10 | All'alba

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Carmine.

¿Ya qué?

Me dejo besar y tocar de estas dos mujeres, me dejo llevar por el momento.

Me recuerdo a mí mismo en este sillón cuando era más joven, todo un promiscuo hecho y derecho. Y no solo esta zona, porque me salía incluso de aquí para buscar más dentro de esa masa de cuerpos saltarines. Hasta hace tres años yo fui de esa manera.

Era un diablillo.

Mientras me manosean aquí, Vice también se está divirtiendo mucho bailando con la tercera compañía. Sé que no hará nada para engañar a su esposa, no tiene el corazón para eso. Solo mira, se roza, pero ahí queda.

—¡Oh, sí! ¡Woohoo! —aulla mi primo Corintio, el rubio, a poca distancia de la zona VIP cuando nos ve a Vice y a mí.

Está muy agusto entre dos desconocidas que sondean sus cuerpos como si le estuvieran haciendo el amor con la ropa.

Él me robó el título del diablillo cuando declaré mi rotundo retiro de la parranda. Tiene veintitrés años y vive la vida loca como ninguno de nosotros lo hizo.

Las dos chicas tiran de mí hacia adelante para que me ponga de pie. Parece que llegó el momento de ir a los cuartos de arriba que son solo para los miembros del club, los VIP y los dueños.

Aún no estoy muy tomado para eso, por lo que le arrebato el vaso de la mano a mi primo bebo hasta el final lo que quedaba.

—¡Ya! ¡Ya! ¡Anda! —Me arrebata el vaso y me empuja directo hacia ellas. Se gira hacia la pelirroja con la que bailaba y le da una nalgada—. ¡Tu también ve con él!

Hay un hombre de seguridad que, al verme, nos deja pasar hacia las habitaciones de arriba. Desde las escaleras veo que Vicente se divierte solo en la zona VIP, Corintio parece un lobo aullador rodeado de muchas mujeres, mi primo Lucca y Ricardo bailan más al fondo cada quién con pareja, no muy lejos avisto a mis otros colegas capos gozando a su manera.

En la cima solamente hay un lugar a donde ir, ese mismo queda detrás de una cortina roja. Desde aquí yo las guío a través de unos pasillos en forma de T, iluminados con lámparas LED rojas. Las conduzco hacia adelante y tomamos el camino de la izquierda. Las puertas están hacia nuestra izquierda; las pasamos todas y nos detenemos en la última.

Fue hace años, pero he venido aquí cientos de veces y sé dónde queda la mejor habitación, la cual tiene la cama más amplia. Vi a Corintio allí abajo, así que por eso sé que está libre.

Ya en el cuarto, semi-oscuro por las luces de afuera, cierro la puerta detrás de mí cuando ellas ingresan antes. Pretendo seguir a las chicas a la cama, pero una de ellas me detiene antes de que siquiera dé el primer paso. Sus suaves manos se anclan alrededor de mi cuello y me acaricia los hombros.

Al analizar la oscuridad en sus ojos, no hay signo de amenaza en ella. Solo quiere ser la primera en probarme.

Las otras dos, la del pelo afro y la pelirroja, decidieron adelantarse. Se suben a la cama King Size, se desnudan la una a la otra, se tocan y besan lascivamente.

Esa vista es tan sexy que temo que mi erección podría reventarse aquí mismo.

—¿No quiere saber mi nombre, señor? —La mujer de cabello rubio ronronea sobre mis labios antes de besarlos castamente.

—No es importante —susurro antes de besarla con más fuerza.

Su mano desciende con lentitud desde mi pecho, y se separa de mí cuando da un apretón exquisito en mi entrepierna, el cual provoca la huída de un gemido por parte mía.

CARMINE ©Where stories live. Discover now