Secret -Harry Potter-

Parte 7

No solía usar ropa de colores negro, plateado o verde, debido a que según su novio y la familia de este no eran colores aptos para ella al ser una Gryffindor, por lo cual usualmente en actos públicos usaba rojo con dorado o algunas veces usaba tonos pasteles, siempre con diseños sencillos. Solo una vez compro un vestido que salía de esos parámetros.

Era el tercer aniversario de la batalla y era el primero después de haber terminado el colegio, hacía meses que no sabía nada de Harry y Draco o por lo menos no de manera directa; y se encontraba buscando un vestido de gala para la ceremonia hasta que se encontró con un vestido color verde esmeralda de corte sirena que tenía una sola manga larga de encaje negro, encaje que cubría toda la espalda mientras que el escote era una mezcla entre un escote en V y un escote corazón. Quedó enamorada del vestido, así que lo compró sin dudarlo al saber que combinaría muy bien la gargantilla de diamantes con forma de pétalos que caía en un gran rubí con la forma de una gota rodeado de diamantes, anteriormente era un ópalo; pero su madre lo cambio por la piedra roja al saber que esa piedra representaba la casa en la que estudiaba, se la había regalado al cumplir los 15 años y no había tenido oportunidad de usarlo. Sin embargo, dos días antes de la ceremonia Ron había ido a visitarla y vio el conjunto que la castaña tenía pensado usar y tuvieron una gran discusión en donde Ronald le decía que esos colores no eran dignos de ella y que si los llevaba lo iba a avergonzar al frente de todos, aún más si llevaba un collar tan ostentoso que él no le ha regalado, ¿Qué diría las personas de él? Al final, Hermione terminó cediendo usando un vestido de corte imperio de color rojo con escote V con mangas largas con una sencilla cadena de oro.

Ahora al frente suyo tenia nuevamente ese vestido que una vez le fue prohibido y estaba decidida a colocárselo. Se peinó con una cola de caballo alta dejando sus castañas ondas caer por su espalda conjugado por un sencillo maquillaje con tonos verdes enfocado en resaltar sus ojos marrones junto con labial tono burdeos. Se colocó una capa negra sobre su vestimenta y salió de su hogar.

-Creo que no va a llegar-comentó Draco jugando con su copa de vino. Eran las 20:15 y no había rastro de Hermione. Había estado seguro que ella se iba a presentar.

-Creo aún puede que ocurra un milagro, estamos hablando de nuestra leona. -dijo Harry tomándole la mano sobre la mesa guiñándole el ojo en un gesto de complicidad.

Harry sabía que Draco estaba nervioso. De entre los dos, él fue el más herido por el rechazo de Hermione, aunque no lo demostró en su momento, pero para Harry era más claro que el agua. Hubo una chispa que esa mañana de abril, esa mañana que Hermione paso por el lado de Draco sin siquiera dedicarle una mirada, se apagó como una vela ante un fuerte viento. Para el mismo Harry había sido un fuerte golpe ver aquella acción, golpe que solo empeoro al notar la distancia que ella hacia establecido con él, como lo trataba si fueran los mismos de ante de la guerra. Harry aún tenía el consuelo de la amistad de ella, Draco no tenía ni eso y eso siempre fue una herida abierta en el corazón de él. Sinceramente, el Gryffindor no sabía que esperar de esa cena, ya que conocía lo obstinada y orgullosa que era la castaña, pero eso no quitaba que era inteligente y ciertamente astuta, lo que hacía todo el asunto incierto. Solo quería que el resultado que fuera sea para el bien de para todos. Lo que más deseaba era la felicidad de las dos personas que más amaba en el mundo, aunque las dos no estuvieran a su lado.

Una corriente atravesó la espalda de la pareja haciéndoles levantar la mirada hacia la entrada del reservado, la cual se abría dejando ver a un mesero que escoltaba a Hermione, quien se sacó la capa que la abrigaba revelando un vestido que dejo a ambos sin aire. No había mujer más hermosa en este mundo. Ambos se levantaron de sus asientos. Hermione le entregó su capa el mesero, se adentró en el reservado unos pasos hasta al ver a los dos hombres parados se detuvo de golpe haciendo que un leve rubor cubriera sus pómulos. Suspiro y se acercó a su asiento.