Capítulo 3

71 10 16
                                    

Conocía perfectamente este lugar, siempre pasaba afuera y me decía que terminar allí sería un gran error. Y justo ahora estaba atrapado en una oficina de la cárcel de nuestro barrio, para empezar, no podía decir aún si esto era algo bueno o no. Yo había llegado a escuchar que se supone que las chicas seleccionadas se las llevan a hoteles de lujo para descansar y comenzar con los preparativos para ir al palacio. Parecía que yo tendría que esperar un poco más.

Por las ventanas miraba a los guardias que montaban guardia a cada lado de la puerta. Me habían traído a este lugar, pensé por un momento que iba a estar en una fría celda, pero no. Igual no quiero intentar abrir la puerta porque algo me dice que entonces sí tendrán motivo para llevarme a un verdadero lugar de castigo.

Aún no podía creer que enserio mi nombre hubiera salido en la rifa, es que todo parece ser un mal chiste. Una estúpida parodia que ven los dos en los cines, algo sin sentido. Desde este lugar se respira una paz, pero allá afuera de seguro está haciendo un gran caos.

De nuevo comencé a repasar mis argumentos para colocar mi nombre en el sobre porque sí. Los había estado pensando si en algún momento salía.

Primero que nada, en la carta real llaman a las hijas de Illéa, pero como tal no prohíben a los hombres. Solo los omiten, por lo cual yo estoy en mi derecho de poner el nombre si lo quiero.

Si, tengo dieciséis años, pero resulta que mi cumpleaños ya está cerca. Por lo cual no es una mentira en sí, solo me adelante al llamado y poco más.

Puede que el príncipe no me quiera porque es un chico y yo también, pero demonios. Si el mismo no sale al mundo a gritar que es heterosexual, cualquier otro chico pudo haber colocado su nombre.

Mi hermana cumplió con su parte, dejo el sobre, relleno sus datos. Solo que yo cambie su nombre, por lo cual yo merezco el castillo y no ella.

Hasta el momento era todo, mi mente trataba de encontrar algo más, pero no lograba armar con éxito otro argumento.

Recordaba que alguna vez mamá me hablo de que hubo una selección donde una reina tuvo que elegir entre treinta cinco chicos. Algo me decía que podía tratar de usar esa situación a mi favor, pero no estaba muy seguro de que funcionara.

Me daba ánimos a mi mismo el pensar que si estuviera aquí para que me castigaran ya lo hubieran hecho, pues las faltas a la familia real siempre son de ofensa grande y sus castigos siempre se tratan de llevar lo más rápido que se puede para que todo sea un ejemplo.

Observe la silla de la oficina y aunque lo dude por unos segundos, tome asiento para que el tiempo pasara.

No era lo más cómodo del mundo, pero apenas y tomar lugar allí sentí como mi cuerpo y cerebro lo agradecían. Me relajé tan rápido que caí dormido.

—Despierta, Guillermo, despierta.

Unos golpecitos en mis hombros hicieron que fuera reaccionado. Tarde un tiempo en darme cuenta de que todo eso no fue un sueño. Ver el rostro de Andrés me hizo dar un brinco, de todas las personas dude verlo allí.

—¿Qué haces? — mi voz sonó rara incluso para mí.

—Mi familia estaba viendo todo el vigilante. No pudimos creer cuando el príncipe Lionel decía tu nombre, tratamos de llegar más rápido a tu casa. Cuando logramos llegar ya te habían llevado. Mi madre se quedo con tu hermana y tu mamá. Yo vine a buscarte con nuestros padres.

La breve explicación hizo que me tranquilizara un poco.

—¿Me van a cortar la cabeza?

—Bueno no... es que... todo es raro. Guillermo, viene en camino el rey con el príncipe para ver el caso.

El elegido.Where stories live. Discover now