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Mi buen amor Pues, la verdad, no hay otra cosa que yo pueda hacer Tú no cambiarás, no me vas a convencer De que ahora sí, todo va a estar bien
Otra vez Guillermo no había llegado a dormir.
Ya era la quinta noche en este mes, y ni contar cuántas llevaba en los anteriores.
Lionel ya no sabe de dónde saca tantas lágrimas, no sabe de dónde sigue saliendo el líquido de sus ojos si con lo que ha llorado podría llenar el mar completo.
Se sentía frustrado, pues sabe que al día siguiente el que el creía el amor de su vida va a llegar con flores implorando perdón y diciendo que no lo va a volver a hacer y el lo va a perdonar.
Finalmente Lionel se cansó.
Ya no hay otra cosa que pueda hacer, pues tiene muy claro que el no tiene la culpa.
Guillermo no va a cambiar y ya no lo va a convencer, es por esto que con el corazón en la mano y una tristeza enorme toma a su pequeño Thiago de apenas 1 año y sale de esa casa, que hace mucho dejo de tener el cariño de un hogar y se va a con su mejor amigo Kun.
Kun es él único que sabe acerca de sus constantes desvelos y tristezas por culpa del Jalisciense, como desde que se conocieron ha sido su confidente.
Al llegar y tocar la puerta quien lo recibe es Andrés, el esposo de Kun y mejor amigo de Guillermo.
Andrés consternado lo deja entrar, él no sabe nada, ni por él, ni por Guillermo.
Guillermo sabe que lo que ha estado haciendo está mal y que si le cuenta a su mejor amigo este se lo va a reprochar, así que mejor opta por esconderselo también.
¿De que le sirve que alguien más le reclame lo que él ya sabe?.
Cuando Líonel por fin ha dejado a Thiago acostado en la cama del cuarto de invitados se suelta a llorar.
Kun lo abraza y Andrés está confundido pensando que algo malo le pasó a su mejor amigo al no estar ahí y tener a Lionel en ese estado.
Cuando Líonel puede artícular palabra le cuenta su pena a Andrés con mucho sentimiento.
Andrés no puede creer lo que está escuchando, ese no es su mejor amigo.
—Van varias noches que no llega a dormir— Dice Líonel limpiándose las lágrimas. —Llega por la mañana oliendo a perfume de mujer y tené marcas en el cuello—
Andrés acepta que últimamente Guillermo está raro, ya ni siquiera le habla con la frecuencia que lo hacía.
Guardado creía que era porque el otro rizado estaba pasando tiempo con su familia, que equivocado estaba.
Con un nudo en la garganta el principe abraza a Lionel y le dice que con ellos él y Thiago estarán seguros.
Después de una larga plática y un te relajante Lionel logra conciliar el sueño abrazado a su pequeño.
