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El segundo día fue incluso más difícil para el menor

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El segundo día fue incluso más difícil para el menor. Sobre todo porque su propio Rut estaba respondiendo a la propuestas indecorosas de Hinata.

Esa segunda tarde, se dedicó a acurrucarse con Shoyo, soltando feromonas para tratar de calmar al hambriento Omega, que se dedicaba a gimotear y tratar de tocar a Tobio. El azabache se preguntaba, ¿De dónde sacaba tanta fuerza de voluntad? Solo Dios sabe.

-¡Lo siento!- Exclamaba el pelirrojo avergonzado una vez su mente fue más clara, una vez el Celo y Rut de ambos ya había terminado

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-¡Lo siento!- Exclamaba el pelirrojo avergonzado una vez su mente fue más clara, una vez el Celo y Rut de ambos ya había terminado.
Recordaba a la perfección lo que había hecho, como se le había avalanzado al inexperto Tobio y le exigía contacto sexual.
-Está bien.- Le dijo el azabache tomando un vaso de leche esa mañana, con una ligera vergüenza de todas las cosas que el pelirrojo le propuso durante tres días seguidos, siendo que a partir del cuarto día solo era demasiado cariñoso.
-Aún así, lo siento mucho.- Se inclinó en una reverencia de noventa grados perfecta.
-Te digo que está bien.- Le sonrió el azabache.

Ambos se seguían sinitiendo avergonzados por los sucesos que habían ocurrido. Eran... Como un par de adolescentes.

Veinticinco

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Veinticinco. Hinata había cumplido veinticinco. Había pasado suficiente tiempo como para que las cosas cambiaran.

En primera porque se mudaron a un departamento más grande y en otra parte de la ciudad. Tenían más espacio y Morita, que pronto haría el año, tenía el espacio que necesitaba para correr por todos lados cuando la pareja no estuviera y no contara con la disponibilidad de tiempo que a veces su perro necesitaba. Asimismo, Tobio había conseguido un patrocinio, y este lo dejaba en una posición complicada.

Iba a recibir un patrocinio si partía a Roma.

Quería aceptarlo, pero no quería lastimar a Hinata, asimismo, no quería irse. Su vida le gustaba así, pero el patrocinio era algo que muy probablemente no se vuelva a repetir.
Era una oportunidad de oro.

-Debes ir.- Dijo el pelirrojo en cuanto el menor expuso sus preocupaciones.
-P-pero...- El azabache no estaba seguro. Si se iba, iba a irse un año. No un mes, no seis meses. Un año entero en otro país.
-Pero nada. Es una gran oportunidad, Tobio.- Pasó sus manos sobre sus mejillas. Estaba tratando de ser la persona más madura, pero era difícil detener las lagrimas que querían salir de sus ojos avellana. 
-Pero... No quiero que te quedes solo...-
-He vivido solo la mayor parte de mi vida, Tobi.- Besó su cabello azabache.
-Pero... Tu tratamiento...- Susurró.
-Mi fertilidad ha mejorado bastante gracias a tí. Si me sigo cuidando, no debería de haber problema.- Empezó a besar sus mejillas, tratando de consolar al menor.

-Quiero que... Tú también vivas. No me persigas más.- Besó el puente de la nariz del menor, antes de recibir un fuerte abrazo de su parte.

Al día siguiente, Kageyama aceptó el patrocinio y en dos semanas partiría a Roma. Aunque no supiera italiano.

Una vez el departamento carecía de las cosas del azabache, la noche anterior a su partida, el Omega se acurrucaba por última vez en el año sobre el pecho de Tobio

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Una vez el departamento carecía de las cosas del azabache, la noche anterior a su partida, el Omega se acurrucaba por última vez en el año sobre el pecho de Tobio. Éste solo acariciaba la pelirroja cabellera de su pareja mientras el mayor sollozaba en el torso de su novio.

-No quiero que te vayas...- Había susurrado.
-Pero tú me dijiste que aceptara...- Le dijo suave y juguetonamente.
-No pensé que te fuera a extrañar tanto...- Decía entre hipadas.
-Aún no me he ido...- Trataba de retener las risas que la ironía de la situación lo hacía sentir.

-¿Así te sentiste cada vez que me fuí de Miyagi?-
-Algo... Era muy pequeño, no me acuerdo.- Lo abrazó fuertemente, tratandosde darle seguridad a Hinata.
-De haberlo sabido, no me habría ido nunca...- Tragó sus mocos ruidosamente, haciendo que el azabache soltara la carcajada que tenía retenida.

Mientras ambos estaban retozando en la cama compartida de ambos (petición de Tobio cuando se mudaron) un pensamiento cruzó la cabeza del pelirrojo: su novio era joven y guapo, ¿Cuantos y cuantas Omegas no se le abalanzarán en Roma?

-No puedes salir con nadie más en Roma, ¿Me oíste?- Le dijo aún con la cara húmeda por el llanto. Tobio tardó unos segundos en procesar antes de soltar otra carcajada.
-¡No lo haría ni aunque quisiera!- Empezó a girar con todo su cuerpo mientras sujetaba a Shoyo.
-Y tú, no puedes salir con nadie más aquí en Tokyo.- Le dijo regresando a la seriedad que el pelirrojo había usado en su voz.
-Jamás.- Le dijo antes de besar los labios del menor con dulzura. Éste respondió gustoso el beso.
Una vez se separaron, ambos se miraron a los ojos.

-Y para que estés seguro... Cuando vuelva, haremos nuestra relación pública.- Le besó las mejillas, ante la declaración del menor, el rostro de Shoyo explotó en rojo.
-¿E-estás seguro...?- Le dijo avergonzar y tímido, el menor sonrió, esa sonrisa mal hecha e improvisada que le gustaba tanto al pelirrojo.
-Lo estoy.-

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The Brother Complex {Kagehina Omegaverse}Where stories live. Discover now