Hasta el último suspiró

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— Gustabin – dijo Conway cuando pasó por los calabozos

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— Gustabin – dijo Conway cuando pasó por los calabozos.

El rubio estaba sentado en el piso, con el labio roto y un golpe en la mejilla. Gustabo lo miró y le sonrió levantando su mano en son de saludo.

— ¿Qué pasó? – preguntó Conway al policía que lo arrestó.

— Golpeó a tres tipos por una chica, ella está arriba poniendo su denuncia contra esos chicos, trataban de violarla.

— Entonces ¿por qué lo tenemos aquí?

— Porque casi los mata a golpes.

Jack miró al rubio qué puso los ojos en blanco.

— Vete, me hago cargo – dijo Conway. El policía se fue y Gustabo suspiró mirándolo. – Te hiciste el héroe ¿eh?

— No soy cómo tu ley o cómo los ciudadanos de mierda qué ignoran estas cosas – se levantó y caminó hasta quedar frente a él. – En mi vocabulario un no, es un no y ellos lo tomaron cómo un sí. Lo único qué tomo a la fuerza es una ducha, no a las mujeres.

Conway le sonrió. Siempre le gustó la personalidad de Gustabo, le fastidió qué no pasara el examen psicológico para ser policía, todo lo marcaba como un psicópata, pero nunca lo perdió de vista.

— ¿Me dejarás aquí? – preguntó.

— Tengo un trato para ti – lo miró. – Necesito alguien de confianza para cuidar a Danielle y ustedes dos se llevan bien.

Gustabo se río, le parecía gracioso su trato. Él, un tipo de uno setenta y ocho, tatuado de todos lados, con un aura qué grita criminal y peligroso, siendo niñero. Pero lo admitía, en esos meses qué se han conocido, las veces qué ha visto a Danielle se han llevado bien.

— Te libras de la multa y dejaras de salir a altas horas de la noche por alcohol.

— Me quitas la diversión Conway – lo miró.

— Entonces nos vemos el lunes.

— Nunca dije qué no – le sonrió. – Sacame de aquí.

— Idiota.

— Perra.

Conway lo sacó, le entregó sus cosas y los dos subieron a la patrulla. Gustabo vivía lejos del edificio de penthouse de Conway.

— Nos vemos mañana en el Kiros, vamos a desayunar los tres, no llegues tarde.

— Como ordene Superintendente – le dio un guiño. – Descanse.

Conway llegaba a casa, la vecina, una chica de quince años era quien cuidaba a su hija de cinco años. Le pagó y la acompañó a su puerta, volvió a su casa y fue a la habitación de su hija, estaba profundamente dormida. Lo único bueno qué le quedaba en esa vida era Danielle, su preciada niña de cabello rojo. Le dio un beso en la cabeza y se fue a su habitación, en verdad necesitaba alguien de confianza para cuidar a su hija y la única persona capaz de muchas cosas era Gustabo, le seguía jodiendo qué no pasará ese examen de la policía, pero al menos el no haber pasado ese examen le daba al hombre capaz de cuidar a su hija.

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⏰ Last updated: Jan 09 ⏰

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