Para Amelie Beinhofer la suerte nunca está de su lado. En un arrebato de terror se presenta los temibles juegos del hambre.
Dónde Amelie desarrolla sentimientos hacia su mentor.
O
Dónde Peeta termina enamorándose de su tributo, de su chica en llama...
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Despierta por una de esas horribles pesadillas que la persigue, hoy es día de la cosecha; hoy es el día donde lanzarán a una persona inocente a sus estupidos juegos.
Bufo molesta, era uno de los días que más odiaba, eso y su cumpleaños. Se levantó de la cama rápidamente, haciendo que sus pies descalzos tocaran la fría madera del lugar.
Abrió la puerta de su pequeña habitación y se dirigió a la de un lado. Al entrar sonrió cálidamente al ver a su pequeño hermano dormir, Ossian.
La chica se acercó silenciosamente a la cama del pequeño y acarició la mejilla de él, sentía muchas cosas en este momento; una de ellas era una extrema preocupación hacía su hermano.
Desde hacía bastante tiempo solo eran ella y Ossian, anteriormente eran una familia de cuatro, con un pequeño bebe creciendo dentro de su madre. Pero luego fue la famosa explosión de la mina del distrito 12, accidente donde su padre y su hermano mayor fallecieron.
La comida ya no era algo que llegara, no tenían ningún proveedor de alimento, y Amelie estaba incluso sorprendida de que no murió de hambre durante ese tiempo.
Eso hasta que ella cumplió 12, y por el bien familiar se obligó a incrementar el número de veces que su nombre estaba en aquella urna, todo a cambio de teselas. No era la única que lo hacía, de hecho estaba sorprendida por la cantidad de gente que lo hacía.
Su madre murió unos años después del nacimiento de Ossian, según la señora Everdeen murió de tristeza. ¿Muy irónico no? Por lo que Amelie tuvo que quedarse a cargo de Ossion y sacarlo adelante, era la única familia que le quedaba.
Le dió una ultima mirada a su hermano y se dirigió a su habitación. Dónde rápidamente se colocó sus botas de cuero; la piel fina se había adaptado a sus pies. También se pone unos pantalones y una camisa, mete su cabello en una gorra y toma la bolsa que usa para guardar todo lo que recoge.
En la mesa -bajo un cuenco de madera, que sirve para protegerlo de roedores- encuentra un perfecto quesito de cabra, seguro había sido un regalo de Prim hacia Ossion. Ellos eran muy amigos, de hecho podría decir que mejores amigos.
Su parte del Distrito 12, a la que se le suele llamar Veta, está siempre llena a estas horas de mineros del carbón que se dirigen al turno de la mañana. Hombres y mujeres de hombros caídos y nudillos hinchados, muchos de los cuales ya ni intentan limpiarse el polvo del carbón de las uñas rotas y las arrugas de sus rostros hundidos.
Sin embargo, hoy las calles manchadas de carboncillo están vacías y las contraventanas de las achaparradas casas grises permanecen cerradas. La cosecha no empieza hasta las dos, así que todos prefieren dormir hasta entonces ... si es que pueden.
