Capítulo 94 por Bianca Winston.

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—¿Quieres decir que Bianca y Tú? —escucho a mi amiga preguntar sorprendida.

—¡Stefan por favor! —le suplico.

Este no es el lugar para que hablemos de este tema, ¡alguien podría escucharnos!, pero me contengo de decírselo, porque sé que está cabreado a nivel máximo.

—¿Qué, fui indiscreto? —Me dice con sarcasmo marcado en su voz—. ¡Disculpa!, ¿sabes qué?, has lo que quieras! —me dice dándome la espalda y dirigiéndose a su coche.

—¡Stefan! —le digo suplicante, ¡qué importa que me escuchen rogarle!

—¿Qué? —me pregunta sin siquiera voltear a verme.

Y se me hace pequeñito el corazón de verlo tan cabreado, sé que solo quiere cuidarme, pero tiene que entender que tengo miedo de que todos nos vean marchar juntos.

Cuando estaba en los baños, entraron varias chicas, y sin saber que yo estaba ahí, comenzaron a hablar de Stefan y de mí.

—No les pareció extraño que el Señor Brown, solo se preocupó y asistió a Bianca, ¡había dos golpeadas y él solo vio a una! —juraría que quien comento eso, era Adriana.

—No, ¡a mí no!, ellos son amigos desde hace mucho —respondió Abigaíl, a ella si la reconocí bien.

—Con razón la dejaron de asistente en presidencia, sin lugar a dudas, ¡no hay como entrar con cuello a una empresa! —comentó la misma chica, que creo que es Adriana.

—No, —dijo Abigaíl—. De hecho, hasta adonde tengo entendido, la puntuación con la que Bianca entro a la empresa, solo es superada por la de Carol Laurence.

—¡En serio!, ¿tan buena es? —preguntó otra chica.

—No me crean a mí, pregúntenle a Mariana —dijo Abigaíl.

Después de eso salieron y quedó todo en completo silencio, y yo pude salir sin que me vieran, ni se dieran cuenta de que las escuché.

—¡No te enojes!, en verdad voy a estar bien —le digo, tratando de ablandarlo.

—Me llamas si quieres que vaya por ti —me responde subiéndose a su coche y marchándose sin siquiera verme.

—¿Que vaya por ti? —Me pregunta Sofía—. ¿Desde cuando salen ustedes dos y no nos habías contado?

—Este no es un lugar adecuado para hablar del tema —le dice Lorena a Sofía—. Vamos, yo voy a manejar.

—¿Hermosura estás bien? —me pregunta Julio.

—Sí, vamos a casa, quiero dormir.

—¿Vas a contarnos? —me pregunta Sofía.

Nos subimos las tres a mi coche y Julio nos dice.

—Prohibido que hablen sin mí, espérense a que lleguemos a tu apartamento.

Me pongo a reír, ¡porque mis tres amigos son únicos!, al menos eso me dará unos minutos.

—¿Por qué no nos habías contado nada? —me pregunta Sofía.

—Déjala, Julio pidió que no hablemos del tema —le dice Lorena—. Mejor cuéntanos qué te hiciste cuando te desapareciste —la cuestiona a ella.

—Um... me encontré con unos amigos que no miraba desde hace mucho.

—Qué extraño, ¡Javier también desapareció!

Sofía no dice nada y hacemos el trayecto en silencio, como no estamos muy lejos, y las calles están vacías, llegamos pronto, Julio ya está en el parqueo cuando llegamos y sale a nuestro encuentro.

Señor Brown no firmaré ese contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora