Capítulo XLIII

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Lalisa Manoban no tenía intención de llegar tarde a tan lejos, más no era la primera vez que sucedía algo así, siempre superaba sus espectativas ella misma de cuán cruel podría llegar a ser y saber que no tenía límites en sus deseos solo le hacían anhelarlos cada vez más.

Le tomó menos tiempo del que imaginaba que las piezas volvieran a encajar tal y como lo había predicho, el desafortunado contratiempo en la cárcel de su madre sólo la había retrasado, pero confiaba en el buen juicio perjudicado de las chicas y por supuesto en la eficacia de su querida doctora para que al momento de volver a reunirse estuviera todo bajo control así que sin ánimos de tardar más salió al destino pactado con anterioridad sabiendo que sus pequeñas que estaban más que vigiladas por ella, estaban por llegar, quizá las habían separado durante unos meses pero jamás estuvieron alejadas y su tiempo de descanso había culminado, después de todo nunca volverían a ser libres.

- Mis niñas - susurró a la distancia.

La pelinegra observaba a lo lejos a sus tres castañas acercarse con sumo cuidado, sabía que este día llegaría y que mejor si la noche las acompañaba, eran cerca de las 11 p.m. y el viento parecía soplar a su favor como siempre, dentro de su propio bosque tenebroso su deseo aumentaba conforme escuchaba el crujido de las ramas secas con cada paso que daban sus adoradas pequeñas.

- Es aquí? - preguntó la menor de ellas.

- Cómo es qué conoces este lugar? - preguntó la mayor.

- Lisa y yo tuvimos un momento aquí y aquel día me hizo... - La castaña felina tocó su pecho con un poco de angustia, recordar aquello era volver a sentirlo - Ustedes saben perfectamente, la marca que llevamos es muy pesada como aquel día.

- Y está abierto? - preguntó la mayor.

La menor de ellas empujó la puerta de madera de aquella cabaña alejada de la gran mansión de Lisa, sorprendiéndose un poco al notar que estaba abierto, asomó ligeramente la cabeza en busca de algo, cualquier cosa que las pusiera alerta pero no hubo nada, ninguna presencia o señal de su amada se notaba a simple vista, regresó su vista hacia atrás para asentir a sus compañeras en señal de que era seguro entrar, así que continuaron muy despacio, una tras otra hasta que estuvieron dentro.

Jennie ya había estado una vez ahí y podía escucharse a ella misma a través de las paredes, como si sus gritos de aquel día donde fue marcada le cantasen en el oído, mientras que Jisoo y Rosé miraban con curiosidad cada rincón de la cabaña, caminando de un lado a otro, tocando cada parte de la madera hasta que una de ellas notó algo sobre el lugar.

- Ven esto? - preguntó Jisoo elevando dos de sus dedos al aire.

- Yo no veo nada - respondió la menor entrecerrando sus ojos.

- Exactamente... El lugar está limpio - miró sus dedos - parece que alguien estuvo aquí.

- Será Lisa? - preguntó Jennie - Quien si no? Nadie a excepción de su hermano conoce este lugar y dudo mucho que él volviera por aquí.

- De hecho hay alguien más que conoce la existencia de este sitio.

- Qué estás...? -

Su conversación fue interrumpida cuando lograron escuchar una leve tonada, las tres quedaron en total silencio para poder oír mejor el sonido, una bonita melodia era interpretada en medio de la oscura y silenciosa noche, se miraron unos segundos entre ellas antes de seguir el sonido que al parecer venía desde afuera, sin embargo no era reconocible fácilmente, podía venir de cualquier lugar gracias al viento.

Insane (Lisa GIP) Where stories live. Discover now