Capítulo 36

72 5 0
                                    

La cabeza me dolía y una vez abrir los ojos la luz blanca había hecho que los cerrara nuevamente con presión y me llevara con dificultad una de mis manos al rostro buscando tapar la claridad, un pitido se escuchaba de fondo trayendo consigo recuerdos que no lograba acomodar en un orden lógico, era como si hubiese estado borracha en el momento que ocurrieron esos hechos o como si hubieran sido parte de una pesadilla.

Una voz conocida de fondo gritó en busca de una enfermera y fue cuando caí en cuenta que estaba nuevamente en ese maldito lugar llamado hospital.

La mano que tapaba la claridad en mis ojos rápidamente se desplazó a mi estómago, buscando que la pequeña barriga todavía estuviera allí y frotando con miedo como si así lo pudiera calmar para que no sintiera que su madre se moría de pánico solo de pensar que le había pasado algo.

Pasos se aproximaron a mí, y logré enfocar a una enfermera revisando la máquina a mi lado. - ¿Mi bebé? ¿Está bien?

-Lo está, pero ahora usted es la que debe descansar.

Me moví incómoda -Lo siento, necesito irme de aquí- La desesperación se había apoderado de mí, agarré el suero que estaba clavado en mi piel y lo arranqué de golpe y luego le siguieron las otras máquinas que estaban conectadas, incluido el respirador.

Vi a la mujer apretar un botón a mi lado con cara de espanto- Necesitas calmarte.

-Necesito irme.

Intenté ponerme de pie, pero un hombre con el traje empolvado me lo impidió. -Si quieres cuidar a tu bebé es mejor que te mantengas ahí sentada.

Mi vista se movió directamente a sus ojos y enfoque sus dos iris azules turquesa claro. ¿Qué hacía él ahí? ¿Acaso no estaba en New York?

- ¿Qué pasó? -Fue lo único que logré pronunciar, porque estaba segura de que él tenía las respuestas que necesitaba.

Su cabeza me hizo señas para que le apartara un lugar a mi lado en la cama y tras moverme lo vi tomar asiento muy cerca de mí.

-Casi mueres, es lo que pasó, alguien puso una bomba en tu vehículo y me di cuenta a tiempo. Pensé que llegaba demasiado tarde para verte y asegurarme de hacerte saber que iba a luchar por tu corazón. -Llevó su mano a su cabello que tenía ya previamente despeinado como si el estrés le hiciera revolvérselo. - ¿Salvarte me da puntos a mi favor?

Su mueca infantil hizo que se me escapara una carcajada -Gracias- Me incorporé y besé su mejilla. -Gracias por salvarnos.

Una sonrisa tímida se escapó de su rostro hasta el momento en que hice una mueca porque la enfermera había introducido la intravenosa nuevamente en mi muñeca.

-El doctor viene en unos minutos para hacer las revisiones finales -Dio su último aviso y salió dejándonos a solas a mi nuevo jefe y a mí.

-Me asusté muchísimo ¿sabes? pensé que íbamos a morir ambos ahí -Su confesión me hizo ver su parte más sensible.

- ¿Por qué lo hiciste? Pusiste en riesgo tu vida. -Le regañé, aunque por dentro agradecí mil veces que lo hiciera.

Lo vi alzar sus hombros. -No pensé en otra cosa que ponerlos a salvo. Igual que estas semanas lejos no pensé en otra cosa que no fueras tú, lo valiente que eres y lo difícil que debió de haber sido todo esto.

Una lágrima se deslizó por mis mejillas, me dolía no poder corresponderle con sus sentimientos, sentía gratitud por haberme salvado y por haberse portado tan bien conmigo, pero más nada.

- ¿Me dejarías al menos ganarme tu cariño y el de tu bebé?

Asentí sin apenas palabras para responder, ¿por qué no? después de ese día tenía mi gratitud eterna.

Nos fundimos en un abrazo, en el que yo seguía derramando lágrimas en su traje carísimo ahora cubierto de polvo y no nos separamos hasta escuchar una voz gruesa aclararse la garganta detrás de nosotros.

-Señorita Rey, vinimos a tomar su declaración respecto al atentado, esperamos no incomodar.

El gorila vestido de uniforme de policía iba acompañado de una joven con un portafolio en manos, y David me dirigió la mirada esperando respuesta.

Respuesta que yo no quería dar.

Pero no me quedó más opción que explicarles a todos lo que me había sucedido, que involucraba a mi madre y a su nuevo esposo, mi tío y el cómo había pasado de desconocer su existencia a enterarme que me quería más de tres metros bajo tierra.

DCEO Y Constelaciones (Ya Disponible En Amazon)Where stories live. Discover now