3- La propuesta

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Era miércoles, y no un miércoles cualquiera, sino el Miércoles de Pizza, una institución sagrada en el calendario de Raquel y Luke. La tradición había comenzado como una broma, una excusa para rendir culto a su amor compartido por la pizza, pero con el tiempo se había convertido en algo más: un ancla de normalidad y amistad en la vorágine de la vida en Nueva York.

Raquel sonreía al recordar cómo había comenzado todo, con ellos desafiando las leyes de la digestión humana durante la "Semana de Pizza". Había sido una semana gloriosa, hasta que la realidad había golpeado el estómago de Luke en forma de úlcera. Desde entonces, habían moderado su fervor a una vez por semana, y así nació el Miércoles de Pizza.

Con la pizza de jamón y piña —la favorita de Luke— ya horneándose y esparciendo su aroma por el apartamento, Raquel no podía evitar rodar los ojos. A pesar de los años de debate culinario, nunca había logrado convencer a Luke de que la piña no pertenecía a una pizza. Después de años diciéndole que eso era una completa abominación, había tirado la toalla intentando hacerlo entrar en razón. Mientras él se la comiera a dos metros de distancia, a Raquel tanto se le daba si quería desgraciar su paladar con ese invento de Satán.

El timbre sonó, sacándola de sus reflexiones. Al abrir la puerta, encontró a Luke con su sonrisa característica y una botella de vino en la mano.

—Vaya, solo diez minutos tarde —comentó Raquel, mirando el reloj con una ceja alzada. Para Luke, eso era prácticamente una llegada anticipada.

—El tráfico estaba a mi favor —dijo él, entrando y dejando la botella sobre la mesa—. Además, no podía permitirme llegar más tarde. Es el Miércoles de Pizza, y eso es sagrado.

Raquel no pudo evitar sonreír ante su tono solemne.

—Espero que esa botella compense tu casi puntualidad —dijo ella, colocando la pizza en la encimera.

—Siempre traigo lo mejor para la ocasión.

Luke dejó la chaqueta y la bufanda en el perchero, revelando un jersey de esos que tanto le gustaban a Luke cuando empezaba el frío. Se trataban de jerseis con referéncias a películas o series, y a veces, Raquel se había preguntado si tendría algo más de ropa que no fueran jerseis con frases como "yo soy tu padre" de Star Wars. Para la ocasión, Luke había elegido un jersey de lana con un dibujo de John Snow luciendo un gorrito de Navidad. En la parte de arriba, se podía leer claramente "Winter is here".

Luke descorchó el vino con una habilidad que hablaba de muchas noches de práctica y puso dos gotas de vino, haciendo que la mente de Raquel dejara el peculiar gusto de Luke por los jerseys y volviera a la realidad.

—Entonces, ¿cómo fue lo de la urgencia? ¿El perro está bien?

—Sí, al final todo salió bien —comenzó, su voz un poco más baja de lo habitual—. Fue un susto grande. El pobre tenía una fractura en la pata y un par de costillas rotas, pero lo operamos a tiempo.

Raquel asintió, animándolo a continuar. Aunque no entendía el vocabulario médico, le gustaba verlo hablar de su trabajo. Era como si se transformara, como si cada célula de su ser vibrara con el propósito de ayudar a esos animales.

—Tuvimos que hacerle una osteosíntesis... —Luke empezó a explicar el procedimiento, usando términos como 'fijación interna' y 'placas de compresión'. Raquel no entendía la mitad de las palabras, pero asentía, completamente cautivada por la pasión que Luke ponía en cada detalle.

—Es increíble cómo puedes recordar todas esas palabras —dijo Raquel con una sonrisa—. Yo me habría perdido después de 'osteosíntesis'.

Luke se rió, con su buen humor restaurado.

Fingiendo un amor de NavidadWhere stories live. Discover now