Capitulo 29.

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Capítulo 29. | Rochelle

-Buenas tardes, Red. ¿El señor Ivanov me llamó?- me detengo frente al pulcro escritorio de Red.

-Buenas tardes, señorita Miller. Así es, la está esperando dentro.

Me encamino hasta la oficina de Ivanov, toco dos veces y abro la puerta para encontrarme con un Ivanov atractivo, con su típico vaso de whisky en una de sus manos y una americana azul muy ajustada que casi parece una segunda piel, resaltando sus atractivos músculos.

Quiero decir, maldita sea.
No sabía que los pantalones de traje podían quedarle tan bien a un trasero hasta que conocí a Ivanov, ya debo cansar a mi cabeza con los mismos pensamientos una y otra vez. Me arriesgo a dar otro paso hacia la sala de conferencias. Mirando a mi alrededor, confirmo que solo somos él y yo en este espacio vacío con una buena vista. Sacudiendo la cabeza, intento dejar de pensar en cómo llena el traje azul marino sin problemas. Los pensamientos que pasan por mi cabeza son cualquier cosa menos apropiados para el trabajo. Mis pies se detienen torpemente al otro lado de la mesa grande de él.

-Miller.- Dante arrastra las palabras, su ceño fruncido me hace retorcerme.

Olvide lo que su sexy voz provoca en mí aunque odie admitirmelo a mí misma.

-Ivanov...

Me mira fijamente con una atención inquebrantable.

-¿Vas algún lado?- interroga examinándome de arriba abajo.

Suelto un bufido.

-¿Por qué el cuestionario, jefe? ¿Ahora debo pedir permiso?- digo con diversión y sarcasmo.

Permanece con sus cejas castañas arqueadas mientras me mira con lo que parece diversión.

—Me da curiosidad ya que llevas tacones rojos. Jamás te he visto con tacones rojos, mucho menos con labios rojos.

—¿Así que estás muy pendiente de lo que llevo puesto, Ivanov?

Se encoge de hombros con indiferencia, sentándose en su silla con seguridad. Sus dedos se juntan debajo de su barbilla, luciendo increíblemente sexy.

—¿Qué te puedo decir, Miller? Soy un hombre muy observador.

—Voy a una cita después de la jornada. — admito con orgullo arqueando mi ceja.

Una comisura de su labio carnoso se contrae.

—¿Una cita? Interesante...

—¿Qué? ¿No parezco que voy a una...?

—Sí, castaña, parece que vas a una cita: un vestido ajustado, lo suficientemente atractivo, y los tacones más altos que he visto antes.

Mi mandíbula se abre y se cierra, pero no logro decir nada. ¿Por qué está usando ese apodo de nuevo? ¿Por qué me encanta que lo haga y que me llame de esa manera? No tengo ni idea de por qué provoca unas asquerosas cosquillas en la parte más baja de mi vientre.

—Sí, una cita. ¿Hay algo malo en eso? — mi voz suena desafiante, aunque en realidad estoy nerviosa por su reacción y quiero llamar toda su atención.

Dante se acerca un paso más, sus ojos clavados en los míos.

—No, nada malo. Solo me parece curioso que de repente tengas una cita. ¿Es alguien nuevo en tu vida, o alguien que has estado viendo en secreto todo este tiempo? — sus palabras son un desafío, cada una como una punzada en mi corazón.

Trago saliva, tratando de controlar mis emociones mientras me enfrento a su interrogatorio.

—No es asunto tuyo. — mi voz suena más firme de lo que me siento en realidad.

Él se inclina hacia adelante, su aliento cálido rozando mi mejilla.

—¿No? — su tono es bajo, pero lleno de una intensidad que me deja sin aliento.

Me aparto un poco, sintiendo el calor de su cuerpo demasiado cerca del mío.

—No tengo ganas ni la obligación de hablarte de mi vida privada y personal. ¿Porque estoy aquí?

Él sonríe con arrogancia, pero hay una sombra de vulnerabilidad en sus ojos.

