1. Los primeros nudos

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El anhelo llevó a las personas a esforzarse por alcanzar sus objetivos o satisfacer sus deseos más profundos

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El anhelo llevó a las personas a esforzarse por alcanzar sus objetivos o satisfacer sus deseos más profundos. A menudo, se asociaba con sentimientos de insatisfacción o incompletitud, ya que sugería que faltaba algo en la vida de una persona y que anhelaba obtener.

Ese fue uno de los primeros nudos de mi soga cuando mi amor era ciego.

También fue uno de los que más me persiguió hasta el final del camino, aunque comenzó a intensificarse durante una fría mañana de invierno cuando salí del hospital. Las noticias que tenía que contarle a Narciso no eran precisamente buenas, por lo que llamarle fue lo primero que hice nada más salir por la puerta del edificio y sentir que el viento gélido quemaba mi piel de la cara, poniéndola colorada tanto en la parte de la nariz como en mis mejillas.

En mi mano tenía el teléfono móvil, pegado al oído, mientras sentía la tonta esperanza de que aceptara la llamada en lugar de ignorarme durante las primeras veces.

El número que llamó estaba apagado o fuera de cobertura. Por favor, llame en otro momento. Puede dejar un mensaje después de la señal.

Eso era lo que solía escuchar más veces de las que me habría gustado tras la línea telefónica. Al principio no era algo tan recurrente, aunque con los años la misma voz mecánica era lo más cercano a obtener una negativa después de horas de silencio, anhelando escuchar su voz detrás del teléfono para recordarme que era afortunado de querer a un chico tan increíble.

Qué estúpido era, pero me volvería a enamorar de nuevo si pudiera renacer; claro que intentando mejorar algunas cosas.

Aquel día, tras salir del hospital, me dirigí a la parada más cercana del autobús mientras no paraba de escuchar la voz de la mujer una y otra vez, mentalizándome de que las cosas no eran tan fáciles como eran antes. En lo que esperaba, al mismo tiempo que mi piel se congelaba del mismo modo que lo harían algún día mis emociones, hice una bola de papel con lo que obtuve del hospital y lo tiré al cubo de la basura.

No se sintió liberador, como tampoco lo hizo el subir al autobús y tras dos intentos más Narciso tomó la llamada.

¿Sí? —preguntó al otro lado de la línea—. ¿Ocurre algo importante, Ébano? Ya sabes que en esta época debo tomar horas extras en el trabajo.

La tristeza y el anhelo me invadieron junto al sonido de su voz, provocando que mordiera mi labio para controlar las lágrimas que empezaron a salir sin que tuviera ninguna oportunidad de detenerlas a mi voluntad.

—E-estaba nevando y... bueno... —murmuré, dándolo todo de mí para que no se me notara lloroso—. Me... me preguntaba cuándo volverías a casa. Se sentía muy vacía sin ti...

¿Te ocurre algo en realidad, o es esa sensación de melancolía que te da siempre que nieva?

Miré mi mano pálida, con la piel nacarada que rivalizaba con la nieve que caía perezosamente al otro lado de la ventana del autobús. El invierno no era realmente melancólico, sino lo que Narciso y yo solíamos hacer en el pasado. Sentía como si él no recordara o no quisiera acordarse de ello; por eso dije:

El arte de romper un corazón sin tocarloΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα