CAPÍTULO 1 AL 10

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CAPÍTULO 1: NO QUIERO MORIR

Abril estaba sentada en la cama abrazando sus rodillas, el frío invierno calaba sus huesos como filosas espinas, ella intentaba cubrir su pequeño y delicado cuerpo lo mejor que podía, pero en aquel palacio abandonado en el que había sido enviada a vivir no le daba el cobijo que necesitaba. 

Abril era la primera hija del rey de Venobich, un hombre cruel y despiadado que veía a todos sus hijos como simples herramientas. 

En el reino Laios el heredero al trono siempre era el primogénito, no importaba el género del niño, sin embargo, el rey no quería a una niña pequeña y enfermiza como su heredera, así que la envió a la parte más recóndita del palacio para que muriera en silencio.  Abril se había aferrado a la vida con todas sus fuerzas, a pesar de que solo recibía una comida al día y de que no tenía las condiciones adecuadas para sobrevivir ella no se dio por vencida y se aferró a la vida de manera admirable. 

En el silencio y entre lágrimas se repetía una y otra vez. No quiero morir, no quiero morir, Dios, si me estás escuchando ayúdame por favor, no quiero morir. 

Abril repetía esas palabras cada día, una y otra vez. Nadie lograba entender por qué un ser tan débil y desafortunado como lo era ella seguía aferrándose a la vida, un día una de las sirvientas que le llevaba comida una vez al día le preguntó. 

¿Por qué sigues queriendo vivir?, ¿Acaso no sería más fácil dejarse morir?, así todo el dolor y el sufrimiento que estás sintiendo desaparecería. 

Abril tenía 12 años, a esa corta edad 6 años habían sido un infierno, pero ella no se rendía ante las garras de la muerte que cada día le susurraba al oído que dejara de luchar.  Mientras comía la espesa sopa con un hambre voraz Abril le contestó. 

¿Por qué no te tiras de la torre más alta de este castillo? iEstás loca!, si lo hiciera moría. 

Lo ves, así como tú vida es valiosa para ti, mi vida es valiosa para mí, así que deja de pedirme que muera, por qué no lo haré. 

Ella continúo comiendo en silencio, al terminar la sirvienta tomó la bandeja con los platos vacíos, ella no había dejado ni una sola miga, se lo había acabado todo. 

Después de que la sirvienta se fuera Abril se asomó por la ventana, fuera la nieve había empezado a acumularse, mientras veía a través de la ventana alzó su mirada al cielo y volvió a decir su pequeña oración juntando sus dos manos.

Por favor Dios, no permitas que muera. 

Abril continúo haciendo la misma oración durante tres inviernos más, a la primavera de su quinceavo cumpleaños aquella sirvienta que siempre le llevaba comida le llevó un hermoso vestido, hermosas joyas y adornos para decorar su cabello. 

¿Por qué has traído todo eso? Preguntó con curiosidad. 

Su majestad me pidió que trajera todo esto, que la pusiera hermosa, él quiere verla. 

Habían pasado 9 años desde la última vez que Abril había visto a su padre, ella aún recordaba las crueles palabras que le había escupido con rechazó la última vez que le había visto.  “No necesito a una hija tullida como mi heredera, así que muere de una maldita vez”.

¿Sabes por qué quiere verme? No, solo me dijo que me diera prisa. 

Aquella sirvienta le dio un baño de agua fría, todo el cuerpo de Abril se estremeció al sentir el agua fría derramándose por su delgado cuerpo, ella deseo que todo eso acabará rápido, pero no fue así, fue largo y tortuoso, ya que debía quedar muy limpia.  Después de bañarse la sirvienta la ayudó a vestirse, ella le puso un hermoso vestido blanco pulcro, después le colocó dos adornos de flores una a cada lado de su larga cabellera rojiza, después aplicó un maquillaje ligero, por último, ella adorno su cuello con un pequeño collar con un zafiro en forma de lágrima.  La sirvienta hizo que se mirara en un espejo roto que había en una esquina de la habitación, ella se veía hermosa, a pesar de no haber vivido en condiciones adecuadas Abril se había convertido en una hermosa joven de cabello rojizo, con la piel blanca y pálida como la harina debido a que casi nunca recibía los rayos del sol ya que siempre estaba encerrada en aquel frio palacio.  Sus ojos dorados como el sol brillaban y sus labios rojos como el muérdago se veían hermosos y delicados. 

ESPOSA OLVIDADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora