5

177 48 2
                                    

Pero claro, el universo es entusiasta en cuanto a jugar como rival. La mañana del sábado, con las llaves que el señor Kim me había entregado el día anterior, abrí el local.

Al principio parecía despejado. Nada más que los libros acompañándome. El ambiente se sentía extraño incluso, demasiado silencioso. Era como si el mismo aire pesara por todo mi cuerpo. Las luces aún apagadas daban solo una imagen sombría, del tipo película de terror antes de un screamer. Un escalofrío me recorrió por la espalda.

Me encamine hacia el interruptor, una por una fue prendiendo las luces. De a poco el lugar se convirtió en la vista a la que me había acostumbrado.

Fue entonces cuando lo noté. Fue imposible no asustarme, di un brinco en mi lugar. Estaba parado frente a un estante. Traía varios libros entre sus manos. Estaba acomodando.

Tuve que calmarme antes de que alguna palabra pudiera salir de mis labios.

—Buenos días. —dije apretando las llaves en un puño.

—Acomoda el mostrador. —ordenó después de pasear su mirada por mi atuendo.

Pero bueno, ¿qué tenían de malo los jeans y las sudaderas? Era cómodo. Que el estuviera en plan ropa de oficina no era mi culpa.

No respondí, pero me dirigí al mueble. El señor Kim había dejado algunas cosas sobre el, nada imposible. Algunos bolígrafos, un lápiz. Un cuaderno y una engrapadora. Lo organice con rapidez, había unas gavetas pequeñas donde todo cabía perfectamente. Busque por un trapo y limpie el poco polvo sobre la pantalla del computador.

Cuando termine cambié el letrero de la puerta de "cerrado" a "abierto". Acomode los pocos libros alguien seguramente había dejado antes de salir y luego regrese al mostrador.

—¿Vas a estar aquí todo el día? —di todo de mi para intentar llevar la paz en una conversación. Romper el hielo.

No me gustaba quedarme con las primeras impresiones. Tonto y todo tenía fe en la humanidad. Sinceramente quería darle una oportunidad.

—Ajá. —expresó.

Bueno, fue obvio que el no quería una oportunidad, ni dármela tampoco.

—Bien. —di por muerto el diálogo.

Serían sólo unas horas, trate de mentalizarme con esa idea. Si ambos fingíamos demencia con la existencia del otro, quizás sería soportable. Era bueno para trabajar en silencio. Y pensé que si me mantenía así no sería una molestia. Sabía parecer invisible y mi fuerte era pasar desapercibido. El señor Kim solo me necesitaba hasta la una de la tarde...

—Puedes irte. —rompió mi soliloquio mental.

—¿Disculpa? —un cliente acaba de entrar. —Bienvenido. —sonreí.

Lo vi tensar la mandíbula. Como si la presencia de aquel chico hubiera arruinado su plan para salvar el mundo.

Dejo los libros sin acomodar sobre el estante y a paso rígido se acercó a mi. Su altura se volvió impresionante, yo no era exactamente lo que se dice bajo de estatura, pero el porte de Kim Seokjin me hizo sentir pequeño en comparación. Su rostro tampoco ayudaba, inundado de compostura puramente restringida. Sus ojos se fijaron en mi, hice todo lo que estuvo en mis manos para no encogerme, aguantando su mirada aunque tuviera que alzar el rostro más de lo hubiera querido.

—¿Qué tengo que hacer para que te largues? —me pregunto lo suficientemente alto para que yo lo escuchara pero para que nuestro cliente no se enterara de nada.

Cerré los ojos y respire profundo antes de responder.

—Mira, no se que te pasa conmigo, pero no voy a irme. Necesito el trabajo. —volví a fijar mi mirada en la suya. —Lamentó que te desagrade la idea de que tu padre me contratará pero repito, no voy a renunciar y por como ambos sabemos no puedes despedirme.

El enojo surcó su cara. Baje mi mirada un segundo solo para ver sus manos hechas un puño. Milagrosamente no terminaron en mi rostro.

—Hay cientos de trabajos como este. Vete a otro. —insistió.

—No.

—¿Qué tanto te ofrece mi padre aquí? ¿Qué demonios te hace quedarte?

—No te debo explicaciones.

—Te daré el sueldo de seis meses. Solo lárgate.

Me quede estupefacto.

—¿Qué?

—Te pagaré, solo dame tu número de cuenta y ahora mismo te depósito. —sus ojos al fin dejaron de mirarme para sacar su teléfono y obsérvalo.

—Estas demente. ¿En que te afecta que trabaje aquí? ¿Qué estoy haciendo mal? No lo entiendo.

Era la verdad. Aquel hombre no me conocía de nada. De no ser por su padre que lo había llamado ni siquiera nos hubiéramos conocido. Si tan solo el señor Kim hubiera esperado unos meses jamás hubiera tenido que pasar por nada de esto.

—No puedes quedarte aquí. —en ese punto comenzaba a sonar desesperado.

Nuestro cliente nos prestó suficiente atención cómo para salir del local. Maldije por lo bajo. Estando a solas con él me comencé a sentir nervioso.

—Seokjin. —su nombre se resbaló de mis labios por primera vez. —No espero que lo entiendas, pero no hay nada que puedas hacer para que me vaya. Te repito. Necesito el trabajo. —enfaticé todo lo que pude la última parte. —Serán sólo un par de meses más, a lo mucho. Después no tendrás que saber de mi. Y por lo poco que he escuchado ni siquiera vives en la ciudad. Quizás en un par de semanas ya no estes por aquí. No tienes que hacer nada. Finge que no existo. Pretende que no soy una persona. No voy a molestarte. Si quieres, no te dirijo la palabra.

—Tu...

—Ambos somos dos adultos. Solo déjame en paz. Comportémonos como dos seres humanos nada más. No tenemos que ser amigos. —estaba dispuesto a terminar con esa situación en ese mismo instante. —No voy a irme. Y tú no puedes hacer nada para hacerme cambiar de opinión.

—¡Es peligroso! —soltó de golpe acercándose por completo al mostrador.

Fue imposible no llenarme de miedo. No con sus puños descargándose con fuerza contra el mueble. Mucho menos con su cuerpo imponiéndose sobre mi. Me encogí de hombros por inercia.

—¿Qué?

Ojalá hubiera podido acribillarlo con preguntas. Pero la campana de la librería sonó nuevamente. Y un par de adolescentes entraron directos a preguntar por algunos títulos.

Y el flujo de gente no volvió a detenerse.

No volvimos a quedarnos solos.

***

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





*
*
*

Holaaaaa buenas noches. Aquí Cherry con un nuevo capítulo.

No hubo actualización la semana pasada porque la vida nos ha traído apagones en mi ciudad 😂 pero esta semana ha estado mejor y he podido trabajar un poco más en la historia.

Espero les guste y quedó atenta.

¿Qué creen que pase?

¿Qué querrá decir Seokjin?

Nos leemos pronto.
—Cherry🍒
fighting

La biblioteca del señor Kim Donde viven las historias. Descúbrelo ahora