، 🍪 : Final

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—Toma, cárgalos mientras hago las papillas y por favor cuida que Ander no se muerda los dedos otra vez.

—¿Que haga qué?

Jimin sonrió y le entregó a los bebés con suavidad aún sabiendo que su esposo entraría en crisis a los cinco minutos al tener que cuidar a sus pequeños cachorros de un año y medio. El pequeño y tierno Taeyong y el pequeño y travieso Ander. Uno de sus cachorros tenía grandes ojos castaños, piel blanca como la de su papá Taeyong, cabello rubio y cortas piernas gorditas que estaban cubiertas por un pantalón muy pequeño de algodón. Traía unas hermosas calcetas azules y un gorrito negro que él mismo le compró. Y el otro era más travieso, juguetón y bastante escurridizo como Park Ander lo fue en su momento. Tenía cabello rubio, ojos cafés claros como Jimin y era pequeño, tan pequeño como su hermano. Traía puesto un trajecito azul con gorra y a pesar de que el omega le había dicho que no lo dejara morderse los dedos, Ander estaba haciendo eso precisamente.

Los cachorros eran muy pequeños y Jungkook siempre tuvo miedo de abrazarlos y lastimarlos. No quería ser un bruto y terminar por hacerlos llorar, por ello, la mayoría de las veces jugaba con los cachorros sobre su cuna o en la cama de su habitación para evitar problemas, llenaba el lugar con almohadas y peluches para jugar con ellos. Jimin lo sabía, lo había visto en varias ocasiones en las que entraba en crisis al entrar a la habitación de sus bebés y no encontrarlos en sus cunas.

—Minnie —llamó el alfa, pero el omega simplemente rió mientras negaba y hacía oídos sordos al llamado del mayor—. Amh, creo que, creo que alguno de ellos dos va a llorar si no vienes...

En realidad no era así, porque sus cachorros lo amaban tanto que cuando jugaba con ellos, sus ojitos brillaban y las risitas resonaban por toda la habitación. Jungkook los amaba mucho, siempre lo haría y estaba esperando con mucha emoción el día en que se presentaran para darles la plática. Como había hecho con Hoseok.

—Minnie —volvió a llamarle, pero era inútil, su omega, claramente lo estaba ignorando—. El bebé quiere a su papá omega —dijo—. Jim.

Miró a su cachorro en brazos y al otro en la silla alta mordiendo sus deditos mientras se reía y sus ojitos desaparecen formando dos pequeñas y hermosas líneas, sus encías sin dientes y toda la perfección que era su bebé lo dejó anonadado, ¿realmente él había apoyado en hacer a estos hermosos ángeles? Porque no podía terminar de creerlo. Aún le costaba mucho saber que sus bebés eran hermosos y que con cada día que pasaba se volvían más grandes, traviesos y lindos.

Quizás era porque se parecerían a él en todos los sentidos, quizás serían unos rebeldes desobedientes desde cachorros como sus papás siempre le dijeron que fue y aunque le gustó la idea, también le preocupó un poco.

—He vuelto, ¿qué te pasa? —preguntó el menor mirando a su pareja. Jungkook miraba muy fijamente a sus bebés sin parpadear mientras uno de sus hijos se mordía los deditos y se reía y él otro se quedaba dormido en sus brazos—. ¿Estás bien? —le preguntó cuando vio las lágrimas resbalar por las mejillas de su esposo.

—¿En serio son míos? —preguntó una vez desde que llegaron a su vida. No podía, enserio no podía creer que él, Jeon Jungkook, era papá—Jim, ¿en serio soy papá y tú mi esposo? ¿Esto no es un sueño?

Jimin sonrió para luego acercarse y darle un beso en la mejilla suavemente.

—Son nuestros cachorros y si estamos casados, me lo pediste una semana después de saber que ibas a ser papá, recuerdo que dijiste que tu propuesta debía superar la de mi hermano así que me llevaste a Madrid, España y de alguna extraña forma alquilaste todo un hotel para pedirme ser tu esposo. Yo aún no supero la cara de Taehyung al ver el hotel en Madrid —sonrió.

—Te amo —dijo el alfa mirándolo—. Y gracias por darme cachorros, Minnie.

Jimin negó y luego hizo el intento por tomar a su cachorro de los brazos del mayor, pero al conocer perfectamente bien a su alfa, supo que eso no sería posible porque Jungkook era una persona cariñosa con sus hijos, porque cuando decidía cuidarlos, no había poder en la tierra que lo alejara de ellos y porque si alguien se atrevía, su lado posesivo y sobreprotector salía a flote. Así que levantó a Ander de la sillita alta y caminó con su cachorro en brazos detrás del alfa que se negaba a soltar a Taeyong.

Jimin ya era plenamente feliz, a sus 26 años tenía todo lo que quería, una familia preciosa, un esposo consentidor y cariñoso, cachorros preciosos y una vida bastante perfecta, no había nada que le hiciera falta. Tenía todo, incluyendo al alfa que odió en su juventud.

Porque la frase de: "El alfa que odio, ¿es mi alfa?" cambió por: "¿Alguna vez odié a mi alfa? " sin darse cuenta de ello.

Fin.

el alfa que odio, ¿es mi alfa? › kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora