⁞ Capítulo 11: La oscuridad de Daren ⁞

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Sira se rascó la cabeza con una mano y reprimió un bostezo

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Sira se rascó la cabeza con una mano y reprimió un bostezo. Echó un vistazo al reloj de pared del Cuartel Secreto de la Guardia de Élite y se sorprendió al descubrir que todavía eran las seis y media de la tarde. En diecisiete horas se celebraría la comparecencia ante los Reyes de La Alianza y, con un poco de suerte, ella aportaría buenas noticias a las tres cortes de Eletern.

—No entiendo cómo Ilan podía hacer esto por gusto... —murmuró Daren, hijo ilegítimo de la Reina Wina y medio hermano de Sira, sentado a su lado con la misma cara de cansancio.

—Hemos sido muy desastrosos —comentó ella mientras a su vez negaba con la cabeza.

Ambos estaban frente a la enorme mesa de reuniones, él sentado en su asiento y Sira en el que ordinariamente correspondía a Wayra. Desde que Ilan se convirtió en un mapa humano, la traducción del grimorio había quedado paralizada. Toda la atención se había centrado en los tatuajes del Guardián del Bosque y el lenguaje arcano de la Diosa Serina. No obstante, tras el ataque a Lumiel, si algo había quedado claro sobre el libro era que habían cosas en su interior que Kai conocía mejor que ellos mismos. Tenían que seguir descodificándolo.

Dicha ardua tarea, habitualmente encomendada a Ilan y a Marina, había sido delegada a la Princesa Sira de Velentis por estar el primero preocupado con el tema de la tinta verde que impregnaba su cuerpo y la segunda sufriendo las fiebres derivadas del accidente de Aidan. En fin, que siguiendo la clasificación de guardias según su astucia, en el tercer puesto destacaba la Guardiana del Sol.

—¿Por qué lo dices? —cuestionó Daren frunciendo el ceño.

—Nos desentendimos del grimorio y ahora el Reino de las Sombras nos lleva ventaja. —Sira apuntó unas pocas palabras en un pergamino y comprobó que estuviesen bien escritas—. Marina vio a Kai llevarse una llave durante el ataque. No sabemos qué abre... Está muy bien que Chloé, Bianca e Ilan se ocupen del mapa, pero no será suficiente. Tenemos que traducir todo esto —golpeó con la palma de la mano el libro— cuanto antes.

—Bueno, ha pasado una semana y casi tenemos otro hechizo, ¿no? —Daren hojeó rápidamente el gigantesco tomo y silbó—. Ilan solo tradujo tres en dos meses.

—Eso es porque lo hacía en su tiempo libre, cuando tenía ganas, y encima solo. Ahora es nuestra obligación.

Daren asintió con la cabeza. Si su función en la guardia iba a ser a partir de entonces la de comprender aquella retorcida compilación de conjuros cifrados, terminaría enloqueciendo. Él era un hombre de batalla, como Aidan y Wayra. Aunque si su hermana le pedía el favor de hincar los codos para salvar Eletern, estaba dispuesto a matarse a leer hasta secarse los ojos. Todo por contentar a la menor de la Familia Real de Velentis.

El día posterior al ataque, Sira se levantó temprano y empezó con la descodificación. Según las notas de Ilan, el libro debía almacenar alrededor de cuarenta hechizos, diez en cada sección. Para evitar llevarse otro susto como el que tuvo él la noche que le aparecieron las runas verdes, los guardianes habían optado por centrarse primero en la última de las secciones, es decir, la escrita en la lengua de las brujas, pues de ahí surgieron las tremendamente útiles sales de viajes, así como la recarga de talismanes. En principio, nada peligroso.

Los Primordiales: Gotas de esperanzaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang