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MARATÓN 2/3.



Amelie Jones.

La carretera se extiende frente a mis ojos nublados por las lágrimas que se acumulan alrededor, trate de no soltar ni una sola lágrima más, por más que sé que esto es lo mejor para todos no puedo dejar de sentirme culpable.

La oscuridad de la noche parece que va a tragarme y en verdad quisiera que por un momento realmente me llevara presa, que me hiciera su prisionera para terminar con esto de una buena vez.

Lastimar a Erick duele y mucho, jamás quise que esto pasará y menos de esta manera, lo intenté todo antes de Christopher, quise salvar lo nuestro pero Erick se empeñaba en alejarse cada día más, unos años después de nuestro matrimonio todo cambio, Christopher llegó a mi vida en mi momento más vulnerable, si es verdad que muchas veces quise alejarlo trate de portarme como la peor persona pero él siguió ahí, después simplemente caí en tentación, quise divertirme y creí tontamente que lo nuestro no duraría, jamás creí que él se convertiría en mi todo y que lo nuestro sería tan real.

Y es que siendo honestos, ¿Quién podría imaginar que un mujeriego como Christopher Vélez realmente se enamoraría? Pero pasó, él me enseñó lo que es sentirse realmente deseada y amada, algo que hace mucho tiempo no sentía, con Christopher volví a sentir esa chispa y locura que dicen es el amor.

Mi cabeza es un lío, no quiero ver a Erick porque sé que estará enojado y hasta decepcionado de mi y no puedo, no puedo ver su odio hacia mí, me partiría el alma y me haría sentir todavía más miserable. Lo único que realmente quiero es quedarme en la cama, hacerme un pequeño bollo y dormir, sí soy ese tipo de persona que para evadir su realidad duerme por horas.

La calefacción comienza a empañar el auto, el frío aquí es azotador, he decidido mudarme por tiempo indefinido a la casa que mis padres pusieron a mi disposición, está es la casa de vacaciones que Erick y yo usábamos en los primeros meses de casados, cuando todo era miel sobre hojuelas, donde no teníamos problemas y no estábamos distantes, aquí pasamos muchas cosas pero no tantas como en la casa que abandone, no podía quedarme ahí por mucho tiempo más, esa habitación y esa casa solo me recuerdan lo malvada que he sido, lo cruel que he sido con ese maravilloso hombre. Quedarme en esa casa ya comenzaba a asfixiarme.

Detuve el coche cuando el camino de piedra comenzó a resonar, la gran casa se extiende ante mis ojos, luce hermosamente desolada, como el escondite perfecto para que nadie te encuentre por años si así lo quisieras.

— Señorita Jones, bienvenida. — Raúl el  hombre encargado de cuidar la casa toca el cristal de coche. — ¿Todo esta bien? 

El frío azotó mi cuerpo, él señor Raúl se encontraba frente a mi viéndome con preocupación, un hombre de cuarenta años, el cabello comienza a ser  blanquecino perfectamente peinado hacia atrás, un bigote cuidadosamente recortado del mismo color de su cabello, sus ojos de un intenso azul me analizan con duda, su piel blanquecina comienza a tener arrugas, su altura es grande al igual que su cuerpo es un hombre que se ejercita, lleva la ropa correcta para el clima tan helado mientras que yo me comienzo a congelar y ese frío tan estremecedor es el que hace que salga de mis pensamientos.

— ¿Se encuentra bien?

— Si, no se preocupe señor Raúl todo esta bien. — fingí una sonrisa.

— ¿Segura?

— Si.

— Bien, no insistiré más, bajaré el equipaje, por favor entre hace frio y se puede enfermar.

No dije más, como si un zombie hubiera poseído mi cuerpo en automático abrí la puerta del copiloto sacando los chocolates y las flores que Christopher había comprado para mí, así mismo tomé entre mis manos la carta que Erick escribió para mí.

Sexo 𝑠𝑖𝑛 𝐏𝐈𝐄𝐃𝐀𝐃  |Christopher Vélez| +18 ©Where stories live. Discover now