5. Los errores se pagan

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Narciso no sabía que yo sufría una coagulopatía debido a mis problemas internos, siendo una enfermedad que no podías ver desde el exterior y, por lo tanto, esconderla para no provocar la lástima de las demás personas

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Narciso no sabía que yo sufría una coagulopatía debido a mis problemas internos, siendo una enfermedad que no podías ver desde el exterior y, por lo tanto, esconderla para no provocar la lástima de las demás personas. Sin embargo, al parecer para él no era algo que pudiera intuirse pese a ver mi deterioro con el paso del tiempo, creyéndose que las cosas eran demasiado simples y todo se debía a mi terquedad o mi ego. 

Bastante irónico si teníamos en cuenta que él, a diferencia de lo que decís su boca, hacía lo mismo de lo que a mí me acusaba; pero Narciso lo hacía de verdad, mientras que yo sólo era una proyección de sus celos.

Aquel día, cuando Narciso se dio cuenta que su abuso había sido desmedido, llamó a su hermano y éste tardó un poco en venir. Sentí vergüenza de que una persona tan buena y devota a su trabajo como enfermero, viera lo que su propia sangre era capaz de hacerle a otro ser vivo. Podía escuchar desde la puerta su conversación: Edén estaba bastante enfadado, acusando a su propio hermano de ser un bruto que no tenía ninguna consideración por su pareja, y encima estaba decepcionado por su sadismo. 

—¡Yo sólo...! —se quiso excusar Narciso, pero su hermano levantó la mano para que se callara la boca.

—Es una vergüenza que un hombre, a tu edad, tenga que comportarse de este modo contra una persona que está enferma y es débil desde que lo conoces —prosiguió sus quejas, con los brazos cruzados y una mirada severa. Era mayor que Narciso por cinco años, y se veía bastante más viejo aun así—. Le has magullado la boca, tiene la lengua y la garganta hinchada, tiene una muela suelta, le sangre el trasero como si sufriera la regla y un pómulo rojo. ¿Te ha puesto los cuernos acaso? ¿Te ha robado mucho dinero? ¿Qué clase de hermano tengo que se comportar como un cobarde que no sabe tener piedad por las personas enfermas?

Narciso no dijo ni una sola palabra. Sólo agachó la cabeza y dejó que los siguientes minutos sólo se escuchara la voz de su hermano hablándole, quejándose, despotricando de un pasado que ya quedó atrás... y también lo que ya supuse que había detrás.

—Lo siento... —fue lo único que le escuché decir en todo ese rato.

—Has estado los dos últimos años de tu matrimonio haciendo cosas muy desagradables —suspiró Edén con una expresión triste hacia donde yo estaba tumbado en la cama, enrollado entre las mantas porque sentía demasiado frío—. No apoyo eso, pero eres un hombre adulto y sólo tú debes de comprender que este tipo de juegos nunca traen nada bueno a un matrimonio. Descargar tu mal humor por Ébano es terrible, y peor aún que después de dos años sin verlo, me he dado cuenta que ha cambiado muchísimo: Está más delgado, más débil, más pálido... y me lo encuentro de esa guisa. —Levantó la cabeza y dedicó una mirada de ceño fruncido a Narciso—. ¿Qué tal si dejas de actuar como un adolescentes desvergonzado, y reflexionas sobre lo que tienes ahora mismo?

—Dejaré ver a los otros...

—De acuerdo, confiaré en tu palabra —finalizó—. ¿Dónde tienes el...?

El arte de romper un corazón sin tocarloWhere stories live. Discover now