12. Epílogo.

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Y tal como lo prometió ese día que regresó al Mundo de los Muertos, Wuxian esperó pacientemente hasta que el día de reencontrarse con su Lan Zhan llegara. No deseaba que ese momento llegase rápido, al contrario, deseaba que se tardara para que así el Lan pudiese disfrutar plenamente de su regreso a la vida mortal.

Años y años transcurrieron con Lan Zhan jamás olvidando el nombre de Wei Wuxian, soñando con un bonito chico de sonrisa triste y ojos color plata. Había olvidado todo lo que había pasado mientras permaneció en coma y quizás fue para mejor, porque de haber recordado probablemente se hubiera vuelto loco. Lo único que recordaba venía a él en forma de sueños, sueños que lo dejaban con una pesadez en su pecho, con una tristeza enorme, con la sensación de que estaba olvidando algo o alguien muy importante.

Nunca le contó a nadie acerca de estos sueños, ni tan siquiera a su hermano o a Yanli, la cual dejó en libertad de su compromiso para que pudiese ser feliz con quien ella desease, y la que se convirtió en su mejor amiga. Xichen o Yanli tampoco le contaron acerca de lo sucedido, ya que creían que si los dioses habían decidido que Wangji olvidase lo vivido no serían ellos los que le trajeran esos recuerdos de alguien que lastimosamente estaba muerto.

Wangji después de ponerle un fin a su compromiso con Jiang Yanli decidió que no quería comprometerse de nuevo, menos si era solo un arreglo por conveniencia. Aún en contra de sus principios, Qiren aceptó lo que su sobrino menor deseaba, al fin y al cabo el Lan mayor estaba feliz de que Wangji regresara del coma en el que permaneció.

Por mucho tiempo, el segundo jade permaneció solo, concentrándose en perseguir sus sueños. Su vida había cambiado desde que despertase del coma, siguiendo a su corazón y haciendo lo que deseaba sin importarle las consecuencias o lo que los demás opinasen de sus decisiones. Su vida era suya y quería vivirla como mejor le pareciera le gustara a quien le gustara.

Aunque aquellos sueños nunca lo abandonarían, así como tampoco el nombre de Wei Wuxian o la imagen del chico de ojos grises, Lan Zhan por fin podía decirse que estaba siendo realmente feliz. Y su felicidad únicamente creció cuando lo conoció a él: Wen Ning.

Wen Ning era un dulce chico, un poco torpe y tímido que conoció de casualidad en una cafetería. Desde que lo vio el joven llamó su atención de inmediato, así que armándose de valor, Lan Zhan se acercó a él, dando el primer paso en lo que sería una relación hermosa. Desde ese día el Lan supo que Wen Ning sería parte de su vida hasta que su día de partir del mundo terrenal llegara y no se equivocó.

La timidez del joven era lo que más le gustaba al Lan, así como la sencillez que poseía, además de la belleza que tenía tanto dentro como por fuera. Wen Ning se convirtió en su todo, se convirtió en su otra mitad, en su mejor amigo, su novio, su amante. Más Lan Zhan nunca lo llamó el amor de su vida, porque aunque lo amaba, sentía que ese título de alguna manera le pertenecía a alguien más.

El día que Wen Ning le propuso que fuesen novios formalmente, Wangji no cabía de la felicidad. Lo presentó a su hermano y tío, ambos quedando hechizados rápidamente por el joven amable y educado que había capturado el corazón de su A-Zhan. El joven lo presentó a su única familiar viva, su hermana Wen Qing, quien lo amenazó primero con arrancarle el pene si dañaba a su amado hermanito, pero aceptándolo y sintiéndose feliz de ver a su A-Ning radiante de felicidad.

Como en toda relación siempre hay altos y bajos, pero ellos siempre buscaban dialogar para encontrar soluciones con las que ambos quedaran satisfechos. Con el paso del tiempo su relación fue tan sólida, indestructible, basada en la confianza y el respeto mutuo que muchos los envidiaban. Jamás podían estar alejados el uno del otro por demasiado tiempo porque comenzaban a extrañarse como locos. Fue así que Wangji decidió que era hora de dar el siguiente paso en su relación: casarse con su bonito A-Ning.

—¿A-Ning, quieres casarte conmigo? —El Lan estaba arrodillado con un bonito anillo en sus manos frente a un sorprendido Wen Ning.

—¡Claro que sí quiero! —El anillo fue deslizado en su dedo y su compromiso sellado con un beso.

Y fue así, en el mismo lugar donde se conocieron que se comprometieron oficialmente. No esperaron demasiado tiempo para que la boda se llevara a cabo, no queriendo estar separados por más tiempo. La ceremonia fue íntima, donde solo la familia y amigos cercanos se invitaron para compartir la dicha y felicidad de los recién casados. Al fin ambos se habían convertido en esposos oficiales y no podían estar más felices por ello. Aunque Wangji aún en su boda pensó en el de mirada plateada por una razón desconocida, no dejó que ese sentimiento de tristeza opacara su alegría.

La luna de miel fue de ensueño, disfrutando cada día de ese largo viaje que realizaron juntos y con el que construyeron aún más recuerdos felices que atesorarían por el resto de sus vidas. Regresar a su nuevo hogar en Gusu fue un enorme cambio para ambos que tuvieron que acostumbrarse a ya no vivir más solos, a compartir las tareas del hogar, así como los gastos y otras cosas de parejas casadas.

Todo iba bien hasta que el tema de los hijos salió a relucir, ambos eran hombres, lo único que les quedaba era la adopción o vientre de alquiler. La primera opción era un trámite por demás largo y tedioso, además que no era seguro que lo lograran, por eso optaron por la segunda opción.

Cuando su primer hijo nació, tan idéntico a Wangji, con sus ojos dorados, su nariz, su expresión seria, su felicidad se sintió completa. Lan Sizhui o Lan Yuan era la luz de sus vidas, el motor que los impulsaba cada día a seguir adelante, esforzándose por darle una vida feliz y en la que no le faltara nada.

Un par de años después llegaría Lan Xiaolei o Lan Yuen, la princesa del hogar, su preciosa niña tan parecida a Wen Ning con su belleza y su sonrisa tímida.

Así fue que los años fueron pasando uno detrás del otro, viendo a sus hijos crecer, convertirse en adultos, persiguiendo sus sueños, casándose y dándole nietos, permaneciendo siempre al lado de su Wen Ning. Lan Wangji vivió muchísimos años después de ese accidente que lo dejaría en coma, años felices, prósperos y que recordaba con cariño aún ahora que ya era un anciano.

Y a lo largo de toda esa vida, Wei Wuxian estuvo a su lado, acompañándolo en cada momento vivido, en cada experiencia, en cada etapa. El ojigris nunca sintió celos o rabia hacia Wen Ning, al contrario, le agradecía inmensamente por haber hecho tan feliz a su Lan Zhan. Su espíritu siempre estuvo ahí, aunque el Lan nunca pudo verlo, sentirlo u oírlo, él siempre estuvo ahí presente.

Cuando el momento llegó de que Lan Zhan abandonase la Tierra de los Vivos finalmente, lo hizo en paz y rodeado de todos aquellos que lo amaban: su esposo, sus dos hijos, sus nietos. Lan Zhan dejó el mundo sintiendo que tuvo una buena vida, que fue muy feliz.

En el momento que su espíritu dejó su cuerpo mortal para ir al Mundo de los Muertos fue que los recuerdos bloqueados que llegaban a él como sueños regresaron de golpe. Su ahora muerto corazón sentía que latía como loco recordando el porqué nunca sintió a Wen Ning como el amor de su existencia, porque el amor de su vida estaba ahí frente a él, dándole la bienvenida después de tanto tiempo: Wei Wuxian con sus preciosos ojos grises.

—Te estuve esperando por todo este tiempo, Lan Zhan. —Escuchar su voz nuevamente lo hizo temblar. El amor que tenia hacía él jamás había muerto, solo había estado guardado para cuando volvieran a encontrarse.

El espíritu del Lan estaba igual que cuando llegara ahí por primera vez, no como cuando murió de vejez hace tan poco. Wei Wuxian lo recibió con sus brazos abiertos, sintiendo que por fin su larga espera había terminado.

El Lan no lo dudó dos veces sabiendo que ahora sí era su tiempo, que ahora sí era correcto, corriendo a sus brazos, sintiendo a su ojigris llorar entre los suyos por la felicidad de tenerlo de nuevo. El ojidorado tomó las mejillas contrarias y unió sus labios que se reconocieron después de tanto. Fue un beso lleno de muchas emociones, un beso que los hizo vibrar, que los hizo sentirse completos una vez más.

—Ya estoy aquí, mi A-Xian, y esta vez para toda la eternidad. Te amo. —Sonreía el Lan con felicidad.

—Y esta vez ni la muerte nos podrá separar. Te amo, mi Lan Zhan.

Y juntando sus labios una vez más fue que ambos comenzaron su nueva etapa ahí en el Mundo de los Muertos donde efectivamente ni la muerte los podría separar...

GRACIAS POR LLEGAR HASTA AQUÍ CON ESTA HISTORIA QUE HA LLEGADO, AHORA SÍ, A SU FIN. ESPERO LES HAYA GUSTADO. NOS LEEMOS EN LA PRÓXIMA.

~Nyx.

El Cadáver del Novio... {WangXian}Where stories live. Discover now