5. Pirata de Poca Monta

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En la orilla aciaga, el navío de la marina desembarcó, y de su interior emergieron cadetes de La Marina. Al frente, el capitán imponente, con semblante altivo y mirada cínica, informó que la hora de pagar impuestos llegó.

Los habitantes de la tribu se escondieron, los niños dejaban de jugar para ir a sus casas y resguardarse en los brazos de sus padres. En poco tiempo, el pueblo se volvió fantasma, el polvo se alzó, meciendo rudamente el follaje de los árboles.

El capitán, imperturbable ante la escena, encontraba placer en observar a la tribu huir como ratas asustadizas. No importaba cuánto intentaran esconderse, él los casaría y si no cooperaban, los mataría. Fácil para un tipo con tantos hombres a su mando y con la mente llena de codicia. 

Contempló al líder de la tribu avanzar, con pasos sosegados y una calma extrañamente serena.

—Desistamos de formalismos, viejo. Comienza pagando tu parte, luego visitaremos las demás casas.

—Esta vez no les daremos nada.

—Conoces lo que les pasó la otra vez por decir eso mismo —se carcajeó, acomodándose su sombrero—. Pero siempre con esa terquedad.  

El líder de la tribu provocó repugnancia en el alto mando al no mostrarse intimidado. Sin embargo, este no dejó que la sonrisa abandonara su rostro, al contrario, hizo crujir sus dedos y se apresuró a lanzar un golpe destinado a ser memorable. Habría triunfado de no ser por la intervención de un chico con sombrero de paja, que detuvo el puñetazo por completo, alejándose con el anciano en brazos, resguardándolo del peligro.

No tardó en reconocerlo ya que el chico tenía un cartel de recompensa y encontrarlo, a él y su tripulación, era prioridad de La Marina. El marino agradeció al cielo, si atrapaba a todos esos mocosos tendría más dinero e inclusive un ascenso. 

—No sé qué hacen entrometiéndose en asuntos que no les incumbe, piratas. No dudaré en  acabar con todos ustedes y llevarlos a donde pertenecen.

Comenzó la pelea, un grupo de marinos rodeó a Zoro, Nami, Ussop y Sanji. Estos no tuvieron dificultades para vencerlos, propinándoles golpes que los dejaron fuera de combate en tiempo récord.

Por otra parte, Luffy esquivaba los golpes del jefe. Toda su tripulación se quedó expectante, atenta a la reacción del Sombrero de Paja, quien aflojó la mandíbula para comprobar la dureza del golpe recibido, escupiendo sangre y tambaleándose para atrás, sin llegar a caer.

Luffy lanzó una serie de puñetazos que el marino esquivó hábilmente, redirigiendo uno de los golpes hacia su hombro para minimizar el impacto. Aprovechando la oportunidad, agarró la muñeca de Luffy y le propinó un certero golpe con dos dedos en la parte interna del codo. Con Luffy encogido por el dolor, el marino aprovechó para sujetarlo del hombro, retorcerle la muñeca y finalmente, con un movimiento fluido, lo derribó contra el suelo.

—¡Vaya sorpresa!, creí que darías más pelea, pirata —vio a su tripulación preocupada, luchando con otros marinos que iban saliendo del barco—. Creo que 30.000.000 de berries fueron demasiado para ti. 

Tras apartarse, pensando que era suficiente, el marino se llevó una sorpresa. Luffy se reincorporó rápidamente y le asestó un golpe en el costado izquierdo, impactando de lleno en las costillas. Sin tiempo para reaccionar, el marino se dobló instintivamente por el puñetazo, tratando de equilibrarse, enojándose y poniéndose alerta, agarrando a Luffy del brazo, haciéndolo caer al suelo una vez más.

Manteniendo un firme agarre en su brazo, le aplicó una rodilla en la espalda, dejándolo completamente inmovilizado. Decidió no soltarlo porque aunque el pirata fuera débil a sus ojos, sin duda era alguien persistente.

Zoro y Sanji, tras bloquear a los otros marinos, se dirigieron hacia su capitán, golpeando al jefe de La Marina quien cayó hacia el suelo, escupiendo sangre y con varios dientes fuera de su boca. 

—Vaya, ahora lo entiendo —se limpió la comisura de los labios. A la falta de sus dientes le costaba hablar—, mientras que tu tripulación es realmente fuerte, tú, Monkey D. Luffy, resultaste ser un pirata de poca monta.

La situación puso en alerta a la tripulación. Su capitán no era de los que perdía con facilidad, y para rematar, aquel tipo de La Marina ni siquiera llegaba a ser fuerte. Incluso Ussop reconoció que podía vencerlo él sólo. 

Antes de que el marino pudiera hablar más, resultó herido por Nami al punto de jurar que nunca regresaría a esa isla. El jefe de la tribu agradeció la ayuda de los jóvenes piratas, pero ellos apenas le prestaron atención ya que estaban profundamente preocupados por su capitán. Algo no encajaba.

La situación dejó a Luffy reflexionando, sin reconocerse a sí mismo, y admitió su ineficacia en la pelea. Con la llegada de la noche, la tripulación se reunió para discutir lo ocurrido.

—Lo siento —se disculpó, ocultando su preocupación detrás de una falsa sonrisa—, me descuidé… me sentía cansado y tenía hambre. Es eso. 

Ante eso, ninguno le creyó, en especial Sanji, quien empezaba a sentir aguijones punzantes en la cabeza, junto con varios retazos de recuerdos que lo confundían; el bosque, un mapa y una extraña anciana.

Optaron por quedarse en la isla unos días. Pronto notaron que Luffy enfrentaba serios problemas, cansándose fácilmente ante cualquier situación, incluso las fiestas ya no le atraían. Su sed de aventura pareció desaparecer de un día a otro.

Lo que terminó de alertarlos fue la pérdida de apetito que comenzaba a tener. 

—Un médico debe revisarte —le había dicho Sanji, preocupado, con Luffy a su lado sosteniendo su mano, los demás fueron en busca del médico de la tribu—.  Todo estará bien. 

—Es mucho drama el que hacen —rio por lo bajo—, ya se me pasará—. Lo besó en los labios suavemente, siendo correspondido.  

Contrario a las expectativas, el diagnóstico del médico no reflejó alguna alergia o enfermedad. Tras la revisión, declaró que Luffy se encontraba en excelente estado, considerablemente mejor que antes. Y en lugar de infundir tranquilidad en la tripulación, esta noticia hizo que se mostraran inquietos, mucho más inquietos. 

 

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Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos「 LuSan 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora