¡7!

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El tiempo vuela, y ese jamás se detiene

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El tiempo vuela, y ese jamás se detiene.
Para cuando Kageyama se dió cuenta, ya estaba preparando su bolso para su primer día en el Karasuno.

Apenas iba a cumplir dieciséis años ese diciembre, y Shoyo apenas habría cumplido 21.

No lo había visto y, hasta donde sabía, ni siquiera volvió a Miyagi durante las fiestas.
Sus familias seguían llevándose bien y a veces su madre hablaba de lo mucho que extrañaba al único Omega de la familia. Porque sí, Natsu, que tenía ya once años, estaba demostrando signos de ser Alfa.

El azabache, por su parte, había empezado a tomar medicación que hacía sus feromonas y celos débiles, similares a los de un Alfa Recesivo pese a ser él un dominante. Porque tenía que, si encontrase a un Omega, lo hiriera como hirieron a Shoyo.
Miwa los visitaba y siempre mencionaba como ya casi terminaba la Universidad, que iba a volver a Miyagi para asentarse y trabajar como estilista apenas se graduara de cosmetologia.

Se le hacía extraño que ella no hablara de Shoyo. Por lo que sabía, ambos se distanciaron después de que Hinata partiera y no tuvieran tiempo de hablar o verse.

Mientras cerraba su bolso, miraba su celular, viendo el número de Shoyo. Se había dado cuenta cuando el pelirrojo se fue, le gustaba.

Le gustaba mucho, lo amaba. Pero era un niño y, ¿Cómo iba a decirle eso cuando Sho se iba a ir y probablemente no lo volviera a ver?

Prefería que se quedara como un recuerdo. El lindo recuerdo de su primer amor.

El pelirrojo ayudaba a sus compañeros de equipo a recoger el gimnasio

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El pelirrojo ayudaba a sus compañeros de equipo a recoger el gimnasio. Luego de haber estado practicando desde las doce de la tarde hasta las ocho de la noche, todo el equipo estaba cansado, dejando el gimnasio apestando a feromonas de Alfa y sudor.

Shoyo se había puesto una inyección que, técnicamente, apagaba sus feromonas. Si bien era aún medicina experimental y los médicos le habían advertido que esto podría interferir con su fertilidad, él lo usaba con normalidad, su prioridad no era tener hijos, si no establecer su carrera en el Volley.

-¡Shoyo!- El mencionado levantó la cabeza al reconocer la voz de un joven Alfa de pelo blanco.
-¡Bokuto-San!- El pelirrojo sonrió ante su superior, que caminaba con su pareja lado a lado, dirigiéndose al menor. Akaashi y Bokuto habían sido bastante buenos con el pelirrojo, siendo el Omega de cabellos azabache quien lo ayudó a acoplarse al ritmo de Tokyo, y Bokuto había sido quién lo ayudó a acostumbrarse a su nuevo equipo en cuanto se unió a ellos, haciéndolo sentir como en casa.

A su espalda, estaba Atsumu Miya, otro Alfa.

Un Alfa que había puesto su mirada en ese Omega pelirrojo.

Tobio era alguien muy respetado en el Karasuno

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Tobio era alguien muy respetado en el Karasuno.

Era uno de los mejores jugadores que habían tenido en el equipo de Volley, al menos desde la salida de Shoyo y Tenma.

Asimismo, su estatus de Alfa dominante lo hacía respetado entre los Alfa, y su preocupación por los Omega de la escuela y su seguridad lo hacía respetado y querido por los pocos Omega de ahí.

Así que, naturalmente, las declaraciones de amor eran habituales.

Y sí, él mismo se había convencido de que Shoyo sería el recuerdo de su primer amor, nada más.
Pero es que simplemente no sentía lo mismo, ni nada similar con ninguna persona.

A veces salía a citas (y eso muy de vez en cuando, porque prefería jugar Volley hasta que se le rompieran los huesos) pero no era tan divertido como sería acostarse en las piernas de Shoyo mientra él hablaba con su hermana.

Tal vez, era el hecho de que nunca se había enamorado, y solo Hinata había hecho que su corazón inexperto dejara de latir con una sonrisa.

O tal vez, Shoyo siempre iba a tener un lugar más importante que nadie.

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The Brother Complex {Kagehina Omegaverse}Où les histoires vivent. Découvrez maintenant