7

170 43 15
                                    

Me quede petrificado. No solo por su voz si no por su mirada. Sus ojos parecían querer perforar a través de mi. Su postura a pesar de estar agitado, era tensa. Apretaba los dientes, su mandíbula lo delataba.

Se aseguró de que yo no tocara la caja para tomar  entre sus manos el paquete y entró a la librería. Me dispuse a seguirlo pero perdí la oportunidad cuando la voz del señor Kim me llamo desde afuera.

—Yoongi, puedes irte ahora. No te preocupes. Tengo algunas cosas que hablar con Seokjin. —No lo había visto detrás de su hijo por lo que me sorprendió un poco su aparición.

—Eh...si. Sí. Claro. —por más que hubiera querido salir en ese mismo instante había dejado mi mochila en la bodega.

Se lo expliqué antes de encaminarme al lugar.

Encontré más que mi mochila.

—¿Qué demonios? —solté cuando la figura de Seokjin salió del piso.

Una trampilla.

No fue porque nunca hubiera visto una. La sorpresa vino porque del todo el tiempo que había pasado en ese lugar jamás la había notado. Al ver salir a Seokjin de ahí, supuse que había una especie de sótano.

—Lárgate. — me dijo en cuanto me vio.

—Ya me iba. —conteste.

Tome mi mochila y aún curioso por la trampilla fue imposible no preguntarle. Era una pésima idea obviamente. Sabía que no obtendría la respuesta que quería. Pero no pude evitarlo.

—¿Qué hay ahí abajo? ¿Es un sótano? O...

—No se te ocurra acercarte. —mordazmente me habló apuntándome con un dedo. —Nunca. —incluso con el deje de advertencia había algo más en su tono de voz. —Aléjate.

¿Preocupación tal vez?

No le di más vueltas al asunto y salí de ahí. Ya tendría tiempo de investigar por mi cuenta. Porque bueno, la curiosidad era parte de mi personalidad.

*
*

Al día siguiente mi objetivo era claro: encontrar la trampilla y ver que se escondía debajo de la librería. Salí incluso más temprano de mi casa. Alcancé al señor Kim mientras abría. Sus ojos se abrieron con sorpresa. Pero no dijo nada, me dejó pasar y sin más inició la jornada.

Lo vi dirigirse al mostrados, sacar su libreta, un bolígrafo. Encendió el computador y me prestó atención.

—Han llegado unos libros. Revísalos y acomódalos en la bodega.

Genial.

A cómo pude escondí mi emoción y me dirigí con paso tranquilo a mi destino. Seokjin no se veía por ningún lado, lo cual fue incluso mejor.

Podía ver las cajas en el suelo pero me alejé de ellas en cuanto entré a la bodega. Asegurándome que el señor Kim no me viera...

Me tiré al piso.

A cuatro patas comencé a buscar el indicio de alguna manija. Algún botón o incluso una tabla suelta que pudiera levantarse. Pero nada. No había nada. Posiblemente parecía un loco casi arrastrándome en una bodega. Y aún así no planeaba rendirme.

Diez minutos después mis rodillas me dolían. Tenía un par de astillas en los dedos. Me hubiera tirado por completo al suelo sino fuera porque escuché a Seokjin entrar a la librería.

La biblioteca del señor Kim Where stories live. Discover now