26. Regresa conmigo

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La llamada de buenos días por parte de Momo llegó mientras iba camino al trabajo y era más que perfecto ya que necesitaba motivación para la reunión que comenzó antes de lo que esperé, sin darme tiempo suficiente para prepararme como quisiera, pero no podía quejarme demasiado ya que había hecho un buen trabajo con mi investigación.

—De acuerdo, podemos tomarlo en cuenta —dijo mi madre y después los ojos de mi padre estaban sobre mi.

—Sana, ¿Qué pudiste observar? ¿Alguna modificación a la propuesta?

Y ese fue el momento en el que dejé que todo lo que me había esmerado en estudiar saliera a la luz, hablé determinada y modifiqué lo que creí debía modificarse y al final les agradó, así que el proyecto sería realizado de la forma que lo planteé.
Sonreí por las felicitaciones que me llegaron después de aquella intervención y cuando todo terminó salí con dirección a mi oficina para celebrar un poco y descansar aliviada porque todo había salido bien.

Pronto la puerta se abrió revelando a mi madre con una sonrisa de oreja a oreja.

—Muy bien hecho, Sana —aplaudió delicadamente—. Como te dijo tu padre, puedes irte, el trabajo será poco a partir de ahora por la propuesta tan buena, ya no habrá mucho que hacer, solo revisiones así que en cuanto las termines podrás irte.

Asentí contenta.

—Me alegra eso, creo que me iré ahora.

—¿Planes para celebrar?

Negué, solo quería salir de ahí como siempre y tal vez ir a casa, o... Una idea mejor se me cruzó por la cabeza.

—Solo estar tranquila —respondí.

—De acuerdo, te veo mañana entonces.

El movimiento afirmativo de mi cabeza hizo que por fin saliera de mi oficina y me permitiera recoger mis cosas para salir, no sin antes despedirme de mi secretaría, mañana hablaría con mis padres para preguntarles si ella también podría irse junto a mi o simplemente que le permitan irse un poco antes.
Subí al auto y encendí el GPS para ejecutar la gran idea que había llegado a mi mente, pero no quería llegar con las manos vacías así que hice una parada para comprar algo y así seguir la ruta que el aparato electrónico me marcaba hasta que finalmente llegué a aquel edificio, estacioné el auto donde estaba permitido y bajé con una sonrisa deslumbrante, llena de felicidad, además por lo que estaba a punto de hacer.

Llegué al recibidor y un joven amable se acercó a mí para orientarme un poco.
Nunca imaginé que la academia de baile de Momo sería tan hermosa y enorme, incluso muy bien equipada ya que contaba con una cafetería pequeña y el recibidor era precioso, y podía darme una idea de las salas de practica.

—¿Desea inscribirse en alguna clase? ¿Una muestra para convencerse? —negué.

—Vengo a ver a alguien.

—Oh, por supuesto, puede tomar asiento, ¿Tiene clases aquí?

—En realidad da las clases —me miró incrédulo.

—¿La señorita Kim?

—¿Kim? —asintió.

—Kim Lia o Kim Momo.

—Es Hirai.

—¿Pero no está casada? Su esp... —lo interrumpí, eso es lo que todo el mundo cree y no estaba dispuesta a escucharlo por milésima vez.

—Claro, de ella estoy hablando, ¿Podría pasar a donde está dando clase?

—Temo que necesito avisarle ya que no la conozco y no me comentó nada acerca de una visita.

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