24.

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Rosalie. 

He descubierto que soy posesiva. No con los objetos materiales, sino con las personas. Cuando tengo mi círculo especial, no me gusta incluir miembros nuevos. Esta mujer, Lexa, no es que me caiga mal, pero no parece interesada en ganarse amistades nuevas, aunque sí se nota muy cooperativa con Rory y Liam. 

—¿Y eso no te molesta? —pregunto entre dientes a Billie. 

Tres días después de que esa mujer llegó prácticamente no he visto a mi marido. Billie tampoco al suyo. Nash y Jinix han sido los encargados de pasar los mensajes porque ellos no tienen tiempo. Para nosotras no, pero sí para Lexa. 

—¿Me acostumbré? —gruñe ella con las manos en su frente, como si necesitara sostenerla o podría caerse su cerebro en la isla de la cocina—. Bueno, no, no me acostumbro. Pero ¿qué le hacemos? No podemos encadenar a dos líderes poderosos. 

—Y esta mujer, Lexa, ¿qué tal? —cuestiono como quien no quiere la cosa. 

Billie niega. 

—Me jode no tomar café —contesta de vuelta, haciéndome sentir que no me está prestando atención—. Me hace falta. Y el chocolate. Y, por favor, ¿qué tiene de malo el té? Una maldita bebida humeante… Caliente… —divaga con la nariz arrugada, quizá porque yo estoy tomando mi café de caramelo. 

—Mejor botamos esto… —aviso con un poco de culpa. Ella me mira agradecida por mi sacrificio. 

—Le llevé ropa en la madrugada. Es un poco más alta que yo, pero los pantalones de chándal servirán. No parecía muy a gusto —agrega, retomando la conversación—. Podrías donarle algo. Son casi de la misma contextura. 

Volteo a ver mi cuerpo. Empecé a tomar suplementos para aumentar masa muscular porque no era muy agraciada en la parte de atrás. Tenía una dosis buena de pechos, pero me faltaba el culo al estilo Nicki Minaj o Cardi B. No es mi culpa que estemos en la era voluptuosa. 

—¿Crees que nos parecemos?

Billie me mira por unos segundos, alejando sus manos de la frente para poner sus ojos en mi rostro. Luego chasquea la lengua divertida, preguntando—: ¿Estás celosa de Lexa? 

Muerdo mi labio inferior. Y niego, pero soy muy obvia. Ella es rubia y alta, con su piel rosada y perfecta, y parece que no necesita dosis de ejercicios para tener un cuerpo de diosa. He tenido que hacer más ejercicio de abdomen porque mi trasero creció como quería, pero me está saliendo grasita en el vientre…

—Es bonita. Cuesta mucho no sentirse como si estuviéramos en un concurso de Miss U.S.A. 

Billie se queda mirando su cuerpo. Ella parece de la misma clase que Lexa, de esas chicas curvilíneas en los sitios correctos. Pero en vez de verse feliz, Billie empieza a llorar. Mi ceño se arruga y sinceramente no sé qué hacer… 

—¡Voy a engordar! ¿Y quién sabe cómo terminará mi cuerpo? ¿Y si Liam las prefiere como modelos de pasarela? Alana era como esas mujeres que participaban en America's Next Top Model… 

Bien, entiendo el problema. ¿Tengo la solución?, no, no la tengo. ¿Entraré en pánico? Posiblemente. He lidiado con amigas inseguras de su peso, pero nunca con una embarazada. 

La puerta se abre y Rory entra sin notar a Billie llorando desconsolada y yo con cara de que esto es demasiado para mi mañana. Mi esposo está escribiendo en su teléfono; no el personal, que honestamente no lo usa para muchas cosas. Nash por otro lado, se detiene en seco y arruga la frente. 

—Llevaremos poco equipaje…

—¿Rory? —Nash lo llama y este aparta la vista del teléfono para mirarlo. 

Herederos de sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora