Con calma en el futuro

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Musashi, con determinación y confianza en los niños que protegerían a Haruka, decidió dejar al joven a cargo de ellos mientras regresaba al castillo en busca de Hiroshi y la madre de Haruka. Antes de partir, se aseguró de explicarles a los hermanos Takeshi y Fumiyi que Haruka necesitaría descansar y que confiaba en que ellos lo cuidarían adecuadamente.

De camino al castillo, Musashi notó que la gente se dirigía al mismo lugar que él, murmurando entre ellos con expresiones preocupadas. La inquietud creció en él mientras se acercaba al escenario de la lucha. Al llegar, se encontró con la imagen impactante de Hiroshi enfrentándose a los soldados en solitario, sin su mano derecha, pero utilizando con maestría las posturas de agua y viento.

Decidido a apoyar a su compañero samurái y a la madre de Haruka, Musashi se interpuso entre Hiroshi y los soldados enemigos. Juntos, derrotaron a todos los oponentes que los rodeaban antes de la llegada de Mitsunari acompañado de Rokuro. Antes de lograr escapar, un último obstáculo surgió de entre los escombros: Kenji.

Kenji emergió con furia, blandiendo su katana con la intención de atacar a la madre de Haruka. Hiroshi, a pesar de su debilidad y la dificultad de manejar su katana con una sola mano, logró desviar el primer ataque. No obstante, Kenji respondió con otro rápido movimiento. Musashi intervino con velocidad, propinándole una patada en el abdomen que envió a Kenji lejos, chocando contra un bloque y dejándolo fuera de combate.

Con el peligro momentáneamente contenido, Hiroshi, Musashi y la madre de Haruka se apresuraron a escapar del castillo en ruinas y se dirigieron hacia la vieja cabaña donde los hermanos Takeshi y Fumiyi cuidaban de Haruka inconsciente. El grupo, herido pero unido, buscaba un breve respiro en medio del caos que envolvía al clan Azai.

El grupo, compuesto por Hiroshi, Musashi, y la madre de Haruka, se dirigía hacia la cabaña de los hermanos Takeshi y Fumiyi. El camino estaba marcado por la destrucción dejada por la lucha en el castillo. Escombros, llamas apagándose y el eco distante de los enfrentamientos llenaban el aire.

Al llegar a la cabaña, los niños salieron corriendo hacia ellos, sus rostros iluminados por la esperanza y la admiración. Takeshi y Fumiyi, agradecidos por la ayuda proporcionada anteriormente, ofrecieron a los guerreros heridos refugio en su humilde morada.

Musashi, con su mirada serena, agradeció a los niños y les explicó que necesitaban un lugar seguro para recuperarse y planificar su siguiente movimiento contra Mitsunari. La madre de Haruka, al ver el gesto amable de los niños, se sintió aliviada al saber que no estaban solos en esta lucha. La cabaña, aunque modesta, se convirtió en un refugio temporal. Takeshi y Fumiyi ayudaron a Haruka a descansar en un rincón, mientras Musashi y Hiroshi se reunieron con la madre de Haruka para discutir el plan de acción.

Hiroshi, con voz decidida, propuso que debían buscar aliados fuera de la ciudad. La madre de Haruka, aunque inicialmente preocupada por la seguridad de su hijo, entendió la necesidad de esta decisión y asintió. Musashi, conocedor de las complejidades de la situación, sugirió dirigirse a su dojo para evaluar mejor la estrategia y prepararse para lo que vendría.

Mientras tanto, los niños, Takeshi y Fumiyi, se acercaron a Haruka con curiosidad y respeto. Haruka, aún inconsciente, yacía en la cabaña, ajeno a la discusión que se desarrollaba a su alrededor. Takeshi, el hermano mayor, expresó su deseo de aprender a defender a su familia y su hogar, buscando la guía de los guerreros experimentados. Musashi, con determinación en sus ojos, se hacia los niños despues de conversar con Hiroshi.

—Hemos decidido dirigirnos al dojo para evaluar mejor nuestra estrategia y prepararnos adecuadamente. Así queríamos despedirnos y darles las gracias por su atención, Pero no sin antes preguntarles algo, Hiroshi y yo queremos ofrecerles la oportunidad de unirse a nosotros —declaró Musashi, mirando a Takeshi y Fumiyi con seriedad.

