DESBORDADA PASIÓN. 🔞 (2MIN)🌈

十八.TE AMO, PEQUEÑO.

La noche se cernía sobre el ilícito Wonchon, sus calles estaban envueltas en sombras era el escenario perfecto para los secretos y encuentros clandestinos. A pesar de la oscuridad reinante, la calle bullía de actividad, incluso más que en las mañanas o tardes. Sin embargo, Taemin avanzaba con sigilo, ocultando su rostro tras una tela, decidido a proteger a su amado Wangja Minho.

Cuando finalmente ingresó a la habitación, Minho ya lo aguardaba con esa mezcla única de impaciencia y desdén que caracterizaba al príncipe. —¿Alguna vez llegarás a tiempo? —reclamó Minho, desatando un ligero rubor en las mejillas de Taemin. Después de tanto tiempo, las reprimendas del Wangja seguían siendo un terreno desconocido para él.

—Yo... lo siento, mi señor, –murmuró Taemin, hincándose sumiso ante la presencia de Minho, quien no tardó en instarlo a levantarse. —Ya te he dicho que no tienes que hacerlo cada vez que cometes un error, —señaló Minho con cierto fastidio, —es fastidioso ver a un hermoso ser, pidiendo perdón por todo.

La condescendencia de Minho se expresaba en sus palabras, pero también en sus actos. –Te compré un obsequio,  —anunció con esa voz grave que tenía el poder de envolver a Taemin. La mención de un regalo iluminó el rostro de Taemin, quien se abalanzó hacia Minho con la efusividad de un niño cuando descubre un tesoro.

–¿Un obsequio para mí, mi señor?,  —preguntó Taemin con ojos brillantes, y Minho, con una media sonrisa, le recordó que no había nadie más en ese espacio aparte de ellos dos. La respuesta de Taemin, nerviosa y atolondrada, dejó entrever la brecha social que los separaba. —¿Pero cómo un Wangja, puede regalarle algo a un simple Nobi, como yo?

—No digas tonterías, Taemin. Tú eres un artista, mereces cualquier cosa. Por eso elegí algo que va contigo,  —afirmó Minho, despejando la incertidumbre con un gesto.

Con delicadeza, Minho apartó a Taemin y le entregó un obsequio envuelto en seda roja. —Toma, ábrelo, —ordenó. —Taemin obedeció,  sus manos temblorosas revelaron un bellísimo carrillón chino. El reconocimiento en los ojos de Taemin mostró que conocía bien ese objeto musical, regalándole recuerdos de un pasado en Japón. Su compañero Yasu, tenía uno igual, incluso en una ocasión le mostró como tocarlo. 

—Mi señor, gracias, es bellísimo,  —expresó Taemin, acercándose para dejar un suave beso en la mejilla de Minho. Sin embargo, la sorpresa no terminó ahí. —Quiero que toques para mí, pero quiero que lo hagas desnudo,  —solicitó Minho, llevando la situación a un nivel de intimidad que solo ellos compartían.

Taemin asintió, incapaz de negarle nada a su Wangja. Desnudándose con la elegancia que lo caracterizaba, luego comenzó a tocar el carrillón, llenando la habitación con una melodía cautivadora. La sorpresa de Minho se intensificó al ver a Taemin cantar y danzar con gracia, sumergiéndose en un arte glorioso que eclipsaba cualquier barrera entre ellos.

Cuando la última nota resonó en la habitación, Minho, embriagado por la belleza que acababa de presenciar, se acercó a Taemin con emoción desbordada. —Taemin, eres increíble, de verdad eres todo un artista, —elogió Minho, quien no pudo contenerse y lo acarició antes de sellar su admiración con un beso apasionado.

En ese momento, el tiempo parecía detenerse, y solo existían ellos dos, envueltos en una llama ardiente de pasión. Las manos de Taemin temblaban ligeramente cuando acariciaban con ternura el rostro de Minho, explorando cada rasgo con devoción. Minho respondía con una sonrisa cálida que iluminaba su rostro, reflejando la intensidad de sus sentimientos.

El suave roce de sus labios marcaba el inicio de un beso apasionado. La conexión entre Taemin y Minho se intensificaba con cada instante, como si sus almas estuvieran danzando en armonía. El calor de sus cuerpos se fusionaba, creando una sensación embriagadora que les envolvía por completo. El mundo a su alrededor desaparecía, dejando sólo espacio para la magia del amor compartido.