33: Sola.

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33: Sola.

Tamar caminaba en círculos por la habitación. «Maldita Moira», pensó con rabia y también dolor. Su punto débil eran sus hijos: Rory y Moira; jamás podría hacerles daño. Sin embargo, debió hacerlo. «Si la hubiera silenciado en vez de ayudarla a huir…», se quejó, aunque fue un impulso fugaz. Amaba a esa traidora y al blandengue de Rory. No obstante, era ese amor el que la tenía de los nervios. Moira cantaría en cualquier segundo. Cada respiración que daba bajo el techo de su marido era como estar esperando el azote de una ola… Como lanzarse al precipicio a conciencia.

—Tengo que irme —susurró al mismo tiempo que detuvo su andar errático. En ese momento pensó en si tendría aliados. Se le escapó un bufido resignado pues no, no contaba con aliados vivos… excepto…

Buscó su teléfono e ignoró las llamadas perdidas. Tenía muchas de sus supuestas amigas, de Rowan, y personas que no le darían la ayuda que necesitaba. El no tener noticias de Rory era más que evidente que él y su sobrino carnicero lo sabían. Y si no, bueno, tampoco se quedaría para averiguarlo.

—¿Qué quieres? —respondieron del otro lado. Una persona con la que había hablado una docena de veces a lo mucho.

—Lo saben. Tienes que ayudarme…

—¿Estás segura? —cuestionaron del otro lado. Tamar dejó escapar un gemido impaciente—. No hay reportes de…

—¿Crees que Liam es estúpido? Posiblemente intervino los teléfonos desde la fortaleza…

—Pero yo sabría…

—¡Hazme caso! ¡Lo saben! —gruñó mirando hacia la puerta de su recámara. El silencio en su casa le parecía sospechoso. Tal vez estaba siendo paranoica, pero no lo pondría a prueba.

Se aclararon la garganta desde la línea y murmuraron muy bajo—: Estás por tu cuenta. Mantén la boca cerrada y no entrarán moscas en ella, ¿estamos claros?

La llamada llegó a su fin.

Tamar volvió a presionar el contacto pero la llamada ni siquiera consiguió tono. «¡Maldito estúpido, bloqueó mi número!», se quejó para sus adentros. Ahora estaba verdaderamente sola… Sólo le quedaba una persona: Logan Black. Jamás habló con el tipo más de cuatro veces y nunca cara a cara. Sin embargo, su desesperación la llevó a considerar cualquier ayuda. Incluso si estaba por meterse en la cueva del zorro…

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