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La segunda semana estaba por cumplirse y las cosas iban mejor que nunca.

JungKook había llevado a JiMin a muchas citas en este tiempo; al zoológico, al acuario, a museos, entre otros lugares que visitaban cuando aún eran novios. Cada una de esas historias marcaba una diferencia en su historia de amor que ahora parecía interminable. Se sentían cada vez más cómodos y a veces era como si el tiempo no hubiese transcurrido.

JiMin recibió muchos detalles por parte de su aún esposo; cosas como más flores de papel, cartas y una cajita llena de notitas y de sus dulces favoritos. Aunque de vez en cuando recibía regalos extravagantes, como ese gran ramo de quinientas rosas de colores que le llegó a su departamento y que en el interior sólo tenía una nota con una carita feliz. No hacía falta palabras porque esas rosas le transmitían todo, pero tampoco va a negar que necesitaba escucharlo.

Sus días habían cambiado completamente, incluso parecía que toda aquella tristeza que alguna vez sintió se estaba desvaneciendo. Cada vez que amanecía se despertaba impaciente de saber si tendría alguna cita con su esposo y, cuando ese era el caso, brincaba de emoción.

La lucha contra su guarda ropa siempre era interminable, sobre todo hoy que quería verse perfecto. La última vez que tuvo un picnic con JungKook fue poco antes de graduarse de la universidad. Ni siquiera cuando se casaron pudieron tener algo así de nuevo. Pero ese era el plan de hoy. Optó por vestirse casual, casi como aquella última vez; se puso un pantalón café claro y un suéter holgado de color verde. JiMin podía ser sensual, pero cuando se sentía relajado, optaba por un estilo que lo hiciese ver adorable. Eso mismo pensó JungKook cuando lo vio salir de su edificio caminando como si fuese incapaz de romper un plato. Sus labios brillaban intensamente como las cerezas recién cortadas y sus ojos eran adornados por sombra café clara. Un destello de brillo se asomaba en su piel y también en su sonrisa. JungKook se dio cuenta de que estaba feliz y eso lo hacía sentir satisfecho.

Cuando llegaron al parque no lo dejó mover ni un dedo. El punto de esto era consentirlo y hacerlo sentir especial. Se tomó gran parte de la mañana para preparar la comida que llevaba en la canasta y en el camino pasó a comprar una botella de soju, porque sabía que era el favorito de JiMin.

Se encargó de acomodar todo de forma minuciosa sobre una manta y después fue a buscarlo a la orilla del río Han donde estaba disfrutando del poco viento que había. Por fortuna no había mucha gente hoy y eso les daba completa privacidad a los dos para poder hablar y hacer lo que sea. Bueno, no todo.

Quiso abrazarlo por la espalda, pero se detuvo antes de siquiera colocar una mano sobre su cadera, mejor optó por tocarlo levemente del hombro y enseguida atrajo su atención. JiMin lo miró con una sonrisa encantadora y después su atención se desvió a donde estaba la manta con toda la comida y una botella de soju. Fue entonces que su sonrisa se amplió tomando a JungKook de su mano para ir hacia ese lugar.

En su interior tenía esa emoción por este picnic y por el hecho de considerar esta salida como una cita oficial. Estas eran las cosas que JiMin quería hacer cuando pedía de la atención de JungKook. Quería que la magia que existía entre ellos no se perdiera, al menos no tan pronto, o que por lo menos intentaran hacer cosas nuevas. Alguna vez pensó en que su familia debería crecer, pero al poco tiempo descartó la idea porque el azabache seguía trabajando en su empresa. Así que antes de lo sucedido, creía que estaban bien siendo sólo dos.

—Preparé tteokbkki y también traje papas fritas, porque sé que te encantan—le dijo mientras le extendía un plato con comida—Espero que lo disfrutes.

—Creo que todavía me conoces—le sonrió con timidez—Aunque en Inglaterra disfruté mucho de la pizza.

—La siguiente cita puede ser una noche de películas con una pizza, ¿no lo crees? —sonrió coqueto.

Afterglow (Kookmin)Where stories live. Discover now