ᰔ Capítulo 9 ᰔᩚ

102 20 0
                                    

Él no me siguió luego de haberme marchado. Y, francamente, no lo esperaba. Jaemin jamás retendría a alguien y mucho menos por sexo. Culos los puede tener en cualquier lugar, a cualquier hora y de quién sea. Que mi culo haya sido el agujero perfecto para su pene en cierto momento, no demuestra nada. Simplemente es así: un agujero y un pene más de todos los existentes en el mundo.

Ahora me encuentro en la casa de la anciana que remodela su hogar. Curiosamente estaba barriendo su banqueta cuando pasé por su calle. Me saludó e inmediatamente al verme mal me obligó a pasar a su casa. Estoy en su comedor, con una taza de chocolate caliente y un pan tostado con mantequilla.

Y para qué mentir. No me he negado a comerlo. Sabe delicioso. Supongo que todo lo que hacen las abuelas les da un toque diferente, y me gusta. Me gustaría aprender algo de su sazón.

—¿Entonces ya no tienes dónde quedarte? —Me pregunta asombrada.

Asiento.

—No quiero volver a verlo al menos por una semana, Señora Choi —expreso, encogiéndome de hombros. Sigo enojado y por puro capricho no quiero verle. No, no y no. De todos modos él no va a estar muriéndose por verme. Seguramente no le importa, por ese motivo no debe importarme tampoco a mí.

La diferencia es que pienso en él y me cuesta. Es un poco difícil afrontar un duelo, el final de una "relación" que realmente nunca existió. Anteriormente hice duelo con el primer desgraciado con el que me crucé. Así que ya estoy más que acostumbrado. Este tipo de superación requiere de lágrimas, pláticas extensas y de mantener todo el tiempo ocupado.

—Entonces... ¡Quédate en mi casa! —ofrece, gustosa. Abro los ojos como platos. Esperaba todo de ella, menos...asilo en su casa, en su bella casa —. Hay muchas habitaciones limpias y vacías, por eso...quédate. Será bueno tenerte aquí; todo el tiempo me la paso a solas.

Su comentario golpea mi pecho. Lo que más me entristece es escuchar algo como eso. Siempre me lo he imaginado, las personas de edad avanzadas odian estar solos. Es horrible estar solo.

Esbozo una sonrisa y ella ensancha más la suya. Tengo una idea.

—No sé por cuánto tiempo esté aquí, pero...por favor, déjeme avanzar en el trabajo de remodelación. Es la única manera que tengo de pagarle la hospitalidad.

Ella salta de su silla y asiente. Se ve contenta. Sí. Ese trato nos beneficiará a los dos. Bebo un poco de chocolate y escucho atentamente lo que me platica.

Serán días duros.

***

—¿Una semana? ¿Una maldita semana? ¿Siete días? —Mark  estalla por la otra línea. Asiento, sabiendo que él no está para verme.

—Sí.

—Todos pensamos que ya habías vuelto con Jaemin. Él no ha mencionado nada y no parece angustiado ni nada. De hecho él está muy cerca ahora.

—Síp, eso lo sé. Él es así y nunca va a cambiar. Lamento no haberte hablado antes, es que mi teléfono móvil lo dejé en la casa de Jaemin, bueno, todas mis pertenencias, ropa incluida —suspiro—. Y apenas ahora me siento más relajado para hablar con alguien. Estoy trabajado y tengo dónde dormir, no te preocupes.

—¡¿Qué demonios?! —Lo escucho gritar y su voz se pierde de repente.

—¿Mark? ¿Estás ahí? ¿Mark?

—¿Dónde estás? —cuestiona una voz diferente. Los engranajes de mi cerebro no se mueven por un momento, hasta que escucho unos gritos característicos —. ¡Contesta!

Jaemin. Esos gritos solo puede salir de la boca de Jaemin. Tan grosero...

El corazón se me acelera y no puedo hablar. No sé qué decir. No...no puedo. Había olvidado inclusive cómo suena su voz. Una semana sin hablar con él. Una semana de no verlo.

—No voy a volver, Jaemin—le digo de repente, defendiéndome. No encuentro razón fuerte para decirlo, pero se me ha salido y estoy nervioso. La he cagado, no debí...porque quedaré como un estúpido que cree que le ruegan. Y Jaemin es un...

—Nadie te está pidiendo que vuelvas, Renjun.

Maldito. Es un maldito.

—Tus porquerías me estorban, así que a ver cuándo vas a la casa para sacar todo —añade.

Un gemido de sorpresa me sale de la boca. Debí haberlo esperado. La he cagado. Bien, Renjun. La has cagado y mucho. Apestas. Joder.

—Voy a ir cuando pueda.

Entonces cuelgo el teléfono y suspiro. Eres un estúpido, sí...eres un estúpido, Renjun.

𝑂𝑏𝑟𝑒𝑟𝑜 ᰔᩚ JAEMREN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora