Capítulo 2

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Los días siguientes fueron lo mismo, a veces mamá peleando con Ana, papá tratando de calmar la situación. Trabajar en los pedios, irlos a dejas, sufrir con el calor que en esta época comenzaba. Ser el vigilante por las noches para que mi hermana se viera con su novio.

Cada vez que ella regresaba algo en mí me decía que las cosas no estaban del todo. Siempre me abrazaba, lloraba, decía que no era justo.

A veces cuando dejábamos trabajos y pasamos por la oficina de correos. Podía apreciar en el rostro de mi hermana que una sensación de pesadez y de amargura se instalaba. Yo no le decía nada porque conocía que aquello la iba a irritar más de lo que ya estaba.

Muchas vecinas de nuestro barrio estaban emocionadas, se reunían para practicar desde ya una caminata perfecta, maquillaje o solo hablando para compartir sus ideas de si ellas eran las suertudas para salir en el sorteo.

Una vez con mi padre escuche como una chica decía que ella iba a entregar de últimas su formulario para estar en la cima de la urna y que fuera una de las primeras en salir.

Había tantos mitos reunidos alrededor del sorteo.

—Espero que la suerte le sonría a cada una de esas chicas— pronuncio papá mientras pasábamos de ese grupo.

—¿Crees que Ana salga en el sorteo?

—No lose, de nada sirve imaginarlo. Pronto lo vamos a descubrir.

Era el último día para entregar el formulario. Logre dormir poco pero no estaba cansado. Eso pasa cuando uno crea su propio horario de descanso. Cuando me desperté para ir ayudar al desayuno pasé junta a la mesa donde estaba el formulario de mi hermana.

Sentí un bajón en mi estomago al ver que ya había algunas cosas llenas.

Habilidades: Cocinar, mantener todo en orden, trabajar bajo presión y en limite de tiempo, orden y limpieza en áreas grandes y chicas.

Talento: Creación de muebles de madera.

Edad: Diecisiete años.

Alergias: Ninguna que se sepa de momento.

Sangre: O+

Casi todo estaba lleno menos la parte donde decía nombre allí solo estaba la línea negra que indicaba donde ponerlo.

—Losé, yo también puse esa cara.

La voz de mi madre hizo que yo diera un breve salto. Cogía la hoja para leerla.

—Me desperté y la vi rellenando todo esto. Me dijo que había esperado hasta que fuera el último día para dejarlo. Que hay más chance de que ella salga en el sorteo, según las lenguas que hablan por la calle.

Dejo el formulario en la mesa con una delicadeza y luego regreso a la cocina.

Yo no lo podía creer.

Fui rápido a su habitación. Entre sin tocar.

Ella estaba acostada en su cama ya hecha.

—El formulario.

—Sí— contesto ella mientras levantaba un poco los hombros—. No puedo escapar de esta, Guille, tengo que poner mi nombre o si no seré rebelde ¿Te imaginas que susto les daré a ustedes y a Gerardo? No puedo con eso.

En su mirada estaba la tristeza.

—No puedo con el nombre, la verdad es que me cuesta trabajo siquiera sellar el sobre e ir hasta la oficina.

—Yo lo hago por ti.

—¿Enserio?

Asentí.

El elegido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora