EL HIJO DE MEDUSA

EL AVENTURERO PARTE 5

El aire resonaba con el eco de hojas de acero chocando, marcando el clímax del duelo entre el aventurero y Teodoro. El templo antiguo, testigo silente, presenciaba el enfrentamiento de dos destinos entrelazados por el destino.

El cansancio pesaba en los hombros del aventurero, quien, reconociendo la necesidad de un movimiento audaz, decidió apostar todo en un solo ataque. Sus músculos fatigados respondieron al impulso final mientras levantaba su espada con determinación. La hoja centelleó con la promesa de un intento definitivo.

Teodoro, con ojos serpenteantes que seguían cada movimiento, respondió con la gracia y la agilidad que había demostrado a lo largo del enfrentamiento. En un parpadeo, las armas chocaron una vez más, pero esta vez, el aventurero encontró la oportunidad que buscaba.

Con un movimiento fluido, el aventurero repelió el ataque de Teodoro y, con una precisión letal, apuntó hacia el corazón del joven guardián. El templo se llenó de un silencio expectante mientras la espada del aventurero se dirigía hacia su objetivo.

Sin embargo, la historia tomó un giro inesperado. A pesar de la aparente vulnerabilidad, el aventurero se dio cuenta de que, en todo el combate, no había tocado directamente el cuerpo de Teodoro. La piel del joven guardián, oculta bajo ropajes mitológicos, poseía una dureza superior incluso a la hoja afilada que sostenía el intrépido explorador.

La espada del aventurero se detuvo abruptamente, repelida por una barrera invisible que protegía el cuerpo de Teodoro. La sorpresa paralizó momentáneamente al aventurero, cuya estrategia audaz había sido contrarrestada por la naturaleza misma de su oponente.

El rostro de Teodoro reflejaba una aceptación serena, como si hubiera previsto este desenlace desde el principio. El aventurero, con respeto en sus ojos, retiró su espada, reconociendo la habilidad y la fortaleza de su oponente. El templo, con sus muros antiguos como testigos, se llenó de un silencio que marcó la conclusión del enfrentamiento.