Año 3- Parte 11

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"¡Un...un hombre lobo!" gritaba uno de los jóvenes que empezaba a correr dentro del castillo, los otros tres se quedaron parados en ese mismo lugar, como estatuas sin saber si debían huir como su amigo o ayudar al tal Hann en quitarse de encima al hombre lobo que poco a poco le iba desgarrando el brazo con sus colmillos.

Asqueroso.

Los tres estudiantes mayores apuntaron con manos temblorosas hacia la criatura quien dejó de morder el brazo de Hann al ver movimiento por su lado, el brazo que había soltado se encontraba destrozado y si era muy atento podía ver que había roto el hueso por la forma extraña que se había posicionado. El hombre lobo miraba directamente a los otros tres que quedaban, preparándose para saltar encima de ellos, listo para atacar, enseñando sus colmillos que estaban bañados en sangre haciendo que algunos se le cayera la varita por la vista espeluznante y desagradable.

No iba a negar que era atemorizante. Los hombres lobos eran criaturas terroríficas, sentía su corazón retumbando con rapidez en su pecho por el miedo que le estaba transmitiendo.

El licántropo saltó.

"¡Protego!" gritó lanzando el escudo frente a esos estudiantes que cayeron para atrás ante el salto repentino, habían caído de trasero y temblaban asustados gritando '¡Oh, Merlín!' '¡No, no, no!' '¡Por favor, por favor no me hagas daño!'. La criatura golpeó con fuerza el escudo, desorientándose por unos segundos ante el impacto de su rostro. Segundos que aprovechó para correr y levantar del suelo a uno de los otros estudiantes. Les gritó "¡Corran!" quienes se miraron desconcertados, sin entender de porque estaban vivos en ese momento "¡Ahora!" ese último grito los hizo reaccionar y empezaron a correr por los pasillos, sin embargo, también alertó al hombre lobo que giraba su cuerpo hacia el camino por dónde estaban corriendo los de quinto año despavoridos "¡No! Aléjate de ellos" se puso entre el licántropo y los que corrían, como un escudo.

Él podía enfrentarse a la criatura... no creía que los otros puedan.

Atrás del lobo se encontraba Hann que se iba desangrando con mucha velocidad, tanto que se iba formando un charco de sangre a su alrededor, le preocupaba lo pálido que se estaba poniendo porque eso solo significaba que podía morir y aunque ese joven le importaba muy poco, no podía dejar de pensar en que debía tener personas que lo amaba, un papá, una mamá, una familia. Debía llegar a él para cerrar la herida o debía alejar al lobo y esperar que esos idiotas tengan la suficiente materia gris de levantar a los profesores y a Madame Pomfrey.

"¿Por qué?" la voz era rasposa, cansada y dolorosa... el hombre lobo le estaba hablando, no sabía que podían hacer eso. Eso le pasaba por no revisar su libro de Defensa como Hermione siempre le estuvo repitiendo, pero su justificación era que todavía no llegaban a ese tema en su clase.

Por ese motivo se vio ridículo al decir "¿Qué?"

"¡¿Por qué defiendes?! ¡Ellos malos!" levantó su voz la criatura, se notaba enojado, furioso y al mismo tiempo perdido, parecía que se preguntaba de su actuar extraño. Como si el mismo Draco estuviera fuera de lugar y no él.

El licántropo se acercó con mucha velocidad hacia su persona, tan rápido que a las justas pudo dar un salto hacia atrás para evitar que sus garras se entierren en sus hombros. Empezó a sentir su respiración acelerada, casi le rebana los hombros era lo que pensaba, es demasiado rápido, como un rayo.

No pudo evitar temblar ante la habilidad del hombre lobo, nunca había conocido a alguien tan rápido en su vida, así que por ese motivo no lo pensó mucho cuando gritó "¡Saggita Canieci!" era sorprendente como la mente asociaba sus pensamientos con los hechizos. Hace poco creyó que el lobo era veloz como un rayo y ahora de la punta de su varita salió una flecha hecha de rayos que por poco impacta el pecho de la criatura, en vez de eso se estrelló contra la puerta, sacándola de sus bisagras, derrumbándola lejos.

Draco Malfoy y el lobo solitarioWhere stories live. Discover now