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Kenny ya no se sentía tan seguro de lo que hacía como antes. El sabía, bueno, el sentía en su pequeño corazoncito gatuno que había hecho sentir mal a Craig por algo y el pequeño rubio no quería eso. El quería a Craig feliz, no deseaba que terminara corriendo lo de su casa o dejándo de darle besos y los mimitos que tanto le gustan.
También quería seguir durmiendo en su cama. Oh si, adoraba la cama de Craig, pero por sobre todo, le gustaba acostarse sobre este y escuchar los suaves latidos de su corazón.
También sabía que el pelinegro olía muy bonito, porque al olfatear a Craig todo su cuerpo se relajaba, eso era bueno. O cuando Craig lo besaba, no definitivamente los besos y cariños del azabache eran la parte favorita de la nueva vida de Kenny. Y el no quería acabar con eso.
Por su pequeña mente pasaron tantas imágenes de Craig echándolo de su casa, quizás su amigo Clyde le había dicho algo como que Kenny era feo o que tenía piojos.
¡ El no tenía piojos ! Lo sabía porque, además de vivir en la calle por un tiempo, el cuidaba mucho su largo cabello rubio, ya que era lo único bonito que encontraba en su anormal forma.
O tal vez... Talvez Craig ya no lo quería por ser diferente. Lo diferente es raro, lo raro es feo y lo feo no le gusta a nadie, así lo entendía Kenny.
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Una vez que Clyde se fue de la casa, logrando quedar solo el pelinegro y su gatito en el sofá, Craig estaba algo sorprendido porque Kenny no había querido sentarse en sus piernas cuando lo llamo, o no le había sonreído en todo el tiempo que Clyde estaba ahí, pero eso no era lo importante, seguro era por eso mismo, por la presencia de alguien que simplemente no era de la confianza del pequeño niño y por ello se sentía incómodo.
Cuando el mayor al fin se sentó en el sofá, jalo a Kenny del brazo y lo sentó a horcadas sobre sus piernas, logrando que el gatito lo mire algo confundido, hasta que Craig atrapó sus labios en un profundo beso y el menor no dudo ni dos segundos en corresponderle. Kenny amaba con locura a Craig, pero Craig era extraño y la mente del rubio no lograba comprender la mayoría de acciones de su dueño.
¿ Entonces Craig no estaba enojado ? Porque lo estaba besando, y lo estaba haciendo tan bien. Kenny sintió su cola menearse y sus orejas menearse debido a los estremecimientos que atacaban todo su pequeño cuerpo como insectos atacando una bella y delicada flor. La lengua de Craig se movía ya de manera "experta" por toda su cavidad bocal, atacando cada rincón de esta sin pudor alguno.
