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—Oh, JiMin. Te mueves tan bien— gimió JungKook.

—Te amo, JungKookie. Te amo, te amo.

El azabache estaba muy cerca del orgasmo gracias a que su esposo lo estaba montando demasiado bien. Nunca existió alguien más que pudiera hacerlo venir de ese modo. Era más fácil con la boca, pero JiMin tenía la capacidad de provocarle cuatro orgasmos, no importaba de que manera. Dando saltitos sobre su polla era una de esas.

También era el modo en el que tomaba el control a la hora del sexo y desempeñando muy bien su papel. Y JungKook se dejaba llevar por él, por sus manos recorriendo sus pectorales con sumo deseo y por la forma en que de vez en cuando meneaba sus caderas. Lo sujetó de las mismas mancillado al instante con sus dedos como un evidente reclamo de propiedad, de cualquier forma, su cuello y gran parte de su cuerpo habían sido atacados por sus labios y sus dientes. Así que cualquiera que lo viera sabría que tiene dueño, uno que no que está dispuesto a dejarlo ir nuevamente.

—JungKookie, e-estoy cerca— gimió delicadamente el rubio.

—Sólo un poco más, esposo mío. Lo estás haciendo... jodidamente bien— exclamó completamente embriagado de sexo.

Sus pieles chocando podían oírse en todo los rincones de su oscura habitación donde aún la madrugada no se permitía llegar a su fin. El tiempo se había alargado después de la segunda ronda de sexo y ahora estaban ahí disfrutando de sus cuerpos, brindándose placer mutuamente y buscando llegar al éxtasis por tercera ocasión.

Aún ardían intensamente mientras desprendían gotas de sudor y sus gemidos habían cobrado fuerza después de que JiMin comenzó a dar saltos más rápidos ignorando el hecho de que sus piernas estaban cansadas, pero era más poderoso el deseo y el hambre feroz que sentía por su esposo y por su polla. Brincó y brincó hasta que el orgasmo los inundó de nueva cuenta. Ambos gritaron y gimieron completamente satisfechos de sus fechorías. Después de eso, JungKook despertó completamente solo en su habitación sintiéndose un poco confundido y desorientado.

El sol ya se asomaba por su ventana llenando completamente de luz el interior. Tanteó con una mano el costado izquierdo donde juraba que se hallaba el amor de su vida. Pero no se encontraba ahí.

— ¿Estaba soñando?

Se preguntó a sí mismo mientras inspeccionaba cada rincón de la habitación aun estando sentado sobre la cama. Y sintió pánico al no encontrar las señales suficientes de que JiMin y él habían hecho el amor durante toda la noche y la madrugada.

Se levantó completamente desnudo y buscó un pantalón de chándal para cubrirse un poco. Salió de su habitación y corrió por el pasillo hasta que llegó a las escaleras. Se detuvo un momento ahí esperando a que algunos de sus empleados aparecieran, pero después recordó que ninguno de ellos estaba.

El sonido en la cocina llamó su atención y corrió hacia ahí sin estar muy consciente de eso mientras su corazón latía preocupado y un tanto decepcionado, pero en cuanto vio la hermosa figura de JiMin cocinando en la estufa, por fin pudo respirar de nuevo.

Le tomó unos cuantos segundos poder cobrar consciencia después de haberse llevado tremendo susto. En cuanto lo logró, pudo darse cuenta de que JiMin sólo usaba ropa interior y una de sus camisas de sus trajes de trabajo que seguramente buscó en el guarda ropa. Quedaban completamente a la vista sus muslos que eran adornados por unas cuantas marcas que hizo le hizo antes de comerle el culo con desesperación. Y sonrió con suficiencia después de caer en la cuenta.

No fue un sueño.

Todo fue completamente real.

Y JiMin estaba ahí en paños menores, aparentemente, preparándole el desayuno como solía hacerlo cuando fueron recién casados. Una emoción incontenible le invadió y, siendo impulsado por eso, caminó sigilosamente hacia donde se encontraba su esposo completamente ajeno a lo que estaba a punto de suceder.

Afterglow (Kookmin)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora