Capítulo VIII

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Capítulo 8: Cuentan las leyendas que cuando el diablo quiso los derechos de autor de los siete pecados capitales, se dio cuenta de que ya estaban registrados a nombre del palo en el culo de Draco

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Durante la siguiente hora Harry aprende mucho sobre los perturbados procesos mentales de alguien de Slytherin para relacionarse. Ellos tienen lo que se llaman requisitos súper exigentes para ver si se relacionan o no contigo, que son:

1. Que te puedan preguntar "¿cuánto te queda?" Y respondas, sea porque estás embarazado, preso o con cinco amenazas de muerte encima.
2. Ellos deben tener la muy sutil sospecha de que si se meten contigo los niños les podrían salir chuecos por el incesto involuntario.
3. Debes caminar medio chueco porque el ego no te cabe en los pantalones (o porque eres el niño del punto anterior).

Como Harry cumple todo salvo estar embarazado, ha tomado la sabia estrategia de acercarse a hablar primero y sacar tantos temas de conversación como si en la vida hubiera interactuando con un ser vivo distinto a su propia mano.

No hay silencios incómodos (ni cómodos) y mucho menos hay preguntas que lo saquen del juego antes de poder preguntar "¿qué piensas de mi amigo?".

Aquí es cuando boquean como peces fuera del agua.

Muchos, la mayoría, no se dejan engañar por sus esfuerzos para encubrir sus faltas y con educación declinan. Esa es una conclusión recurrente, sabía que no sería popular.

Pero no es la regla. Todavía hay personas que tuercen la cabeza hacia Draco Malfoy y responden ya que, como todos saben, hablar de una persona que no te alcanza a escuchar es el pasatiempo favorito de esta gente. A partir de ahí, la conversación siempre fluye.

Entonces los lleva con él.

Tiene suerte de que Draco tenga facilidad para las palabras pues no necesita mucha ayuda desde que le presenta a la gente.

Y Harry lo intenta. Se aleja un poco para comer de la mesa de postres sin dejar de oír el intercambio, y luego sufre intentando ser silencioso cada vez que Draco despacha a la gente con la seguridad de alguien que tiene mil amigos y no necesita uno solo más.

— A veces espero cosas de ti —comienza a decir Harry—. Que te de una sobredosis de arsénico, que cataloguen como un crimen a la moda el gel que te echas, que un día me confieses que Voldemort y tu tía tuvieron un hijo. Ya sabes. Cosas posibles...

— ¿Soy un maldito boggart para ti?

— ...Pero jamás esperé que este fuera un mal lugar para ayudarte a socializar...

— ¿Donde conservamos el cepillo de dientes de Voldemort? Debió ser una gran sorpresa.

— ...Y confío bastante en mis predicciones...

— Tu gran instinto también esperó cosas buenas del profesor Quirrell y resultó tener el piojo más narizón del puto mundo —dice Draco, y le colma la paciencia.

— Cállete y óyeme o juro que te quito lo pálido a varillazos.

Draco lo mira en un silencio contemplativo.

— No hay bolas.

Harry lo apunta con su dedo.

— ¡Exacto ese es el problema! Por eso no le gustas a la gente, ¡normal! ¿por qué mierda me gustas a mí?

— ¡Oh, no te atrevas! —el plato resuena contra la mesa al ser golpeado por Draco dramáticamente y exclamar:— Dejemos algo en claro a tu sucia boca mestiza, ¡yo podría ser amado por todo el mundo! ¡¿Quien no reconocería la grandeza cuando la ve?! —Harry rezonga cuando Draco se señala a sí mismo de pies a cabeza— Pero no todos la merecen. ¿La que me preguntó mi signo y luego hizo mala cara cuando dije que géminis? ¿El que me trató de explicarme por qué la reina de Inglaterra sí es humana? ¿El que me trató de convencer de creer en ese mago comunista y alcohólico que volvía el agua en vino? ¡Me rehuso!

A Harry No le Pagan lo Suficiente // Harco - DrarryWhere stories live. Discover now