que lo esperaba. Después de bajar de sus piernas, fui por mis calzoncillos y me cambié. Él hizo lo mismo y posteriormente preparé el desayuno y comimos en silencio, yo de vez en cuando mirándolo de reojo. Él desayunó más rápido y se fue.

Ahora son las 6 de la tarde y estoy de camino a casa. Me ha encargado la cena y voy tarde. He trabajado más duro de lo que creí. Hacer mezclas, picar paredes y zarpear no es fácil. Necesito ejercitarme para resistir como los otros.

Llego a la casa, me saco la ropa sucia y me doy una ducha rápida. No puedo cocinar estando lleno de polvo. Pongo la ropa sucia en el cesto y la meto a la lavadora. He estado pensando mucho en qué hacer de cenar y en la despensa hay lo necesario para hacer pastel de carne.

Jaemin de vez en cuando cocina, aunque es realmente un idiota par eso, y se ha colgado de poca habilidad para cederme su cocina completa, contando utensilios y hasta mandil. Y en ese sentido puedo confesar que le gusta mi comida, por ello me deja hacer y deshacer tanto como quiero. Mi madre desde siempre me dijo que se le conquista a un hombre por el estomago.

Y no se equivoca. A todos los hombres nos encanta comer, que alguien nos haga comida, incluso a mí, por eso aprovecho cuando Jaemin cocina para ambos una vez cada cuatro meses o más. Y el apetito de ese castaño es inmenso, en todos los sentidos, así que sus proporciones son elevadas. Pero no es ningún problema, se siente bien consentir a los demás.

En todo caso no pago renta en su casa y es lo mínimo que puedo hacer como paga.

De acuerdo a mis expectativas he trazado un plan para conseguir lo que quiero de Jaemin. El primer paso lo dimos. He sido atrevido y calmado, sin exigirle nada. Él me ha probado por completo y por lo visto ha quedado satisfecho. Ahora reaccionará más indiferente, incluso es capaz de traer al doble de mujerzuelas para reafirmarse su virilidad y todas esas mierdas. Sé que buscará humillarme y es posible que sea morboso y le dé curiosidad. Yo ya tengo un comportamiento definido para cualquier respuesta. Solo tengo que esperar.

Resoplo. Verifico que el pastel de carne se haga bien en el horno y me siento en el sofá.

(...)

El programa de televisión que están pasando ahora mismo es aburrido. No sé por qué todo trata de burlarse de los otros y ponerlos en ridículo. Y toda esa gente que va y participa... en serio que yo ya me hubiera indignado. O quizás lo están, pero no dicen nada.

Suspiro, me acabo el último bocado del pastel de carne que me serví por individual y apago la televisión. Necesito una ducha y descansar. El día ha sido realmente agotador.

Al salir de la regadera, superviso que la casa esté en orden. Hay silencio y eso solo me hace marearme por las enormes ganas que tengo de descansar.

Hoy toca dormir en mi habitación, sobre la suave cama y entre las almohadas y sábanas limpias. Ayer no fue así porque cuando hay mujerzuelas y alcohol el suelo de la sala es lo recomendable; Jaemin puso esa regla porque cuando se está ebrio alguno puede vomitar en el colchón y es malditamente limpio en todos los aspectos y siempre cuida que sus pertenencias estén lo mayormente intactas.

Me dirijo a la cocina, bebo un vaso con agua y me tallo los ojos. Tengo mucho sueño. Me voy esta vez a la habitación y me meto entre las sábanas.

Esta noche Jaemin no llegó a casa, son más de la media noche e incluso ya guardé la cena. Nunca me ha dejado con la cena servida mucho menos después de haberme dado la orden de trabajar medio turno para alcanzar a hacerle una cena deliciosa.

Me doy una idea de dónde puede estar y también por qué no ha llegado. Una, o se quedó follando divertidamente en la casa de alguna de sus mujerzuelas preferidas; o dos, le ha tocado la virilidad lo que tuvimos en la mañana y fue a follar para reafirmarse. Porque sinceramente, no creo que huya de mí como para no llegar a cenar.

Únicamente me queda dormir.

(...)

A la mañana siguiente ruedo sobre la cama, alzo la cabeza y las tripas me gruñen. Abro un ojo y veo el reloj del celular. Son las seis de la mañana. Me levanto de la cama y voy al baño a orinar. Por suerte no tengo una erección matutina.

Camino hacia la cocina, pasando por los pasillos y la sala. No hay rastros de Jaemin y al parecer no llegó a dormir. Me muerdo el labio y al escuchar que las tripas me vuelven a gruñir, sacudo la cabeza de un lado a otro y abro la nevera.

Se me antoja un cereal, un...

—Prepara el desayuno.

La voz de Jaemin resuena, posteriormente se va de la cocina. Bien, ha llegado. Saco la leche, fruta y de la alacena la caja de cereal. Cojo dos tazones, dos cucharas, vierto cereal en cada uno, parto pequeños trozos de fresa en un plato pequeño y llevo el cartón de leche al centro de la mesa.

Me siento y sobre el cereal esparzo los trozos de fresa y pongo la leche. Comienzo a desayunar. A los pocos segundos Jaemin llega, se sienta frente a mí y escruta lo que le he servido.

— ¿Cereal? —cuestiona, mirándome fijamente—. Levántate y guisa algo, tengo mucha hambre.

Mastico más lentamente lo que me he metido a la boca, meneo la cuchara pensativamente y al haber tragado por completo, le respondo:

— No se me ocurre nada para guisar —confieso—. Puedes sacar la cena de ayer y calentarla, si quieres —ofrezco, metiéndome otra cucharada de cereal a la boca.

Jaemin no contesta, simplemente se me queda viendo y yo únicamente sigo revolviendo mi cereal y desayunando.

Al terminar, alzo la vista y encuentro todavía los ojos de Jaemin sobre algún punto de mi rostro. Creo que me está evaluando, pero no me pongo nervioso. Agarro mi bol, me levanto de la silla y dejo todo en el fregadero.

Necesito una ducha.

𝑂𝑏𝑟𝑒𝑟𝑜 ᰔᩚ JAEMREN Where stories live. Discover now