Destellos de luz.

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Los días pasaron cumpliéndose exactamente 6 meses de aquel trágico accidente, pero no había motivo por el cual estar triste, el día le mostraba una linda mañana, suaves rayos molestaban su pacífico sueño en la habitación que usaban las cocineras, puesto que, días después de la visita de la señorita me trasladaron aún lugar más apartado de los demás niños, dejándome al cuidado de la señora Margaret.

Había rumores de que adoptaría a un niño círculo por el recinto por un largo tiempo, aun sin saber la identidad las expectaciones estuvieron altas.

Las semanas pasaron hasta esa mañana donde abrieron la puerta de la habitación, pero ya estaba lista para el nuevo día cuando me pidieron recoger mis cosas, lanzando una mochila de color marrón, junto a eso pasarme un vestido y un par de zapatos de color azul ambos.

Como se podría enterar esa niña, que había sido adoptada, por la misma mujer maravilla, quien se había cautivado por la pequeña niña, donde la observo desde el día del accidente a lo lejos en su avión invisible al ojo humano, esta presencio la escena tan dolorosa se separa a la niña de los brazos de su madre para llevarla al hospital.

Por unos meses perdió el rastro de la niña, no sabiendo donde estaba, un día su compañero de investigación Oliver, conocido como Flecha verde, le comento sobre el traslado de una niña con los rasgos descritos por la mujer, esta se apresuró a llegar al lugar donde tiempo después la encontró.

Pasaron las semanas donde Diana tuvo que pasar por estorbosos trámites y obstáculos, donde por fin pudo cumplir su sueño de adoptar a Elizabeth, la niña huérfana que había cautivado su corazón desde aquella vez que la vio siendo despegada de los brazos de su madre, el cual prometió que protegería y amaría a esa niña.

A pesar de la resistencia del señor Harrison, el dueño de aquel horroroso lugar, ya que este a ver que la mujer adoptara a la niña ya no sería financiado por las generosas donaciones de la mujer, y de otros que querían aprovecharse de la niña, la señorita Prince logró demostrar que era la mejor opción para cuidar de Elizabeth y ofrecerle una vida mejor.

Volviendo a aquel día tan especial, la niña fue llevada a la puerta principal del recinto, donde la esperaba la mujer apoyada en un auto, que al verla sonrió inmediatamente, porque sabía que esa niña ya no sufriría más.

- Buenos días, Elizabeth ¿Cómo estás en el día de hoy? – le pregunto la mujer con una notoria alegría en sus palabras.

- Muy bien señorita, aún me disculpo por haberle gritado hace unas semanas – se disculpó la niña agachando la cabeza, pero una caricia en la coronilla le hizo levantar la mirada.

- No te preocupes pequeña, ya eso pasó – le dijo para tomar el morral en su mano – andando – indicio para tomar la mano de la niña.

- ¿A dónde iremos, señorita? – pregunto con una curiosidad latente en su voz y ojos, brillante por la luz del sol y quizás por el hecho de que no había desayunado.

- A tu nuevo hogar conmigo – le dijo risueña, feliz, por tener a tal ternura a su lado. Un diamante el cual ella desempolvará y volverá en una preciosa joya. La mujer la tomo en brazos para ingresar al auto, despidiéndose de las personas que estaban asomadas.

Elizabeth se quedó quieta, sin saber cómo reaccionar. No estaba acostumbrada a que nadie la abrazara o le dijera esas palabras. Se sentía confundida, asustada, pero también curiosa y esperanzada. Levantó la mirada y vio los ojos azules de la señorita Prince, que le transmitían amor y seguridad. Entonces, sintió algo que hacía mucho tiempo que no sentía: una chispa de felicidad.

Al llegar a mi nuevo hogar, me sentí diferente, aliviada de que todo hubiera acabado. Por fin podría dormir en una cama sin el miedo de que me atacaran, leer sin que me halaran el cabello y tiraran el libro, ser yo misma sin esconderme.

Hope and night - Dick Grayson (Robin)Where stories live. Discover now