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Extendi los parpados recibiendo el asfixiante silencio de la oficina, y un hueco en el pecho me apretó los labios

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Extendi los parpados recibiendo el asfixiante silencio de la oficina, y un hueco en el pecho me apretó los labios. No sabía en qué momento me quedé dormido, pero había soñado que todo este lugar era solo parte de una simple pesadilla, que estaba
de vuelta con mis padres, preparandome
para titularme. Mirando hacía trás, eso era lo ultimo que recordaba, tenía pensado titularme, estaba ahorrando para eso, pero,

¿Qué pasó despúes? ¿Qué me hizo terminar
en este maldito lugar?.

No importaba cuando rebuscara en mi memoria, cuanto intentara recordar, seguía sin haber nada que respondiera a todas mis dudas.

Me perturbaba tanto.

Apreté aun más los labios y recorrí la oficina bajo las parpadeantes farolas que lo sombreaban, hallarla todavía vacía y tan escalofriantemente silenciosa, fue tan abrumador que incliné bruscamente la
espalda de encina del colchón del sofa en el
que me habia recostado antes.

-¿Azul?-El corzón quiso saltarme asustadizo cuando deslicé la mirada en el interior del baño en busca de él y no lo hallế.

¿El todavia seguia afuera? Lo que más me
inquietaba era que no me sentía tan cansado como antes, tuve que aver dormido por horas...

¿Y en todo ese tiempo no hubo peligro? Si
una de esas cosas hubiera aparecido él me
habría despertado, y ahora mismo todo
estaba tan tranquilo que solo se escuchaba
el sonido de mi respiración.

Relamí los labios y di una mirada a las farolas que dejaron de parpadear alumbrando todo por completo antes de levantarme. Me acerqué a la puerta que daba al pasillo con intenciones de salir y
buscarlo, de no ser porque una hoja pegada
a la misma llamó mi atención, en ella estaba escrita una orden.

La arranqué y la leí.

"No salgas hasta que vuelva".


Estaría prestando atención a la letra cursiva
tan perfectamente escrita en el papel y en el hecho de que él sabia escribir de tal modo, pero había algo mas que me preocupaba.

¿Por qué no debería salir? Me acerqué a las
persianas para mover un par de ellas y ver
a través de la ventana, preguntandome qué
había estado haciendo él todo este tiempo.

Obtuve la respuesta cuando, entre tanta
penumbra lo vi. Sobre los escombros,
arrodillado y ligeramente inclinado,
dándome la espalda.
Estaba a varios metros de la oficina, sobre el monton de escombros que lo separaban de la entrada de aquella área. Sin la bata y la polera, lo único que llevaba puesto eran sus pantalones, todo llevaba puesto eran sus pantalones, todo su torso estaba desnudo, sus musuculos tensos remarcandose bajo la palida piel de su cuerpo.

No me hizo falta analizar lo que estaba
haciendo, para comprender que estaba
devorándose los órganos del experimento.

Y por más que intenté apartar la mirada,
lo hice, al menos no al principio. Había
quedado perturbado, sintiendo como mi
estómago empezaba a contraerse.

Experiment JK.64Donde viven las historias. Descúbrelo ahora