Takeshi y Fumiyi intercambiaron miradas de sorpresa, ya que no esperaban una oferta como esa.

—¿Unirnos a ustedes? ¿Entrenar en el dojo? —preguntó Takeshi, con asombro.

Musashi asintió con una sonrisa tranquilizadora.

—Sí, vivir y entrenar con nosotros. Serán parte de nuestro grupo, aprenderán el camino del guerrero y, juntos, enfrentaremos lo que venga.

Fumiyi miró a Takeshi, con un brillo de esperanza en sus ojos.

—¿Vivir en un dojo y ser guerreros? Eso suena increíble —comentó Fumiyi, emocionado.

—Exacto. Les enseñaremos el arte de la espada y mucho más. No estarán solos en esto —añadió Musashi.

Mientras tanto, en un rincón de la cabaña, Haruka comenzó a recobrar la conciencia. Abrió los ojos lentamente, sintiendo un fuerte dolor en el hombro. Intentó levantarse, pero el dolor lo obligó a quedarse en su lugar. Al mirar a su alrededor, se percató de la presencia de Hiroshi con una venda blanca en el brazo.

—"¿Qué pasó? ¿Dónde estamos? "Preguntó Haruka, con confusión en su voz.

Hiroshi se acercó con calma y le explicó la situación, recordándole la lucha en el castillo y cómo Mitsunari había causado estragos. Haruka, frustrado consigo mismo, murmuró:

—"Otra vez fui derrotado. Soy una vergüenza."

Hiroshi, con sabiduría, le respondió:

—"Las derrotas solo son derrotas si no aprendemos nada de ellas, Haruka. Cada experiencia nos fortalece. Un hombre es grande no porque no haya fracasado, es grande porque el fracaso no lo ha detenido, sigue descansando, mañana nos iremos al dojo."

—"¿Nos iremos? ¿Por qué? Debemos destruir a Mitsunari "Expreso el joven Haruka con enojo

Hiroshi, con mirada compasiva, se sentó junto a Haruka, reconociendo la tormenta de emociones que atormentaban al joven samurái.

—Haruka, entiendo tu dolor y tu deseo de venganza. Pero la ira descontrolada solo te debilitará. —Hiroshi habló con calma, poniendo una mano reconfortante en el hombro de Haruka—. Permitir que la rabia te consuma no honrará la memoria de tu padre ni te hará más fuerte.

Haruka, con los ojos llenos de furia y dolor, miró a Hiroshi buscando respuestas.

—No pude proteger a mi padre. Lo dejé solo, y ahora está muerto por mi culpa. —Haruka apretó los dientes, luchando contra las lágrimas contenidas—. No merezco ser llamado su hijo.

Hiroshi suspiró, reconociendo la carga que pesaba sobre Haruka.

—La pérdida duele, Haruka, pero cargar con la culpa solo te debilitará. En este momento, necesitas descansar y recuperarte. No puedes cambiar el pasado, pero sí puedes influir en el futuro.

Hiroshi se puso de pie y se acercó a una pequeña mesa donde había una jarra con té. Sirvió una taza y se la ofreció a Haruka.

—Bebe esto. Te ayudará a calmarte. —Hiroshi esperó a que Haruka tomara un sorbo antes de continuar—. La venganza no te hará más fuerte. Debes canalizar esa ira en algo constructivo, en convertirte en un guerrero más habilidoso. En el momento adecuado, liberarás esa energía de una manera que cuente.

Haruka asintió, sintiendo la sabiduría en las palabras de su sensei.

—Descansa por ahora. Cuando te sientas más fuerte, entrenaremos juntos. Pero recuerda, la verdadera fuerza proviene de controlar tus emociones, no de dejarte controlar por ellas.

El silencio llenó la habitación mientras Haruka asimilaba las palabras de Hiroshi. Aunque el caminohacia la curación sería largo, Hiroshi había sembrado la semilla de laresistencia en el corazón de Haruka, guiándolo hacia un futuro donde la venganza se convertiría en determinación y el dolor en fuerza.

Kage no Ronin-Ronin de las SombrasWhere stories live. Discover now