ᰔ Capítulo 10 ᰔᩚ

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Estoy justo afuera de su casa. He pensado mucho si venir o no. Al final me decidí y sí. Jaemin no me intimida, no debe hacerlo. Me sacudo las ropas antes de entrar a su casa. Está abierta y las luces prendidas pese a que a estas horas nunca se encuentra.

Al entrar me encuentro automáticamente con él y una chica, una muy guapa. Como a él le gustan. Tiene un culo lindísimo, porque esos pantalones le quedan espectaculares. Por suerte ellos solo hablaban. Miro a Jaemin y él a mí. Es extraño. No digo nada y me adentro, dirigiéndome a la habitación.

La chica murmura algo que no entiendo, pero no le presto demasiada atención, simplemente voy a mi cuarto, saco la maleta del closet y comienzo a empacar. Por suerte está todo como lo dejé, menos la cama, esa se encuentra destendida. Seguramente se folló a alguien ahí o dejó dormir a una de sus mujeres en lo que era mi cama.

De pronto escucho unos pasos por el pasillo y huelo su perfume. Jaemin se ha parado en la puerta a sus anchas y me observa por un largo momento. Las manos me tiemblan, pero por alguna razón logro concentrarme en la ropa, la maleta, y en que ya pronto me voy a marchar y no lo voy a seguir viendo.

—Ella ha estado preparándome las comidas del día —dice con un tono de voz muy propio.

Me rasco una ceja y sin mirarlo, le contesto:

—No te pedí ninguna explicación.

—Tu cara dice todo lo contrario.

Me dirijo al pequeño tocador y recojo todos los perfumes, las cremas, los desodorantes, mis pequeñas pertenencias. El rizado no me ha quitado los ojos de encima.

—Te estoy hablando, Renjun. ¡Contesta! ¡Cuando te hablo, contestas! —ordena, acercándose. Se ha enfurecido y lo único que puedo hacer es mirarlo y retroceder para evitar que estemos cerca.

Jaemin se detiene y me observa. Sus ojos muestran la rabia contenida. No le gusta que lo dejen hablando solo y de alguna manera lo utilizo para molestarlo. No puedo evitarlo.

Él da un paso y yo retrocedo uno de igual manera. Jaemin alza la ceja derecha y arruga toda la frente. Avanza nuevamente, desafiante y yo retrocedo, evitándolo. Sé que a pocos pasos estaré contra la pared y por ello cierro la maleta y la bajo de la cama. Pienso irme antes de que ocurra algo de lo que me pueda arrepentir.

—¿Qué mierda se supone que haces? —cuestiona, avanzando todo lo posible. No retrocedo y lo enfrento. No debería, pero me he quedado congelado y huir no es bueno la mayoría del tiempo —. ¡Contesta Renjun!

Miro hacia otra dirección que no sea su rostro y pienso en qué responderle. De repente los nervios me han borrado todo el discurso que tenía para gritarle por si acaso.

—No me grites. No seas un bruto... —le pido, interponiendo la mano cuando siento su cuerpo ya bastante pegado al mío —. ¿Quién demonios te crees para hablarme así? ¡Imbécil! —Lo empujo para alejarlo y él sorpresivamente se echa hacia atrás—. No eres nadie para ordenarme nada, maldita sea. ¿¡Me escuchaste!? ¡Nadie! ¡No eres nadie!

—Con el que follas —murmura. No estoy seguro de si murmura por temor o porque ha pensado en voz alta —. El que te abre las piernas, ¿no es suficiente derecho?

Un gélido escalofrío me recorre por completo. Sonrío, irónico.

—Con el que follabas...—corrijo para volver sus palabras a pasado—, el que me abría las piernas. Y no, no es suficiente derecho. No tienes derecho a exigirme nada porque no somos nada.

—¿Ese es el problema? —Me interrumpe de repente, retador —. ¿Estás molesto porque no eres nada más que un simple agujero?

Los ojos me arden de rabia.

—Sí —respondo en alto—. Para culos que quieras utilizar algunas veces mejor búscate a una puta de cabecera, una puta que esté de acuerdo con que folles con ella y con otras personas.

—Me gusta follar contigo —expone seriamente. Trago saliva. Lo sé. A Jaemin le gusta follar conmigo, eso era obvio, pero que me lo diga tan directamente suena como un sueño hecho realidad.

—El problema es que a mí no me gusta estar con una persona que folla con otros y conmigo al mismo tiempo —digo sincero, ya más tranquilo. Suspiro, calmándome un poco más —. No me gusta compartir lo que es mío. Por eso —muevo las manos, para explicarme—, por eso nosotros nunca vamos a encajar.

—¿Y crees que lo vales? —Su cuestión me confunde—. ¿Crees que vale la pena que yo deje todos esos cuerpos por el tuyo?

—Lo valgo —entorno los ojos. Sus cuestionamientos me han humillado de algún modo. Es tan frío y grosero. Nunca piensa antes de hablar, siempre habla como un bruto—. En cambio, tú no vales lo suficiente para que yo te entregue todo —añado, enojado por todo lo ocurrido. Jaemin se queda callado, mirándome.

—¿Estás enamorado de mí?

—No.

—Mientes.

Jalo la maleta y le paso por un lado, sin embargo, cierra la puerta antes de que salga, impidiéndome la huida.

—Intentémoslo. —Ladeo la cabeza para verle—.Vamos a intentarlo —continúa, sin dejar de verme a los ojos—, quédate. Vamos a hacer las cosas a tu manera.

𝑂𝑏𝑟𝑒𝑟𝑜 ᰔᩚ JAEMREN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora