Capítulo IV

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Capítulo 4: Pequeña gente china, destrozos en propiedad ajena, una pequeña apuesta. Por supuesto que es el mejor de los días

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No siempre es sencillo saber cuando un día será uno bueno.

Harry rara vez sabía cuando iba a terminar el día con una serpiente del tamaño de Europa persiguiéndolo y un calvo albino lanzando Avada Kedavra. Mucho más raramente sabía cuando terminaría el día ganando la copa de las casas, o al menos eso es lo que él dice, porque después de segundo año comenzó a tener el presentimiento de que si les hacían falta puntos al final, igual se los darían hasta por romper todas las reglas de la escuela en tanto lo hicieran con el suficiente estilo.

Pero, el punto, es que hoy supo que era un buen día.

En consecuencia, Harry flota a lo largo de la mañana bebiendo el café más caro del establecimiento (que igual es lo suficientemente barato para que Draco frunza el ceño) evadiendo como un hipogrifo en un paseo mañanero las punzadas de Draco.

O bueno, tan bien como puede, porque está feliz, no muerto.

Un ejemplo es la conversación que ocurre mientras abren y cierran los libros de la biblioteca.

En algún momento de la actividad dan con un libro de la historia mágica tras las 7 maravillas del mundo antiguo. Harry se detiene a ver por encima el contenido, y apenas Draco se da cuenta comienza a explicarle haciendo hincapié en lo necesario que es que un mago le hable de esto a sus hijos.

— Nadie necesita saber esto —decide Harry.

Aunque es interesante. Eso último se lo guarda para disfrutar de Draco frunciendo su ceño impecable (da la sensación de que jamás le saldrán arrugas y que se mantendrá bonito y etéreo hasta el fin del mundo y más allá).

— Es útil entender esto para comprender lo que ocurre cuando usamos nuestra magia para la apreciación muggle. La sola comprensión de los jardines Colgantes de Babilonia y la imposibilidad de su existencia mediante la ingeniería de la época nos explica... Potter, escúchame, estoy tratando de enseñarte un poco de cultura mágica aquí. La mínima consideración que puedes tener es oírme.

— Puedo hacer otras cosas mientras lo intentas.

Draco suspira al tomar un libro y alzarlo en dirección a Harry, el cual lo observa cuidadosamente antes de asentir con la cabeza, diciendo que no va a inspeccionarlo en profundidad.

Entonces Draco lo abre y se queda ahí metido.

Harry lo mira por el rabillo del ojo.

— ¿Y? —pregunta Harry sobre la conversación que estaban teniendo.

Draco se encoge de hombros y sigue pasando los libros.

Con el libro contra sus labios, Harry esconde el gran esfuerzo que está haciendo por no reírse en su cara de hurón.

— En realidad ya dijiste todo lo que sabes pero igual te querías quejar, ¿cierto?

— Sé lo suficiente y sé dónde buscar si necesito la información —lacónicamente dice Draco—. Ahora bien, igual fuiste grosero.

A Harry No le Pagan lo Suficiente // Harco - DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora