Vil II

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Mientras la habitación se sume en un silencio inquietante, Nia siente cómo la oscuridad se cierra a su alrededor, envolviéndola en un abrazo helado. Dubhán, en un tono suave y persuasivo, continúa hablando a Nia, tratando de convencerla de que se entregue a la oscuridad de su alma. Él plantea que controlarse y reprimir sus instintos no le ha traído más que dolor y sufrimiento en su vida. Recuerdos dolorosos inundan la mente de Nia, recordando situaciones en las que su control solo trajo consecuencias negativas.

—Nia, mi querida Nia, ¿no ves que el reprimirte solo te ha llevado a la desdicha? ¿Qué has ganado al frenar tu verdadero ser? El dolor y el sufrimiento te han acompañado, ¿no es así? —Dubhán susurra en un tono cautivador.

Los ojos de Nia se llenan de lágrimas mientras sus recuerdos la acechan con fuerza.

—Recuerdo... cuando me prohibí a mí misma expresar mi amor, por miedo a perder a alguien. Esa persona especial se alejó de mí y me quedé con un corazón destrozado —responde Nia, con la voz entrecortada por la tristeza.

Dubhán se acerca más, su mirada penetrante busca adentrarse en lo más profundo de Nia.

—Y también recuerdas cuando permitiste que el acoso en el trabajo continuara, por temor a enfrentar a tus colegas abusivos. La humillación y el sufrimiento se prolongaron durante años, ¿no es así? —Dubhán pregunta, su voz envuelta en seducción.

Nia asiente con tristeza, recordando el tormento que vivió en aquellos días oscuros.

—Sí, lo recuerdo... Me perdí a mí misma en el proceso, mi autoestima se desvaneció y me quedé atrapada en un ciclo interminable de dolor y sufrimiento —responde Nia—. Y yo quería que sufrieran, quería causarle dolor, pero ese solo pensamiento me aterró.

Dubhán sonríe satisfecho, sabiendo que sus palabras empiezan a calar hondo en el corazón de Nia. Con una mirada penetrante, continúa susurrando palabras persuasivas a Nia, conduciéndola poco a poco hacia la oscuridad. La promesa de liberarse de las cadenas de la contención y abrazar su verdadero ser parece tentadora. Nia siente cómo la locura y la maldad empiezan a mezclarse en su interior, sus barreras protectoras se debilitan.

—Entonces, mi querida Nia, ¿no crees que ha llegado el momento de deshacerse de esas cadenas y abrazar quién realmente eres? La oscuridad te ofrece poder y libertad, solo debes dejarte llevar por ella —Dubhán susurra, acariciando suavemente el rostro de Nia.

Nia, luchando contra sus propias dudas y miedos, siente cómo la persuasión de Dubhán la envuelve poco a poco. La tentación de liberarse de las restricciones y abrazar su verdadero ser se vuelve irresistible.

—Quizás tengas razón... Tal vez sea hora de dejar de reprimirme y explorar mi propia oscuridad —Nia responde, dejando que la sombra se adueñe de su voz.

Dubhán sonríe triunfante, sabiendo que Nia ya ha caído en sus garras.

—Eres valiente, Nia. Juntos, exploraremos las profundidades de la oscuridad y encontraremos la verdadera esencia de quiénes somos. La eternidad será nuestra compañera —Dubhán murmura para luego besar su mejilla.

Antes de dejarse llevar por completo, Nia le pregunta a Dubhán entre susurros entrecortados:

—Antes dijiste que mi miedo es delicioso... cómo un alimento...

—Es correcto, el miedo de los mortales será nuestro alimento.

—Pero, por qué... ¿por qué no me matas? —inquiere, ella sabe qué el podría hacerlo fácilmente—. ¿Por qué te tomas tantas molestias?

Él, con una sonrisa ladina, acaricia suavemente su rostro y responde:

—Mi querida Nia, tu miedo es embriagador y delicioso, pero nunca he conocido a alguien como tú. Eres única en tu combinación de locura y maldad; la forma en que lo disfrutas cuando te dejas llevar es tan encantadora. La eternidad es solitaria y hace siglos que busco a una compañera, alguien que pueda compartir conmigo la oscuridad que nos consume. Tú eres perfecta para ello. Te ayudaré a descubrir todo tu potencial, querida mía.

Lentamente, Nia se deja llevar por los encantos de Dubhán, permitiéndose caer en la oscuridad que la rodea. Sus labios se acercan y se besan apasionadamente, entregándose al abrazo de la locura y la maldad que parecen ser parte de su verdadero ser.

Un líquido oscuro los cubre poco a poco a medida que la intensidad del beso aumenta, Nia se va envileciendo, dejando libre su verdadero ser. Terminando con su humanidad.

 Terminando con su humanidad

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El espejo de la mente rota: Entre la razón y la locuraWhere stories live. Discover now