7. Réquiem del Corazón

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Sanji, incapaz de soportar más las palabras de la anciana, abandonó la cabaña, corriendo entre los árboles del bosque. Tras ser consciente de la elección correcta en aquel preciso momento, se encontraba en la difícil encrucijada de aceptarla, debatiéndose frente a su ineludible inclinación egoísta.

Su interior estaba tan dañado que se resistía a liberar a su capitán, al menos eso creía.

—¡No quiero que dejes de amarme! —Corría, observando el cielo poblado de nubes grises, que lloraban en sintonía con él, mediante pequeñas gotas que pronto se intensificarían—. Pero tampoco quiero que tu sueño sea aplastado por alguien miserable como yo...

Se detuvo, permitiéndose empapar por la lluvia, que dejó de ser serena para tornarse intensa. Sus cejas caídas, los hombros laxos, el dolor impreso en su cuerpo. Metió las manos en los bolsillos del pantalón y prosiguió con paciencia, dejándose acariciar por las potentes gotas que se fusionaron con sus lágrimas.

Al arribar al lugar en el que se hospedaba la tripulación, sintió un suspiro de gratitud por no encontrarse con la presencia de su querida Nami y los otros dos hombres. Sólo quería ver a una persona, sólo quería ver una sonrisa, la sonrisa que siempre lograba salvarlo. Su amado capitán. 

Entró a la habitación de Luffy, y este estaba esperándolo, con aquella sonrisa que nunca parecía querer agotarse. La pérdida de fuerza física y apetito parecían no afectarle.

—¡Sanji, estás muy mojado! —Soltó un quejido, sacando de un armario unas cuantas toallas y acercándose al rubio—. Quítate la ropa —siguió sin recibir respuestas y ladeó su cabeza, confundido—. Bien, quédate quieto, yo te la quitaré. 

Lo despojó de toda su vestimenta, conduciéndolo a la bañera y brindándole un baño cariñoso al cual Sanji no se resistió. Luffy le colocó una toalla en la cintura y juntos se dirigieron a la cama donde reposaba la ropa limpia y cálida; Sanji se sentó en ella.

—Te amo, Luffy. —Le expresó sin más, esbozando una sonrisa que reflejaba la felicidad de tener a alguien como él a su lado.

—Te amo, Sanji. —Respondió, con el mismo gesto afectuoso.

El de mirada zafiro, sin poder resistirse más, lo agarró del cuello, presionando sus labios contra los ajenos. Luffy lo envolvió con sus brazos en cuanto las manos lo tomaron por el cuello. La lengua del capitán rápidamente se abrió paso en un beso ansioso.

Con los ojos que se cerraron por aquel beso, el cocinero de los Sombrero de Paja experimentó cómo sus labios se fundían en la boca del capitán. Entrelazó sus dedos en el suave cabello negro, cuyo cuerpo, aunque pequeño, emanaba una fortaleza que se presionaba contra el suyo. Sus gimoteos de éxtasis se entrelazaban en un mar de sensaciones físicas y emocionales, sin un discernimiento claro entre una y otra. Su espalda se arqueó hacia atrás, al mismo tiempo que Luffy se inclinaba hacia adelante, sosteniéndolo con firmeza y provocándole lamentos de éxtasis cuando sus manos juguetonas en su espalda descendieron rápidamente para apoyarse en sus nalgas, apretándolas con vigor, palmeándolas y haciéndolas rebotar.

Lo acostó en la cama con suavidad. Evitando que sus bocas perdieran contacto, se arrastraron entre las sábanas antes de encender más el fuego. 

Luffy olfateó con lujo e intimidad el aroma salobre en su cabello y cuello. 

Como si nunca pudiera tener suficiente de su rubio, encaminó su boca hacia los pezones rosáceos, turnándose entre ellos los besaba, succionaba, lamía y mordía inagotablemente. Mientras que su boca estaba en su pezón izquierdo, tenía una mano atendiendo el otro pezón y la otra bajando lentamente por su abdomen, acariciando el ombligo ovalado, mandándole descargas eléctricas al cuerpo debajo suyo.

Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos「 LuSan 」Where stories live. Discover now