Llámame por mi nombre | Larry Stylinson

Capítulo 51

El hogar estaba silencioso y acogedor como Jason había empezado a notar que era desde que comenzó a prestarle más atención.

El alfa estaba sentando en el sofá de la sala muy entretenido leyendo los últimos correos que había estado recibiendo de la universidad cuando la voz gruesa de su padre se escuchó;

—¿Cómo me veo? —el alfa mayor cuestionó.

Jason volteó sobre su hombro y parpadeó ante la imagen fresca y elegante del mayor. Rodó los ojos con diversión—. Te ves bien papá.

—Pero, pero —Tobias parpadeó sacudiéndose un poco la ropa que estaba impecable y tomó una pose chistosa e infló el pecho, le dio una mirada a su hijo y alzó un par de veces las cejas—. Bien cómo... Bien, o bien como, muuuy bien.

—Bien como, "se trata solo de Emiliano y Louis, ni siquiera tiene sentido que estés usando un traje". —se quejó Jason, mirando a su padre con burla y fingida confusión.

—Oh callate, es una tarde especial. —Tobias hizo un gesto con la mano y le dio la espalda al menor para mirarse en el espejo más cercano aprovechándo para acomodarse la corbata.

Jason negó, sonriendo entonces ante el actuar de su padre y volvió su vista al ordenador en sus piernas.

A pesar de haber sido una noche tranquila, cuando el sol asomó sus primeros rayos Tobias se había convertido en un auténtico niño pequeño. Emocionado y con sonrisas para todo el mundo, Jason incluso le advirtió acusarle con Emiliano por sonreírle a empleada del supermercado que les atendió cuando hicieron las compras para la comida como si su vida dependiera de ello.

Jason jamás comentaría sobre lo confuso que fue ver a su padre hacer un puchero. Pero se rió con ello. Y esa era la actitud.

Así que había llegado el día en que su familia se reunía finalmente. Había estado hablando con Louis a ratos durante el viaje, de lo único que se quejaba el omega era que su barriga hacía que el cinturón del avión le apretara.

Jason se contuvo de decirle que seguramente la cachorra era como una bola de algodón. Grande y dulce.

También tuvo la oportunidad de hablar con Emiliano, quién preguntó sobre cómo iban sus días y por supuesto también por Tobias, argumentando que no había hablado lo suficiente con el alfa durante los últimos dos días. Jason no tuvo corazón para arruinarle la sorpresa y decirle que Tobias en realidad estaba en casa esperando ya por ellos.

Por alguna razón, se sentía cálido al imaginar la emoción de la familia al ver que al fin estarían juntos. Quería experimentar aquello.

Un vago recuerdo le invadió la cabeza, de aquel día cuando sus deseos internos se hicieron evidentes.

Estaba ahí, con Harry recibiendo a su familia con emoción desbordante. Abrazando a su hermana y a su madre con tanto amor, tanta paz y tanta alegría. Mientras Jason veía todo desde la puerta con recuerdos amargos sobre la persona que solía ser invadiendo su mente.

Ya no tendría que ver desde la puerta, ya había podido superar esos malos recuerdos donde se veía como una persona que no era realmente.

Ya no era ese alfa indiferente, gruñón y enojado con el mundo.

Ahora era ese alfa que saldría a recibir a su familia con los brazos abiertos. Porque ahora tenía a quién abrazar con amor, cariño y alegría.

En el presente, solo podía dar gracias por haber tenido la oportunidad de cambiar. Y haría lo posible por seguir haciendo lo correcto.

Ese era quien realmente era. Y estaba agradecido. Con el cielo, las estrellas y su familia.

Pero a pesar de la tranquilidad del lugar siendo los tarareos de su padre lo único que podía escuchar, hizo una mueca y dirigió su mirada de ojos verdes a la cocina—. Papá.