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Había pasado ya un tiempo desde que "la tortura" para Pedri había empezado, y bueno, de tortura no tenía nada; esperaba lo peor, quizá los peores insultos que pudiera escuchar hacia el o el peor acto de maldad que alguien pudiera hacerle, pero no, Pablo estaba tranquilo, se tomo enserio eso de "llevarse bien" y no solo fuera de la habitación, sino también dentro de esta.

Era bastante raro cuando llegaba la noche y debían encerrarse desde las 9 pm por el toque de queda, si era sincero no le molestaba, lo extraño era cuando ya "dormían" pero terminaban platicando hasta altas horas de la madrugada y arrepintiéndose por la mañana cuando debían levantarse para ir a entrenar.

Los entrenamientos tampoco iban mal, Pedri ya había encontrado a quien aferrarse, a su nuevo chicle y el desafortunado no era nada más y nada menos que Gavi, a quien también se le veía con las mismas intenciones que el canario, pegarse a el todo el tiempo que le fuera posible.

Con respecto a su situación en el fútbol, pues las cosas habían mejorado, por fin empezaba a tener minutos con el Barça B y si tenía bastante suerte, salía de titular. Para Pablo era lo mismo, pero el entraba casi al final por el problema de las molestias, casi siempre por Pedri cuando el llegaba a ser titular, si no lo era, compartían el campo, aunque eso sucedía pocas veces, pero cuando pasaba el partido tomaba un camino muy diferente, el menor metía tanta intensidad que solo el canario lograba manejar, Gavi era el de los goles y Pedri el de las asistencias.

Así, sus increíbles actuaciones en aquellos partidos terminaron llevándolo de vuelta al primer equipo, claro siempre de segunda opción, pero gracias a ello empezó a recuperar aún más la confianza en sí mismo. Pablo por otro lado, ya era titular indiscutible con el B, pero aún no era lo suficientemente bueno como para llamar la atención de Koeman.

Aún así, estando separados la mayor parte del tiempo, estando en niveles de fútbol diferentes, cuando por fin coincidían en la habitación reinaba la paz y tranquilidad, cero rencor o envidia, quizá era el cansancio que no dejaba que se le cruzaran esas ideas en sus cabezas, sobre todo en la del sevillano.

Solo eran ellos dos por la noche disfrutando en silencio de la compañía del otro, no había necesidad de hablar, simplemente con saber que el otro estaba ahí era suficiente.

Aunque, al final, si termino afectando el haberse separado de golpe tras haberse acostumbrado a la presencia del otro, era poco el tiempo que compartían que buscaban la manera de verse más, como si compartir habitación no fuese suficiente.

—Parece que te paso un camión por encima

—Bueno fuera, que doy otro paso y me tendrás que llevar en brazos a la enfermería —dijo Pedri que recién terminaba su pesado entrenamiento con el primer equipo ya que el partido de UCL contra el Ferencváros estaba a la vuelta de la esquina.

—Dramático —Gavi solo estaba ahí de adorno porque al parecer no tenía nada más importante que hacer que se iba a ver los entrenamientos del canario y le esperaba hasta que terminaran, así casi siempre.

—Cállate y ayúdame —a Pedri aún le costaba adaptarse a las actividades físicas de casi diario, era mucho esfuerzo para su pequeño cuerpo, la dieta que le habían asignado no estaba rindiendo frutos, el objetivo era que ganara masa corporal porque era puro hueso, pero del tiempo que llevaba ahí no había ni aumentado algunos kilos. Eso le jodia, le jodia que no pudiera cumplir todo lo que el club le pedía; el no tener el físico más adecuado creía que también era un factor que influía con que no tuviera minutos al principio, aparte de su pequeño grande problema para relacionarse con la gente que lo llevó a hundirse en la soledad, eso era algo de lo que apenas empezaba a recuperarse gracias a Pablo, alguien que también llegó a ser un problema al inicio.

Always hate me Where stories live. Discover now