Capítulo 27 - Jason

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Releí los documentos que tenía sobre la mesa de mi oficina una vez más, incrédulo ante las cifras que estaba viendo. Pasé las hojas de nuevo, atónito y con una sensación de pánico creciendo en mi interior a pasos agigantados. Resoplé y me recliné sobre el respaldo del asiento.

—¿Estás seguro de esto, Bob? —le pregunté al director del departamento contable de la compañía que estaba de pie a un lado del escritorio.

—Los he revisado cientos de veces, no hay duda: la familia von Bismark está arruinada. —Maldije, enfadado, frustrado y dolido por la mala cabeza de mi amigo—. El banco ejecutará la hipoteca en unos meses y en su empresa no tardarán en descubrir que les ha hecho perder muchos más millones de los que reflejaban sus cuentas —me explicó.

—Joder —blasfemé.

Me levanté de malos modos y me acerqué a la ventana. Observé el horizonte del distrito financiero de Nueva York sin fijarme en nada en concreto. Con las manos en los bolsillos, sopesé las opciones para ayudarlas a ellas, al menos.

—¿A cuánto asciende la deuda con el banco? —quise saber. Escuché a Bob suspirar.

—Jason, esto te lo digo no como tu asociado, sino como tu amigo y compañero de todos estos años: no puedes seguir salvándole el culo a esa alimaña. —Me giré de golpe y lo miré con dureza—. Lo siento, tío, pero sabes que es así. Otto von Bismark es de las peores personas que existen. Ha estado desviando dinero de la empresa para sus propios beneficios personales, sus vicios y pagarse lujosas escapadas con sus amantes —dijo.

—Sé que está liado con su becaria, la hija de un compañero, pero...

—No, no es solo esa joven, con su edad es normal ser más impresionable. —Bob tomó aire para continuar con su exposición—. Es de sabiduría popular que se ha tirado a media oficina y despilfarrado tanto su fortuna como la de su mujer en juegos, putas y a saber qué más. Además, hay un problema añadido a todo eso —comentó.

—Habla, por favor, no te cortes —le insté. Me crucé de brazos y me apoyé contra el cristal del ventanal.

—La becaria con la que está liado es la sobrina del fiscal del distrito de Nueva York y todos comentan que se la está follando, y agasajando con regalos lujosos, para conseguir el favoritismo de su tío para cuando todo el peso de la ley caiga sobre él. —Cerré los ojos y maldije de nuevo.

—Bob, habla con el banco y encuentra la forma más favorable para salvarlas a ellas. No puedo dejarlas así, no las voy a abandonar a su suerte.

—Lo entiendo, pero...

—Hazlo. —Unos golpes en la puerta del despacho nos interrumpieron—. Adelante —dije.

—Perdone, señor MacKenzie, pero tiene una visita. La señora von Bismark dice que tenía cita con usted —comentó mi secretaria.

—Sí, dile que pase —contesté. Miré a Bob, que ya había recogido los documentos de la mesa y se los había colocado bajo el brazo—. Haz lo que puedas, Bob, por favor —le supliqué.

—Está bien, veré qué podemos hacer. —Asentí y se despidió. Saludó a Gwendy al cruzarse con ella en la puerta y se fue.

—¿Te pillo ocupado? —preguntó Gwendy, entrando con paso elegante.

Era hermosa, muy hermosa. Llevaba la melena rubia ondulada suelta y le caía de forma grácil sobre los hombros. Maquillaje sutil, no necesitaba más porque su belleza natural hacía el resto. Vestía un elegante traje acampanado con unos tacones que le estilizaban por completo las piernas. Preciosa, como siempre lo había sido.

—No, tranquila. Ya habíamos terminado. —Me acerqué a ella para estrecharla entre los brazos.

—Wow, ¿va todo bien? —me dijo, devolviéndome el abrazo.

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