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—¡Seokjin-ah! Que gusto muchacho. —el entusiasmo parecía genuino.

—Señor Jung. ¿Cómo está? —su vista al fin se había apartado de mi. Deje de sentir el peso de su mirada casi al instante.

—Bien, bien. —sonrió. —Pero mírate, eres todo un hombre.

Evidentemente estaba siendo un intruso en la conversación. Pero no podía ir y ocultarme en la bodega.

—¿Cómo está su esposa señor Jung?—su tono de voz había cambiado por completo.

—Oh, ella esta de maravilla. Incluso a ingresado a un club de corredoras, sale todas las mañanas con las vecinas. Aunque la parte de corredoras es un poco subjetiva. —comentó alegre.

—Que bueno.

—¿Estas aquí por lo de tu padre?

—Sí. —la seriedad volvió a cubrir su rostro. —No sabía que había contratado a alguien.

¿Por qué estaba tan molesto con eso? ¿Qué demonios le había hecho? ¿Era yo el problema? ¿Por qué su padre tuvo que salir ese preciso día? Eso y más me preguntaba mientras me sentía juzgado por el tal Seokjin.

—El chico tiene poco tiempo aquí. Tu padre, ya sabes, necesita ayuda de vez en cuando.

—Tal vez, pero quizás y sólo quizás es tiempo de que descanse. Y deje la librería. —el desinterés se presentó con una sonrisa burlona cuando dijo aquello.—El local podría venderse muy bien.

—Muchacho, tu padre no dejaría morir este lugar ni aunque le dieran todo el dinero del mundo. Lo conoces. —le palmeó el brazo. —Ahora, qué tal si me ayudas a buscar unos libros. Por lo que veo, tu padre no está aquí.

—El nuevo dice que regresa en una hora. —su desprecio era cansino.

Comenzaba a ser más que molesto, me mordí la lengua para no quejarme. Si ese era el hijo del señor Kim, no le regalaría una mala impresión, no iba a permitir que tuviera una excusa para protestar en mi contra. No perdería el trabajo por su culpa.

Milagrosamente, un nuevo cliente entró en ese momento. Permitiéndome enfocarme en otra cosas que no fueran sus malos comentarios.

—Bienvenido. Si busca algo en específico estoy para ayudarle.

Los clientes siguieron apareciendo, me ocupé en atender a cada uno mientras pedía a cada Dios conocido porque el señor Kim apareciera en la puerta lo más pronto posible.

Claramente mi relación con los Dioses estaba en bastante mal estado. La eternidad en la que se convirtieron esos sesenta minutos no tiene manera de explicarse. Quería morderme las uñas cada que los clientes dejaban la librería.

Casi lo hacía, pero fue entonces cuando decidió volver.

—Listo. Puedes irte a comer Yoongi. —dijo sin siquiera preocuparse por ver si había alguien aparte de mi.

—Por supuesto. —sonreí tanto que seguramente parecía un lunático. Deje mi lugar detrás del mostrador lo más rápido que pude.

—Asegúrate de que...

—Buenas tardes papá. —Seokjin apareció de la nada.

Me había esforzado tanto en no prestarle atención que me asuste cuando lo escuché. Me quede quieto a mitad de camino entre él y el señor Kim. Si me movía chocaría directamente con su cuerpo.

—Seokjin. —estaba sorprendido, lo vi alzar las cejas y mirar de arriba a abajo a su hijo. —Pensé que te había dicho que llegarás el viernes. —fue hostil.

—Y yo pensé que lo mejor era llegar lo más pronto posible. —contestó de la misma manera.

—Yoongi, ve a comer. —me dijo señalándome la puerta.

Le hice caso obviamente. No planeaba quedarme en medio de una potencial discusión familiar. Me aleje lo más que pude buscando donde comer. Con suerte tardaría un poco más de una hora en regresar. Y tal vez para entonces su hijo ya no estuviera ahí.

*

La primera impresión es importante, no siempre es muy acertada claro pero es innegable lo que puedes llegar a depender de ella para crear una opinión sobre alguien. Pensé en ello mientras me sentaba a esperar mi orden en una cafetería.

Mi primera impresión de Kim Seokjin fue mala. Por todos los motivos posibles. Su forma de dirigirse hacia mi. El desprecio en su voz. La altanería palpable en su persona. La clase de persona de la que elegía alejarme. La clase de persona que prefería no ver más de dos veces en la vida.

Aunque bueno, no sería posible. La segunda impresión que me lleve de Kim Seokjin llegó ese mismo día. Regresando a la librería, evidentemente la suerte no estaba de mi lado. Porque él seguía ahí. El señor Kim de nuevo en su lugar habitual detrás del mostrador y su hijo frente a él. Ambos se veían molestos. El ambiente se sentía pesado.

Y yo estuve a punto de regresarme por donde había entrado.

—Puedes seguir en la bodega Yoongi. Por favor. —dijo cuando me noto en la puerta.

Asentí y me encamine a mi destino. No quería interrumpirlos. Desee estar lo más lejos posible de ellos para ojalá no haberlos escuchado.

—Despídelo. —dijo Seokjin cuando creyó que estaba lo suficientemente apartado como para escucharlo.

—Seokjin, no te pedi que vinieras para oír tu opinión sobre mi personal. —le contestó.

—Solo te tomará dos minutos. No lleva ni un mes trabajando. Es joven podrá conseguir un trabajo igual en la siguiente esquina. No puedes seguir haciendo esto.

Idiota. Me repetí una y mil veces mientras lo escuchaba. Kim Seokjin era un idiota.

—Lo necesito aquí Seokjin. Esta tienda necesita mínimo dos personas para funcionar y lo sabes.

—Debes de estar bromeando. Tu y yo sabemos que eso no es verdad. —se estaba enojando.

—Basta. Te pedi que vinieras por una cosa...—el resto no pude descifrarlo. Escuche la campanilla anunciando que habían salido.

En medio de la bodega, con las últimas cajas aún en el piso tome una decisión. Iba a quedarme ahí. No iba a permitir que Kim Seokjin determinará mi estadía.

***Hola

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Hola. Hola. Buenas noches. Buenos días. Buenas tardes.
Aquí otro capítulo. Ojalá les guste. 💜 estoy muy emocionada de que ya casi llegamos a los 100 votos increíble la verdad.

Ahora. ¿Qué creen que pase en el siguiente capítulo?

¿Creen que Seokjin tenga algo en contra de Yoongi?

¿Qué fue hacer Seokjin con su padre?

Muchas gracias de nuevo por su confianza y nos leemos pronto.

—Cherry 🍒
fighting

La biblioteca del señor Kim Where stories live. Discover now