—Necesito que revises los informes de la última semana. Quiero detalles exhaustivos. Trabaja hasta que todo esté en orden.

—¿En serio, Ivanov? ¿Que no puede hacerlo Redwood o Cassidy?

—No, es un tipo de documentación que requiere ser realizada por la vicepresidenta. La solicitan para hoy así que lo necesito para hoy antes de las ocho de la noche. Ah y Asegúrate de llegar a tiempo a tu cita.

La estrategia de Dante para retrasarme deliberadamente revela su determinación de controlar cada aspecto de mi vida. La chispa de desafío en sus ojos muestra que esta batalla está lejos de terminar.


**

Me bajo del auto, camino hacia la entrada del lugar, al entrar al lugar, iluminado por luces suaves y velas titilantes, crea un ambiente acogedor. La suave melodía de un piano flota en el aire, estableciendo la banda sonora perfecta para una noche prometedora. Mis tacones resuenan en el empedrado del lugar mientras camino, Un camarero me recibe y me conduce hacia la mesa reservada justo en la barra elegante. Observo a mi alrededor, apreciando la decoración y la atención meticulosa a los detalles. Cada elemento parece diseñado para crear una experiencia única.

Mi cita aún no ha llegado, así que aprovecho para sumergirme en el menú. Las opciones son exquisitas, y mi estómago comienza a recordarme que no he comido desde la tarde. Elijo con cuidado, seleccionando platos que prometen deleitar mis sentidos. Mientras espero, me sumerjo en la atmósfera del lugar. Las parejas disfrutan de conversaciones íntimas, risas suaves y miradas cómplices. El suave tintineo de cubiertos y copas crea una sinfonía de gastronomía y romance. Decido enviarle un mensaje a través de la aplicación al chico que espero.

"¿Debería pedir algo de champaña para ambos?" Le marco enviar más sin embargo ningún tipo de respuesta, ni siquiera le llega el mensaje.

Después de esperar durante lo que parece una eternidad, la incógnita se resuelve de la manera menos deseada: mi cita no aparece. La decepción se cierne en el ambiente como una sombra inesperada. Una mezcla de frustración y confusión nubla el aire mientras me doy cuenta de que he sido plantada en medio de este lugar tan encantador, ha pasado al rededor de una hora, le he enviado cinco mensajes al chico, que no se ha conectado desde esta mañana.

Opto por no dejar que la desilusión arruine mi noche. Decido enfrentar la situación con gracia y un toque de rebeldía. Me dirijo hacia la barra, donde el bartender, un hombre con una expresión comprensiva, me mira con simpatía.

—Un Manhattan y dos shots de tequila, por favor— le pido, y él asiente, comenzando a preparar las bebidas que, en este momento, parecen ser la mejor compañía.

Mientras espero, contemplo el elegante interior del lugar, tratando de disipar la incomodidad de la situación. Los shots y el Manhattan finalmente llegan a la barra, y los recojo con determinación. Mi decisión es clara: en lugar de lamentar lo que no fue, decidiré disfrutar de lo que es.

Me acomodo en un rincón acogedor del lugar, donde la luz tenue crea un ambiente íntimo. Mis tacones repiquetean sutilmente contra el suelo mientras tomo el primer sorbo de mi Manhattan. El sabor vibrante y la sensación reconfortante del alcohol hacen que la desilusión se desvanezca momentáneamente.

El segundo trago sigue al primero, y pronto me encuentro inmersa en una especie de burbuja propia, donde las risas y charlas de las otras mesas se mezclan con la suave música de fondo. Con cada trago, la tensión disminuye y, de alguna manera, encuentro consuelo en la compañía de estos cócteles exquisitos. Después de disfrutar de dos tragos y dos shots de tequila, decido que es hora de irme a casa. Aunque mi intento de salir y tener una cita divertida fue fallido, al menos tuve la agradable compañía de mis cócteles. ¡Malditas citas de Tinder!

**

MC | Placeres Retorcidos, Dante Ivanov © (18+) ¡María Del Mar! (COMPLETADA)Where stories live. Discover now