Tobio era aún un niño cuando experimentó su primer amor. Shoyo era tan hermoso, tan maravilloso.
Pero había un problema: ¡Shoyo era cinco años mayor y el mejor amigo de su hermana! ¡¿Como iba un niño de nueve años salir con un chico de 14, que adem...
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Veintiuno de diciembre. Ushijima tenía le fecha marcada, pues Hinata tenía una cita médica ese día.
Volvía a su casa, con un par de bolsas en las manos (no estaba dispuesto a dar dos vueltas por todas las compras que hizo) cuando su mirada captó un camión de mudanzas.
El vecindario de Wakatoshi estaba relativamente vacío, era demasiado caro, las únicas personas que vivían ahí... Eran celebridades.
Le picaba la nariz.
A su lado, estaba estacionado un auto rojo. De él salió un joven de cabellos castaños perfectamente peinados, en ropa que fácilmente podría ser una pijama.
Ese chico... Su aroma hacía que picara su nariz.
El recién llegado volteó a verlo. Ambas miradas se encontraron y el castaño caminó hacia él. Cerca el uno del otro, el aroma quedó claro para Wakatoshi. Un Omega dominante.
-Oikawa Tooru.- Extendió su mano el Omega. -No me has dejado de ver durante los últimos cinco minutos, así que vengo a presentarme como tu vecino.- Continuó al ver la expresión confusa de Wakatoshi.
-Ushi...- -¡Ah! Casi lo olvido. No salgo con Alfas.- Se acercó al mayor, sin dejarlo terminar su oración.
Estaban realmente cerca. Eso puso nervioso a Wakatoshi. Si pensó que Hinata era atrevido y retador, Oikawa lo era definitivamente el doble que él. Lo olió, irrespetuasemente antes de alejarse.
-Menos con Alfas con pareja.- Se dió la vuelta sobre sus talones, camino a su nueva residencia. Ushijima quedó estático.
¿Qué clase de Omega decía eso? Uno excesivamente confiado. Un Omega que sabía lo duro que había trabajado para llegar a cualquier punto. Un Omega igual de fuerte en alma que Hinata.
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-¡Feliz cumpleaños!- Le dijo Hinata a Tobio, con un pequeño cupcake con una sola vela entre las manos. -¿Eh?- Le dijo confundido.
¡Eran las cuatro de la mañana!
-Estoy... Dormido...- Se restregó la cara con ambas manos. -¡Vamos! ¡Solo sopla la velita!- El azabache lamió dos dedos de su mano antes de, con los mismos, apagar la vela.
