ᰔ Capítulo 8 ᰔᩚ

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—¿Renjun, no vas a venir a ver el fútbol? —Jaehyun me pregunta, haciéndome un espacio en el sillón.

Arrugo la frente. Él casi nunca me llama por mi nombre y me hace un lugar ni tampoco se comporta tan amable. Saco las palomitas de maíz del microondas y llevo también una bolsa enorme de palomitas con caramelo que compré recientemente.

Jaehyun me arrebata las palomitas de maíz con extra mantequilla y ahora es cuando comprendo por qué tanta amabilidad de su parte.

Han pasado cuatro días desde que encontré a Jaemin follando en el sillón, en el mismo que estoy sentado ahora. Aquella noche llegué tarde, por suerte no me encontré con la mujer, hice de cenar y me fui a dormir. Hablé con él sobre asuntos de trabajo y todo resultó normal.

No hemos tenido sexo ni tampoco nos hemos besado. No quiero que lo haga ni tampoco quiero corresponderle. Quiero que al menos se salve nuestra convivencia en casa hasta que encuentre un lugar donde quedarme. Por lo menos hablamos del trabajo, de las comidas, la ropa sucia y todo lo relacionado con la casa.

Johnny me mira fijamente y noto que también a Jaemin. Todos nos miran. ¿Se nota tanto que estamos distanciados? No nos han tirado indirectas, pero son tan evidentes que nos analizan.

Es correcto que no le he dedicado una mirada a Jaemin durante todo el día o tal vez desde aquella vez que lo encontré con una linda y culona chica, pero tampoco es para dramatizar. De todos modos no tenemos que dar explicaciones de algo que nunca comenzó entre nosotros. Ni siquiera se las pido a Jaemin ni él a mí.

Demonios. ¿Entonces por qué tanto alboroto?

El partido de fútbol es muy entretenido, recuerdo que Jeno es muy fanático y si él estuviera aquí nos emocionaríamos, porque solo por este día quiero sonreír mucho y destruir la cara seria y pensativa que traigo desde ese día; ha sido inevitable ponerla.

—Debía ser tarjeta amarilla —Jungwoo murmura, yo asiento rápido, estando de acuerdo con él.

—Exacto, ese árbitro es una completa mierda —digo, metiéndome otra palomita a la boca.

Jungwoo se cambia de lugar y se pone a mi lado. Al parecer somos los únicos concentrados en el juego.

—Pensé que no te interesaba el fútbol, princesa —Jaehyun menciona, codeándome. Olvidaba que estaba a un lado de mí. Joder.

—Me gusta de vez en cuando. —Lo miro—. Es entretenido.

—Desde que habla con Jeno, nuestra princesita conoce más sobre fútbol —Johnny canturrea.

No muevo ni un dedo ante su afirmación, porque de cierta manera es cierta. Jeno me ha enseñado a ver el lado interesante del fútbol desde que hablamos, y eso que lo hacemos en poco tiempo.

—¿Está en un equipo, no? —Jungwoo me cuestiona, dudoso.

—¿Jeno? —inquiero. El rubio asiente—. Sí, es capitán de un equipo. Quiere ser entrenador algún día, ese es su gran sueño.

—¿En serio? ¿Y cuánto tiempo lleva entrenando? Tenía un amigo que estaba obsesionado con el fútbol —cuenta, sacando una sonrisa de recuerdo.

Alzo las cejas, pensativo.

—Ni idea, le voy a preguntar a la próxima que lo vea. Únicamente sé que lo ama con toda su alma. ¿Un amigo? ¿De la adolescencia?

—Sí.

—¿Y siguen siendo amigos?

—No lo creo, dejamos de vernos desde hace mucho. En aquellos tiempos era un tipazo —murmura—, supongo que ahora también lo es. Pero la gente cambia con el tiempo, así que...

—Entiendo. Todos cambiamos, de alguna manera cambiamos... —digo, reconfortándolo. Jungwoo saca una sonrisa de medio lado y la borra apenas una manzana revota en su frente.

El rubio se cubre la cara y se arrincona en el sillón, retorciéndose del dolor. La manzana se ha partido en dos, aquello me hizo salir de ensimismamiento. No se escuchan risas, simplemente el quejido de dolor que Jungwoo saca. Volteo dramáticamente la cabeza, buscando detectar al culpable.

Y entonces lo veo. Jaemin. Él ha lanzado la manzana con fuerzas y su rostro no muestra culpabilidad. Alzo una ceja, él ni se inmuta.

—¿Qué mierda? —le pregunto, enfrentándole.

Jaemin me ignora olímpicamente y señala a Jungwoo, espetándole:

—No me dejabas ver ni oír el partido.

La piel se me estremece. Sí. Ese es Jaemin. El déspota. El hosco. El grosero Jaemin. Tan imbécil. Un absoluto idiota.

La indignación aumenta en todo mí ser. Quiero decirle, gritarle, pegarle. No solo por lo de Jungwoo sino por...

Agarro el cenicero de cristal más cercano, con dos colillas de cigarrillo dentro, y se lo lanzo con saña, pegándole en el hombro. El cenicero se quiebra al caer al suelo. Jaemin abre los ojos en grande y su boca se tuerce. Está molesto. Lo he agredido frente a los colegas de trabajo y en su casa.

Pero me vale una absoluta mierda. Volteo hacia Jungwoo y al verle el grandísimo chipote trato de llevarlo a mi recámara para curarle, pero los pasos de Jaemin y su brazo, me retienen con fuerzas.

—¿Qué mierda, Jaemin? ¡Déjame en paz!

Me oye, me ve, sus ojos me lo dicen todo, pero no me obedece. Soy yo el que tengo que empujarle fuerte para alejarme. Jaehyun se para del sillón rápidamente en compañía de todos los demás. La situación se torna incómoda.

—¿En mi casa? —espeta, irónico. Entorno los ojos—. Estás en mi casa, comes en mi mesa, de mi comida —enumera—, ¿y todavía te crees el que puede dar órdenes? No tienes a dónde ir y si no fuera por mí, estarías de...

—¿Después de todo lo que he hecho por ti? —le interrumpo, gritándole —. ¡He seguido todas tus putas reglas, Jaemin. Y todo por imbécil. Estoy en tu casa, sí, como en tu mesa y de tu comida, sí, pero si no fuera por mí no tendrías ni la ropa limpia, no tendrías desayuno, comida y cena, ni mucho menos tendrías a alguien que te atienda todo el día completo los siete días a la semana, soportando tus caprichos y tus groserías!

—¡Si piensas que eres necesario en esta casa, estás muy equivocado! ¡Todo lo que haces hasta el momento lo puede hacer cualquier otra persona. No te necesito y si estás es porque quieres y porque te gusta!

Siento las miradas de todos los presentes, por lo cual miro hacia la pared. Escucho a Jungwoo hablarme, pero no quiero seguir ahí. Sin mirar a nadie, camino hacia la puerta de salida y me salgo. Cierro la puerta de un fuerte azote y camino sin rumbo fijo por las calles.

No quiero regresar.

𝑂𝑏𝑟𝑒𝑟𝑜 ᰔᩚ JAEMREN Kde žijí příběhy. Začni objevovat